CAPÍTULO 46

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No me hacía falta darle vueltas a la cabeza para entender qué me pasaba, estaba segurísima de mis sentimientos. Sin embargo, no me asustaron, al contrario, dejé que ocuparan cada parte de mi cuerpo y me permití ser feliz.

Decidimos que ninguno iba a trabajar, ese día nos lo íbamos a dedicar a nosotros, a ver alguna película abrazados en el sofá, a reír, a conversar, a besarnos, a hacer el amor... Pero, como todo lo bueno acaba, a la mañana siguiente volvimos al edificio, aunque con una dosis de dopamina extra.

Acompañé a Chan hasta la sala de ensayos donde estaban los demás para poder saludarlos antes de irme con Suyeon.

—Chan hyung, llegas un poquito tarde, ¿no? —dijo Hyunjin poniendo los brazos en jarra.

—¿Ha habido algo que os ha hecho llegar tarde? —preguntó Seungmin alzando una ceja y mirándolo de cerca— ¿Quizás el tráfico?

—Cuando seas mayor te lo explicaré —contestó Chan revolviéndole el pelo con una sonrisa.

Parecía que no había nada que pudiera quitarle su buen humor.

—Mírala, qué contenta está —dijo Han cuando me acerqué a abrazarlo.

—Lo estoy —lo miré con una amplia sonrisa.

—Parece que no todos tenemos ese buen humor.

Lo miré arrugando el entrecejo preocupada sobre todo por él pensando que podría volver a tener ansiedad. Han levantó la cabeza señalando hacia un lado. Me giré y vi un poco más alejado a Félix mirando algo taciturno a su móvil. Volví a mirar a mi amigo preguntando con la mirada y susurró "creo que es tu hermano".

Me separé de él y me acerqué hasta el rubio.

—Félix, amor —intenté parecer despreocupada.

—Hola, noona —contestó bloqueando el móvil y abriendo los brazos para que lo abrazara.

—¿Qué tal? ¿Cómo estás?

—Mmmmm —suspiró.

—¿Ha pasado algo?

—Bueno... El otro día estaba hablando con tu hermano y no sé si tuvimos una especie de bronca o algo por el estilo...

Aquello no me cuadraba, conocía a Félix que era un rayito de sol y conocía a mi hermano. Sólo lo había visto enfadado cuatro o cinco veces en mi vida.

—Pero, ¿por qué discutisteis?

—Es que no sé si fue realmente una discusión. Estábamos hablando de nosotros, de lo que sentimos el uno por el otro y Liam empezó a enfadarse, pero no conmigo, sino como con la vida. Empezó a decir que no era justo, que por qué todo tenía que ser así... Yo intentaba calmarlo, decirle que todo iría bien, pero no me escuchaba y, después de un rato, dejó de contestarme.

Aquello directamente no tenía sentido. Mi hermano y yo éramos como la noche y el día en muchos aspectos y, en esto no era diferente. Liam jamás huía, él no se escondía y se recogía en sí mismo hasta que estaba mejor. A él se le daba bien enfrentar los problemas, hablar las cosas y solucionarlas.

—Bueno, es posible que estuviera ocupado o que esté disgustado por la situación y necesita que se le pase —mentí y, por la mirada que me devolvía, lo sabía—. Intenta no pensar en ello, ¿vale? Sé que es fácil de decir, pero ambos sabemos que darle vueltas a las cosas no ayuda. Seguro que vuelve a hablarte dentro de poco.

Félix asintió sin mirarme, no se le veía nada convencido. Volví a abrazarlo más fuerte y me despedí de los chicos para irme a trabajar.

—Un momento.

Sin RemedioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora