CAPÍTULO 12

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—No sé qué ha pasado pero, todo irá bien, tranquilo... Tranquilo —intentaba consolarlo acariciándole la cabeza.

Han sollozaba en mi hombro. Me separé un poco de él y le cogí la cara con las manos. Me entró mucha pena. Jamás lo había visto así. Intenté sonreírle para ver si me imitaba y, con los pulgares, le sequé las lágrimas que le recorrían las mejillas y se precipitaban desde su barbilla.

—Vamos, vamos, cálmate un poco.

Han se terminó de separar de mí mientras se secaba la cara con el dorso del brazo y volvía a mirar sus pies.

—¿Estás bien? ¿Puedo preguntar qué ha pasado?

No quería ser indiscreta, pero se le notaba que quería soltar lo que llevaba dentro.

—No puedo— susurró.

—¿A qué te refieres con que no puedes?

—Es algo complicado Lucy.

Me miró con la cabeza apoyada en sus rodillas. Jamás había parecido un niño pequeño tanto como en ese momento. Sólo quería que estuviese bien.

Suspiró y plantó la frente en el centro de sus rodillas mientras se daba pequeños golpecitos.

—¿Sabes...? —me acerqué hasta él— si me lo cuentas, te diré quién es mi bias.

Se giró de golpe poniéndose recto. Su reacción me hizo soltar una gran carcajada.

—Eres un cotilla —reí pegándole en el brazo.

—¿En serio me lo dirás? —se le notaba que le hacía ilusión.

—En serio, confío en tí.

Sonrió abiertamente y me miró con ilusión, luego la mirada volvió a la pena.

—Bueno... Es difícil... Básicamente... Minho y yo... Hemos discutido.

—Vale... ¿Sobre alguna coreografía? ¿Algo de la casa?

Negó con la cabeza y dejó de mirarme.

—Últimamente discutimos mucho y eso me da miedo.

—Es normal que te de miedo, pero sois buenos amigos. Seguro que hay alguna forma de solucionarlo.

Volvió a negar con la cabeza.

—No somos solamente... buenos amigos.

La sangre me palpitaba fuerte en la cabeza. Mi mano agarraba fuerte un trozo de pantalón en un puño y una amplia sonrisa apareció en mi rostro.

—Entiendo.

—Oi, ¿por qué sonríes? Es algo serio.

—Lo sé, lo sé, perdona.No he podido evitarlo, perdón.

Moví la cabeza ambos lados intentando que se me pasara la tontería, pero esa revelación me hacía muy feliz. No sólo por el hecho en sí de que no fueran "simplemente buenos amigos", si no porque confiaba en mí como para decírmelo y eso significaba mucho más. Han me miró y sonrió. Sabía perfectamente lo que estaba pensando.

—No digas ni una sola palabra —dijo dándome en la pierna con cariño y riendo un poco.

—No digo nada, continúa.

Volvió a suspirar.

—La cosa es que... Llevamos un tiempo mal. Él está nervioso por el comeback, también porque estés aquí. No quiero decir que no le parezca bien, pero no le gustan los cambios, le alteran.

—Eso explicaría porqué solo me ha hablado un par de veces desde que llegué —reí.

—De verdad, no te lo tomes a mal, no es por tí.

Sin RemedioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora