Susto

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En medio del vuelo, una tormenta está provocando que el avión este en turbulencia y Lucía está muerta de miedo. Sus ojos están húmedos por las ganas de llorar que tiene y mis manos se apoyan en sus hombros para calmarla.

Estoy completamente preocupado al verla tan asustada y quiero ayudarla a calmarse. Mi corazón se encoje al notar como está temblando.

-Tranquila Lucía, no pasa nada.

No me escucha, solo tiembla y la abrazo para reconfortarla con mis brazos, estos la envuelven con delicadeza y su cabeza descansa en mi hombro.

-Ya va a pasar... -Acaricio su espalda y me abraza con más fuerza.

Dejo de hablar, solo la acompaño y la sigo abrazando con la misma intensidad, mis manos la acarician sin otras intenciones hasta que el avión deja de estar en estado de turbulencia y cuando la muevo un poco hacia atrás, me doy cuenta que quedo completamente dormida y ladeo la cabeza, mirándola con una sonrisa tierna y me muevo con cuidado para no despertarla.

Le hará muy bien dormir, lo hace con su cabeza en su pecho mientras que el vuelo sigue su curso.

A la noche, el avión aterriza en Cancún y la ayudo con su equipaje. Al principio no dice nada, en el aeropuerto un hombre nos está esperando para llevarnos al hotel y guarda todo nuestro equipaje en una combi.

El hombre nos traslada hacia el hotel y ambos le agradecemos cuando baja nuestras valijas. Cuando quedamos los dos a solas en el hall del hotel, nuestras miradas se encuentran y me mira en silencio, parpadea varias veces y me da la espalda antes de ir a la recepción.

Nos atiende una mujer y Lucía da los datos de la reserva.

-Señora, lo siento mucho pero hay un problema. -Apenada. -Solo nos queda una habitación con una cama matrimonial con vista al mar.

Me quedo con la boca abierta y su expresión es la misma.

- ¿Cómo? -Alterada. -No puede ser.

-No te alarmes, yo dormiré en el sillón.

Vuelve a mirarme y asiente en silencio, regresa su mirada a la muchacha y esta le da las llaves de la habitación.

Un botones nos ayuda con las pertenencias y vamos al séptimo piso.

La habitación del hotel es hermosa, tiene de todo y es muy lujoso. El balcón cuenta con una preciosa vista a la playa y el baño tiene un jacuzzi.

Lucía recorre la habitación y se apoya en el balcón, me permito acercarme despacio y agacha la cabeza.

-Quería agradecerte por haberme ayudado... -Susurra.

-No te preocupes... Además, tenias mucho miedo y me preocupe mucho por vos.

Se da la vuelta, al quedarnos frente a frente, sus ojos se mueven inquietos y asiente lentamente.

-Solamente quiero que estés bien, Lucía. Por eso en todo este tiempo te ofrecí mi apoyo incondicional, no me gusta verte triste y lo hice porque así me siento feliz. -Sonrió. -Me pone feliz verte sonreír, me gusta ayudarte en el trabajo y escucharte.

Sus ojos se abren como platos y me acerco lentamente en medio de la noche tranquila de Cancún, mis manos agarran los suyos y siento un ligero temblor en su cuerpo.

Cierra los ojos y arruga el rostro, el aire es tan tenso que casi lo puedo palpar, su respiración es pesada igual que la mía y apoyo mi frente con la suya. Suelto sus manos y la envuelvo, protegiéndola con mis brazos y traga saliva al sentirme tan cerca.

Es una tentación, me estoy muriendo por besar sus labios, los cuales están tan cerca de mi boca y mojo mis labios antes de acabar con esa maldita distancia.

Nuestros labios se unen en un bendecido beso y ella abre su boca para darle acceso a mi lengua, la cual utilizo para explorar cada rincón de su boca y jadea por el beso apasionado.

Sigo besándola y mis labios quedan inmersos en su aliento, la acerco más a mi pecho y sus dedos se enredan en mi cabello oscuro. Mis labios se mueven en sincronía, disfrutándola de sobre manera y nuestras lenguas se enredan cuando el beso es más intenso.

Rápidamente, sus manos se mueven a mi pecho, esparciéndose por mi torso hasta el borde de mi remera para quitármela. La tomó de la cintura y mientras la beso, la hago entrar al interior de la habitación y cierro la puerta corrediza del balcón.

Mis manos se mueven enseguida para despojarla de su ropa y Lucía hace lo mismo, dejándome desnudo y ella queda en ropa interior.

Lleva un conjunto de lencería roja con encaje, mis ojos la recorren de pies a cabeza y me deja más duro al deleitarme con su cuerpo, mirando lo hermosa que se ve su mirada perdida en el deseo, mirándome solamente a mi.

Agarro su mano y tiro del brazo para acercarla a mi pecho, inclino la cabeza para besar sus hombros y me encuentro con los breteles de su sostén, mis manos se mueven en su espalda tan suave como toda ella y le desabrocho el sostén.

Utilizo mis dientes para quitárselos y caen en el suelo. Su cabello está suelto y tomo su cabeza antes de mirarla de cerca, es tan perfecta que me hace doler el pecho y estoy desesperado con unirme completamente en cuerpo y alma con Lucía.

Mis labios besan su cuello con ternura, provocando que leves jadeos se escapen de su boca y la llevo a la cama. Nos acostamos en el colchón y la encierro con mi cuerpo.

Mis dedos se desparraman por todo su cuerpo, las caricias se vuelven más atrevidas cuando llego a sus piernas y sigo atacando su cuello, chupando ligeramente de su piel y puedo ver como se sonroja, la estoy volviendo loca del placer y como disfruto verla de esa manera.

Yo estoy provocando que se ponga así y nadie más. Mi lengua se mueve en todo su cuello y contiene la respiración cuando mis dedos entran a su vagina.

Esto es muchísimo mejor que en el sueño porque este es real y porque nuestros cuerpos emanan ese fuego que intentamos consumir.

Intentamos separarnos y no fue posible, solo basto para darnos cuenta que la caída es inevitable y ahora estamos ardiendo en la cama.

Dejo de explorar su cuello y me encuentro con su mirada ardiente mientras sigo masturbándola, se moja cada vez más y no puede contener sus gemidos, los cuales son bajos y me está volviendo loco.

No me deja pensar, solo estoy dejándome llevar por el animal de mi interior y sus manos se apoyan en mis hombros.

Al sentir sus caricias provoco que mi piel temblara y se ponga de gallina, siento tantas ganas de besarla que me estoy volviendo adicta a sus labios, a su cuerpo, a todo su ser. 

En carne vivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora