Mordaza

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Narra Horacio:

Al otro día, estoy desayunando con buenas vistas de la Ciudad de Buenos Aires y a pesar de tener intenciones de quedarme en el país hasta tener la respuesta de Lucía pero ayer a la noche me llamó mi secretaria para decirme que me necesitan en mi empresa para una reunión a último momento con los inversionistas de la empresa, me molesta no poder suspenderla y pedir a mi mano derecha que me suplante pero tengo que estar en la reunión al ser el presidente y el inversionista mayoritario.

-Señor.... ya está todo listo para irnos al aeropuerto.

Le doy una última mordida a mi medialuna antes de asentir y me pongo de pie.

-Gracias.

Tomo mis pertenencias y salimos del hotel. Ahora solo me queda poner en orden mi empresa antes de volver al país y me quedaré por mucho tiempo hasta obtener lo que quiero.


Narra Lucía:


Estoy desayunando con Marcos y por suerte me siento muy bien, hasta tengo apetito de comer todo lo que encuentre y eso le da gracia a mi pareja.

- ¿De que te ríes? -Lo empujo suavemente y toma mis manos.

-Porque te ves muy bien así, mi vida. 

Amplía su sonrisa y mi corazón se cae al ver lo lindo que se ve. Me tomó del mentón y me atrae a sus labios, cautivandome con un beso delicado y jadeo verme envuelta por sus fuertes brazos.

Es tan hermoso sentirme así cuando estoy con el, lo disfruto tanto y solo quiero permanecer así para siempre. 

-Como quisiera quedarme aquí y faltar al trabajo. -Exclama con una voz profunda.

-A mí también. -Sonrió. -Pero hay que trabajar.

Hace puchero como niño chiquito y suelto una risita.

-Eres tan hermosa que te comería toda. -Mordiéndose los labios. 

Me da piquitos y acaricia mi espalda. 

Dios... este hombre cada día me enloquece por completo. 

-¿Te acompaño a tu trabajo? -Me pregunta. -Así ya me quedo más tranquilo que llegaste.

-No hace falta mi vida. -Acaricio su mejilla y sonrió. -Tomó un taxi y luego te mando un mensaje como siempre.

Asiente y hace una mueca.

-Espero que ese tipo no te vuelva a molestar con lo mismo porque se las vera conmigo. -Sonríe.

-Si se atreve a aparecer en la empresa le digo que no y asunto arreglado, mi cabeza solo está enfocada en nosotros y en el desfile, nada más.

Sonríe satisfecho al escucharme y me da otro beso.

-Te amo. -Suelta y corre el mechón que está en mi rostro.

Sus ojos me miran con ese amor que me tiene embobada, ese brillo hermoso que desprende en su mirada y mi corazón late con fuerza. 

 Al llegar al trabajo, Milagros me entrega una taza de té y le agradezco con afecto.

-Le quería avisar también que el señor San Roman me llamó para decir que se ausentara por un tiempo.

Respiro aliviada y le agradezco.

-Gracias Mili. Si hay algo que es de urgencia llámame. Ahora voy a estar ocupada para buscar el predio para hacer el desfile y voy a tener mi atención en ese tema. -Claro señora y si necesita algo llameme.

Sonrió en respuesta y Milagros se retira de mi oficina.

Gracias a Dios que Horacio ya no está, otro problema menos.

Estuve toda la mañana focalizándome en el desfile y un mail me responde rápidamente para ofrecerme el lugar donde se dará tal suceso.

Se trata de La Rural y la verdad que es tentador.  Me citan para hablar al mediodía y me dan la dirección del lugar. Les respondo enseguida y acepto la reunión para cerrar lo antes posible.

La cita será en el Hotel Sheraton y por suerte me queda cerca del trabajo.

Cuando se va acercando la hora, le pido a Milagros que se encargue de todo en mi ausencia y salgo del edificio. Pido un taxi y le mandó un mensaje a Marcos para avisarle que iré al Sheraton para ponerme manos a la obra por el lugar donde se dará el desfile. El conductor me lleva hasta el hotel y después de varios minutos, le pago y salgo enseguida. 

Tengo que reunirme con uno de los socios de La Rural, llamado Esteban Rojas y me espera en una de las salas de reuniones del hotel.

Ingreso al edificio y me apuro en llegar a la sala, en el lugar solo me encuentro con la recepcionista y varios habitantes caminando en sentido a la salida. 

Me parece un tanto extraño que no haya nadie en el hotel, más con todos los turistas que hay por la ciudad. Sin embargo, esa duda la despejo enseguida y entró a la sala.  Cierro la puerta y me encuentro con un lugar completamente vacío y entrecierro los ojos al sospechar de nuevo.

Camino hacia la puerta y cuando quiero salir, entran dos hombres vestidos de negro y lo primero que hacen es agarrarme. Intento defenderme como puedo pero apoyan un pañuelo que tapa mi nariz y la boca, peleó con todo lo que puedo para quitármelos de encima pero enseguida el olor que desprende ese pañuelo provoca que mis ojos vayan perdiendo visibilidad y pierda automáticamente la conciencia.


Narra Héctor:

Las puertas de la sala se abren y veo a uno de los hombres sosteniendo a mi esposa, me detengo a observarla y está inconsciente.

Lamento haber llegado a esto pero mi mujer no me dejó otra manera más que por la fuerza.

-Ya mismo van al estacionamiento y la dejan en la camioneta. 

Hacen caso a mis órdenes y le agradezco a la mujer que ocupó el puesto de la recepción. Nadie tendrá pruebas de que yo la tengo y donde va a estar.

A pesar de denunciar su desaparición, Marcos no la va a encontrar nunca más. 

Sigo a mis hombres hasta el estacionamiento y dejan a Lucía en la camioneta, subimos al automovil y emprendemos la huida del hotel.

Ahora vamos en camino hacia nuestro nuevo hogar, donde vamos a ser de nuevo felices con nuestra familia como debió ser hace mucho tiempo. 

En carne vivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora