Regreso

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Narra Marcos:


Ahora estamos en el avión y Lucía está durmiendo en mi pecho, nuestros dedos están entrelazados y no puedo dejar de mirarla. Estoy más tranquilo al ver que la mujer que amo recupero la calma y que hayamos dejado el infierno atrás. 

Estoy tan feliz de que tengamos otra oportunidad para ser felices y hare lo que sea para que Lucía sea feliz. La miro con amor, contemplándola en silencio, mis brazos la protegen de cualquier mal y beso con cuidado su frente. 

Mi Lucía parece un ángel y lo es, es un ángel que apareció en mi vida para mejorarla y convertirme en un mejor hombre. Haría cualquier cosa para mantenerla a salvo porque ella es la razón de mi vida, es la que me da las fuerzas para seguir vivo y me moriría si le pasa algo a la mujer que amo. 

Mi corazón se encoge de amor por ella y sonrió de felicidad, mi mano acaricia con cuidado su espalda y mis ojos están que se cierran por el sueño.

Me quedo profundamente dormido sintiendo una profunda paz. 

Horas más tarde, abro los ojos y me encuentro con la hermosa mirada de Lucía y tomo su mano antes de besarla. 

- ¿Cómo te sientes, mi amor? 

-Mejor. -Sonríe. -Más tranquila... solo estoy pensando en recuperar mi identidad y mi vida. 

-Y así va a ser. -Acaricio su mejilla. -Vas a recuperar tu identidad y podremos vivir en paz. 

Extiende su sonrisa y mi corazón se derrite de amor. Dios santo, si tuviera que repetir está vida para estar con ella, lo haría de nuevo y más al saber que tendría la recompensa de ser feliz junto a ella. 

Nos miramos con amor y ella ladea la cabeza. Me vuelve loco verla así, como le brillan los ojos al mirarme y lo tierna que se ve. 

-Ahora podremos vivir en paz. -Segura. 

-Y con una princesa por delante. -Emocionado. -Me muero por sostenerla entre mis brazos... mi princesa va a ser tan hermosa como su madre. 

-O como su padre. 

Hago una mueca y niego enseguida, ella se ríe y golpea suavemente mi pecho. 

-No seas así... eres precioso. 

-Lo dices porque te gusto. 

-Es verdad. -Me besa. -Pero tengo razón, eres precioso. 

-Pero no tanto como tu. 

Mis dedos se enredan en su cabellera y la acerco para besarla. Mi pecho se agita de tan solo besarla y la tomo con fuerza. 

Tiempo después, llegamos al país durante la madrugada y vemos que Juliana nos está esperando. Me detengo a ver como reacciona Lucía y se apura para llegar a su amiga. Ambas se dan un abrazo y sonrió al ver a Lucía tan feliz. 

Gracias a Dios estamos a salvo y dejamos el infierno atrás. Ahora tengo la oportunidad de cumplir la promesa que me hice y hacerla feliz como tanto merece. 

Juliana se aleja un poco para verle el vientre un poco abultado y se atreve a tocarlo. 

-Ay mi sobrina está creciendo. -Contenta. - ¿Cómo les fue en el viaje? ¿Qué paso con ese desgraciado?

Me acerco a Lucía y ambos nos miramos, no queremos hablar de eso en el aeropuerto y salimos del lugar. 

-Traje mi coche. 

La seguimos hasta el estacionamiento y le abro la puerta a Lucía antes de ayudarla a entrar. Cuando ingreso al coche, la rodeo con mis brazos y ella se apoya en mi hombro, se la nota tan cansada y solo quiero que descanse. 

Al quedarse dormida, Juliana nos ve por el retrovisor y suspira de alivio. 

-Menos mal que está bien... tenia tanto miedo que saliera todo mal. 

-Horacio se entero de la verdad, se dio cuenta que yo era su contador. 

- ¿Como? -Sorprendida. - ¿Qué paso? 

-Tuve miedo por Lucía y mi hija... tenia tanto miedo que les hiciera daño y me volví loco. Nos peleamos y Lucía lo mato. 

-Dios mío. -Exclama. -Por eso vinieron de un día para el otro. 

-Tenia planeado de regresar mañana pero lo bueno es que Lucía ya está fuera de peligro y casi recupero su memoria. 

-¿Como que casi? ¿Qué le falta recordar?

-Me dijo que no recuerda nada del secuestro. 

La escucho suspirar y sigue conduciendo. 

-Los voy a llevar a tu departamento, no se que van a decidir acerca del trabajo de Lucía y como va a enfrentarse a los medios. 

-Preferiría que por ahora no lo haga. -Observo como Lucía duerme profundamente. -Al menos hasta que se tranquilice todo. 

-Está bien. 

Después de unos minutos, llegamos al departamento y despierto a Lucía con suavidad. 

-Mi vida... -Susurro. 

-Mmm... -Murmura. 

-Ya llegamos a casa, es hora de bajar. 

Abre un poco los ojos y asiente lentamente, la ayudo a bajar y le agradezco a Juliana por todo. 

-Después dime como está. 

-Por supuesto. -Sonrió. 

Envuelvo mi brazo alrededor de la cintura de mi mujer y entramos al departamento, ella está apoyada en mi cuerpo y disfruto de su calidez. Aprieto el botón del ascensor y esperamos a que baje. 

-Estoy tan feliz. -Murmura somnolienta. -Al fin estamos en casa. 

La miro con una felicidad que se me escapan de los poros y asiento. 

-Al fin estamos en casa, mi amor. 

Las puertas del ascensor se abren y entramos enseguida. 

Mi corazón late con fuerza al saber que ya no hay nada que nos pueda separar, pudimos sortear todos los obstáculos y nuestro amor se fortaleció más y más. 

Ahora tenemos la oportunidad de formar una familia, esperar a nuestra hija a la que le daremos toda la felicidad del mundo y hare cualquier cosa para ser el mejor padre y esposo que las personas de mi vida merecen.

Mi mirada contempla a Lucía y mis ojos brillan de tanto amor, ese amor que le pertenecerá para toda la vida. No importa lo que pase, Lucía será la luz de mis ojos, la persona por la que vale la pena luchar. 

En carne vivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora