Tensión

54 6 0
                                    

Narra Marcos:


Salgo de una oficina sintiéndome completamente extraño. No se que me pasa y a medida que van pasando los días, me doy cuenta que cada vez quiero protegerla de ese infeliz que la está haciendo sufrir.

Lo se, yo también me sometí en su chantaje pero en este tiempo voy a aprovechar para mantenerla a salvo.

Lo que no se es que hacer para ganar tiempo porque ya paso un mes y Héctor me está apurando para que avance con ella. Lo que el no sabe, es que nos estamos acercando y no pienso decírselo.

Me hace sentir tan bien compartir momentos de mi vida con Lucía, hacerla sonreír y ver como se asomaba una sonrisa hermosa gracias a las flores que me regale me hizo sentir tan emocionado que mi corazón late a mil por hora.

Eso es lo que me hace dar cuenta que no es solamente me da ganas de protegerla, se que hay algo más que hace que mi alma se despierte y es gracias a Lucía Dorrego.

Una mujer que es casada pero eso no me importa, ese desgraciado no la merece y darme cuenta de la persona maravillosa que es esa mujer, me despierta cada célula de mi cuerpo, me revive completamente.

Dios santo, aún así no puedo enamorarme de ella y eso me esta volviendo loco. Si Héctor se entera de eso ya me va a querer separar de ella y no puedo dejar que pase.

Tengo que pensar que hacer...

Voy a mi oficina y enseguida, Alfonso entra sin tocar y se apoya en mi escritorio.

- ¿Avanzaste con Lucía? Estás demasiado lento para mi gusto. Pensé que serias más rápido.

-No... todo igual. -Serio. - ¿Qué pasa? -Nervioso. -Estoy ocupado y nos pueden ver, no quiero que sospechen.

-Te estás tardando un poco, ¿no lo crees?

-No es tan fácil. -Hablo en voz baja. -Quiero acercarme pero mantiene su distancia.

-Tienes que apurarte porque Héctor ya no quiere perder tiempo, acelera porque va a ser peor para vos.

-No me rompan las pelotas. -Enojado. -Lo hare a mi manera.

-No mandas acá Marcos. -Palmea mi hombro. -No hagas que se enoje porque va a ser peor.

Segundos después, sale de mi oficina y respiro profundamente.

No quiero someterme a su chantaje, solo quiero aprovechar este tiempo para mantenerla a salvo de ese hijo de puta.


Narra Lucía:


Estoy trabajando en mi proyecto y a veces se me escapa la mirada en las flores que me regalo Marcos, ese delicioso aroma está inundando mi oficina y me pone más feliz.

Se nota mucho en mi humor, me siento mucho mejor y no tengo tiempo para sufrir en algo que ya no vale la pena.

Hay un golpeteo en la puerta y huelo un aroma tan rico que hace que rugan mis tripas.

-Adelante.

La puerta se abre y otra vez Marcos, tiene en sus manos dos bolsas de papel madera y los coloca sobre la mesa.

-Al final tuve razón con mi corazonada. -Sonríe en dirección a la maqueta.

Me roba una risa y asiento.

-También pensé en comprar comida para los dos y te ayudo con tu proyecto.

Ladeo la cabeza mientras lo miro y saca de la bolsa un paquete de plástico. Me compro lo que siempre como, un pollo al horno con papas.

Me gustan mucho sus atenciones y al mirarlo, puedo ver un poco de brillo en su mirada.

Nos sentamos y nos tomamos un tiempo de descanso mientras comemos.

- ¿Cómo te sientes? Ayer te vi un poco rara.

Suspiro y hago una mueca.

-Lo mismo de siempre pero ya estoy cansada de eso, ya no quiero pensar nada que ya no vale la pena.

-Espero que las flores que te regale hayan cambiado tu estado de ánimo.

-Me ayudo mucho. -Sonrió. -Muchas gracias.

Hay felicidad en su mirada y sigue comiendo. Sigo mirándolo y mi corazón late con calma con solo tener su presencia.

Respiro hondo para aliviar un poco mis sentidos y tomo unos sorbos de mi jugo.

Más tarde, estoy con mi amiga al mismo tiempo que estoy perdida en mis pensamientos.

- ¿Me estás escuchando?

Juliana me saca de mis pensamientos y reacciono rápidamente.

-Lo siento. -Suspiro. -Tengo tantas cosas en mente.

- ¿Por qué no te quedas está noche? Te hará muy bien despejarte y alejarte un poco de tu marido.

-Las cosas están peor que nunca. -Me quejo. -No se que le pasa y siento que tiene una amante por como se está comportando.

- ¿Estás segura?

-No lo se... -Confundida. -Está tan raro... hay tantas cosas que me tienen pensando. Hay un hombre. -La miro. -Me ofrece su oído, escuchando todo lo que me esta pasando y me hace bien que alguien me este ayudando. -Sonrió un poco. -Es un hombre tan bueno, me gusta contar con su compañía. -Me muerdo los labios.

Juliana no me dice nada, solo me mira con seriedad mientras me escucha.

-Está bien que tengas un amigo que te escuche. Te hará bien para desahogarte.

Asiento lentamente y mi corazón late con fuerza, trago saliva y otra vez mi mente se pierde.

Al otro día, estoy ocupada mientras trato de alcanzar una carpeta del estante más alto y no alcanzo, respiro hondo y agarro mi silla para subirme.

Una vez que llego al estante, agarro la carpeta y sin querer mi pierna se dobla. Una punzada de dolor me hace gemir y siento que me estoy cayendo, trato de agarrarme del estante pero fracaso en el intento.

Sin embargo, cuando ya me entrego a la caída, alguien me toma de la cintura y caigo en brazos de Marcos.

Nuestras miradas se encuentran y el traga saliva mientras mira mis labios. Su mirada se hace más oscura y esa mirada tan profunda enciende mi interior sin darme tiempo a reprimirlo. Trago el nudo de mi garganta y el silencio prolonga en el tiempo. Sigue observando mis labios y su respiración es lenta, profunda que puedo sentirlo completamente.

Lo tengo tan cerca que la picazón se hace evidente y la tensión sexual me hace dar cuenta lo que me está pasando. 

En carne vivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora