Narra Marcos:
Más tarde, regresamos a la casa y nos sorprendemos al ver a Horacio tan temprano en la casa.
-Hola mi amor. -Se acerca a Lucía y le da un beso en los labios.
Trago en seco y no puedo evitar apretar los dientes al sentir tantos celos. No soporto ver como la toca, tengo tantas ganas de quitarlo de encima y golpearlo como se merece pero tengo que calmarme porque la primera en sufrir las consecuencias seria Lucía y no quiero eso. No me lo perdonaría.
Tengo que pensar en ella y en nuestro bebé.
Respiro hondo y miro hacia otro lado antes de ir a la cocina.
- ¿Cómo te fue, mi amor? ¿Me extrañaste?
Lo escucho hablar y hago una mueca al escucharlo. Dios santo, ya no aguanto a este imbécil.
- ¿Qué haces aquí?
Escucho a Lucía con un tono de desagrado.
-Es que vine para decirte que te prepares. Vamos a salir a cenar y quiero que estés hermosa para poder llevarte de mi brazo.
Me coloco en el marco de la puerta para ver que está pasando y mi mirada es una llama ardiente por los celos que estoy sintiendo. Soy consciente que Lucía no tiene la culpa pero no soporto a ese tipo y las intenciones que tiene con ella.
Como fue capaz de engañarla y robarle su identidad. Gracias al cielo Lucía va recuperando de a poco la memoria y puede ver la basura que es.
Ella pone distancia de Horacio y lo mira con desagrado.
-Estoy cansada, Horacio... -Suspira. -Los pies me están matando y quiero descansar.
-Podemos cenar aquí... -Se acerca lentamente. -Y podemos tener una hermosa noche. ¿Qué te parece, mi amor?
-Horacio. -Se aleja. -En serio... Me voy a acostar.
- ¿Todavía sigues enojada? -Serio. -No entiendo porque te pones así, todo lo que digo te molesta.
-No tengo ganas de pelear. -Seria.
Rápidamente la toma del brazo y hace que lo mire.
- ¿Qué tengo que hacer para que aceptes salir conmigo? ¿Para que al menos te comportes como mi mujer y te entregues a mi en la cama?
Ya no puedo aguantar más, la rabia se hace cargo de mi cuerpo e intervengo para alejar a Lucía de ese hijo de puta.
-Tranquilícese, señor... -Mirándolo con rabia. -La está lastimando.
El infeliz ni siquiera me mira, está enfocado en Lucía y la libera unos segundos después cuando su expresión se suaviza.
-Me lastimas. -Asustada. -Ni te atrevas a tocarme.
-Lo siento... no quería. -Intenta disculparse.
Lucía no dice nada, solo da media vuelta y se apura para llegar a las escaleras. Horacio se lleva la mano a la nuca y suspira frustrado.
-Ya no se que hacer con ella. Todo le molesta, quiero sacarla a pasear y pasar un momento agradable y me rechaza.
Lo observo en silencio, no puedo decirle nada porque él mismo se busco está situación.
-Si no le molesta, voy a fijarme como está. -Me atrevo a hablar.
-Si... gracias Marcos.
Asiento y avanzo hacia las escaleras. Las subo enseguida y me acerco a la puerta, le toco enseguida y hablo para que se de cuenta que soy yo.
Abre la puerta rápidamente y entro antes de cerrarla con llave.
- ¿Estás bien? -La envuelvo entre mis brazos. -Dios santo, quería matarlo cuando te toco.
-Ya no lo soporto más... -Tiembla. -No aguanto tenerlo cerca, me quiero ir.
-Yo tampoco quiero verte cerca de ese enfermo pero así no podemos. -Suspiro. -No tenemos dinero ni para pagar un pasaje para volver a Argentina.
Cierra los ojos y se inclina a mi pecho, hundiendo su rostro en el.
- ¿Por que nos tiene que pasar esto? -Frustrada.
-Shhh... -Pongo mis dedos en su boca. -No pienses en eso, mi amor. -Hago que se siente en la cama y apoyo la mano en su vientre. -Tranquila, no le hace bien al bebé que estés así.
Froto su vientre con suavidad y resopla despacio antes de mirarme con esos hermosos ojos azules.
-Quiero que te quedes conmigo. -Acaricia mi mejilla.
-No hay nada que no quiera más en el mundo que quedarme con vos. -La miro con amor y paso mi mano por su cabello.
Me mira con tristeza y niega despacio.
-Lo odio... no entiendo como pudo hacernos esto.
-No es el único culpable. -Tomo sus manos y los aprieto con ternura. -Pero ellos no ganaron... a pesar de todo estamos juntos.
Le regalo una sonrisa y une su frente con la mía.
-Solo quiero que esto termine y estar con vos sin tener que esconderme.
-Yo también, mi amor. -La abrazo con fuerza. -Solo quiero pasar todos los días a tu lado, amarte, formar con toda la felicidad del mundo a nuestro bebé y envejecer con vos.
Mis ojos me empiezan a picar y respiro hondo. Lo que más quiero es estar a su lado, gritarle a los cuatro vientos que la amo con desesperación pero me lastima que tengamos que escondernos por este desgraciado.
Al otro día, estoy manejando por la ciudad para ir a un centro comercial y noto que Lucía está con la mirada perdida. Me da curiosidad en saber que está pensando y reacciona unos minutos después.
- ¿Puedes estacionar?
- ¿Qué pasa? -Asustado. - ¿Es el bebé?
-No, mi amor. -Sonríe un poco. - ¿Tienes el número de Juliana?
Solo sonrió al escucharla, me pone tan feliz que vaya recordando las cosas y asiento enseguida. Agarro mi celular y busco su contacto, se lo doy y la llama.
Coloca la llamada en altavoz y toma mi mano. Me pone tan feliz acompañarla en estos momentos en los que ella se está descubriendo, en los que está recuperando su identidad y me emociona que todo se vaya ordenando.
Solo que hay una duda que pasa por mi cabeza y eso me pone ansioso de tan solo pensar como va a reaccionar.
-
ESTÁS LEYENDO
En carne viva
RomanceUna maternidad deseada y un esposo dispuesto a todo para que su esposa quede embarazada.