Latidos

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Narra Marcos:


Juliana nos mira asustada y le explico la situación. 

-Me pareció ver a Horacio en el desfile. -Suspiro. -Se dio cuenta que lo descubrí y escapo. 

-No puede ser. -Inquieta y mira a Lucía. -Si está muerto, vos le disparaste. 

Lucía mece suavemente a Emilia y asiente lentamente. 

-Si... le dispare dos veces pero parece que no murió. 

-A ver, a ver. ¿Ustedes se están escuchando? Están paranoicos, si está muerto es imposible que lo hayas visto, habrá sido tu imaginación. 

-Yo se que lo vi. -Frustrado. -No se que quiere este tipo pero no se va a salir con la suya. 

Observo a Emilia y ella traga saliva, la niña está dormida en sus brazos. 

-Gracias por cuidarla, Juli. -Susurra. 

-No hay de que, Lu. 

La mirada de mi mujer está en la nebulosa y segundos después avanza hacia las escaleras. 

Me siento tan mal al verla así, se forma un hueco en mi pecho y Juliana me mira. 

-Ya me voy a ir. Ve con Lucía, te necesita. 

-Gracias. 

Contesto en voz baja y le abro la puerta a Juliana, se va en su auto y cierro la puerta con llave. Me aseguro de que todo esté cerrado, subo las escaleras de inmediato y me la encuentro apoyada sobre la puerta de la habitación de Emilia. 

Sus ojos me miran con lagrimas en los ojos y me acerco para tomarla entre mis brazos. 

-No va a pasar nada, mi amor. Van a estar a salvo. 

La mantengo segura entre mis brazos, no voy a dejar que nadie la aparte de mi lado. 

- ¿Qué vamos a hacer? -Susurra. -Yo sabia que algo de esto iba a pasar, sentía esa sensación y no me equivoque. 

-Pero ese tipo no se va a salir con la suya. -Me echo hacia atrás para mirarla con convicción. 

Sus ojos azules me miran con miedo y asiente lentamente, apoya la cabeza en mi pecho y mis brazos envuelven su cuerpo con fuerza. 

Me llego a enterar que ese infeliz se le llega a acercar y juro que lo mato con mis propias manos. 

-Vamos a la cama, te hará un poco bien descansar. 

Beso su cabeza y vamos a la habitación. 

Al otro día, acompaño a Lucía hasta el trabajo y me siento un poco paranoico por la aparición de Horacio. De tan solo pensar que ese loco puede aparecer en cualquier momento y me da tanto miedo.  

Por seguridad, Lucía sostiene en brazos a nuestra Emilia para llevarla a su lugar de trabajo, se que ahí estará en buenas manos.

Respiro hondo mientras salgo del taxi y me apuro en abrir la puerta, tomo a la niña para que mi prometida pueda salir del auto, cierra la puerta y entramos a la empresa, cuando estamos por entrar al ascensor, nos encontramos que Alejandro ya está adentro. 

-Buenos días. -Sonríe y mira a la niña. -Que linda. 

Agacha la cabeza para mirarla mejor y veo a Lucía sonriendo. 

-Es la primera vez que la traes. 

-Si... -Suspira. -Es mejor así, le dije a Milagros que me prepare una cuna en mi oficina. 

Alejandro asiente y le hago señas que me espere. 

Cuando llegamos al piso, salimos del ascensor y me acerco para besar a Lucía. 

-Adiós, mi amor. Cualquier cosa mándame un mensaje o llámame. -Preocupado. 

-Lo hare... vos también cuídate. Te amo. 

-Te amo más. 

La beso de nuevo y Lucía entra a su oficina, Alejandro me mira y le digo en voz baja que me siga. 

-Mejor vamos a mi oficina. -Habla en voz baja. 

Asiento y avanzamos hasta su lugar de trabajo. 

Al entrar, cierra la puerta y me presta atención. 

- ¿Paso algo?

Asiento y respiro hondo, no se por donde empezar para explicarle lo que está pasando. Alejandro no está enterado de nada y todo lo que pasamos entre Lucía y yo hasta parece una película. 

-Si... ayer en el desfile vi a alguien que le hizo mucho daño a Lucía y tengo miedo por ellas, por eso Lucía trajo a la niña. -Le explico. -Por eso te pido que no la pierdas de vista, mejor que no salga a la calle hasta que regrese al edificio. 

-Confíe en mi, señor. No le pasara nada a Lucía. 

Asiento, sintiéndome mucho mejor al saber que puedo confiar en Alejandro. 

-Gracias. 

Me despido y salgo de su oficina para avanzar hacia el ascensor. Aprieto el botón y espero a que las puertas se abran. Entro enseguida y aprieto el botón de la planta baja. 

No se que tendrá preparado ese maldito loco y eso me asusta, no saber por donde vendrá la puñalada y tengo miedo que quiera arrebatármela de nuevo. 

Pero no lo dejare, primero va a tener que matarme. 


Narra Horacio:


Ese bastardo tuvo que arruinar mis planes pero el estúpido fui yo al pensar que nadie se daría cuenta, ahora deben estar cuidándose las espaldas y tengo que pensar muy bien el paso siguiente. 

Ya no quiero perder más tiempo y me urge vengarme de ese maldito. Acabar con el con mis propias manos y verlo sufrir, pidiendo piedad por la vida de Lucía. 

No tienen idea de con quien se metieron pero muy pronto mi venganza se vera realizada. 

Gutiérrez está conmigo, oyendo cada paso de mi plan y el asiente con determinación. 

-Muy buen plan, señor. Cuando quiera me puede avisar para actuar inmediatamente. 

-Todavía no. -Suspiro. -Ahora que ese estúpido me vio, debe estar cuidándole la espalda a su mujercita.-Serio. - Habrá que esperar un poco más.

-Como usted diga, señor. 





En carne vivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora