Fuerza

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- ¿Quieren escuchar sus latidos?

La mirada de Lucía se dispara hacia la doctora y asiente enérgicamente. 

-Por favor. 

No puedo hablar y Lucía está igual porque su voz salió como un susurro.

En un instante, los latidos del bebé retumban en la habitación y nos miramos con Lucía con esa sensación de conmoción, su corazón suena tan fuerte que nos sorprendemos. 

Los labios de la mujer que amo empiezan a temblar y aprieta mi mano. 

-Late tan fuerte. -Exaltada. - ¿Lo escuchas mi amor? -Mirándome. -Tan chiquita y mira como late...

Asiento sin poder hablar, mis lagrimas se deslizan por mis mejillas y soy incapaz de controlarlas, la observo con ese amor que traspaso la separación y el olvido. 

-Todavía no se puede saber el sexo del bebé, asumo que en la siguiente ecografía se podrá ver sin problemas. 

Ambos asentimos y la medica empieza a sacar fotos de las ecografías. 

Minutos después, salimos con las fotografías del ultrasonido y seguimos con ese hermoso impacto de haber conocido a nuestra niña. Estamos en la calle y mis brazos la envuelven con fuerza antes de atraerla a mi cuerpo.

-Su corazoncito latía con tanta fuerza. -Conmocionada. -Y yo que tenia tanto miedo de que le haya pasado algo y se aferro a la vida.

Mis manos toman su mejilla y se deslizan a su cabello.

-Ese bebé es tan fuerte como vos, mi amor. -Mi labio tiembla. -Nuestra niña soporto tantas cosas como tu lo hiciste... soportaste todo con una valentía enorme... -Sollozando. -Te amo con toda mi alma y no tienes idea de como te admiro... Como admiro tu fuerza, todo lo que aguantaste. 

-Porque sabia que algún día estaríamos juntos. -Sonríe. 

-Gracias, mi vida. Gracias por poner a salvo a nuestra hija. Gracias a Dios por haberte puesto en mi camino y por darnos la oportunidad de reencontrarnos. 

Mis brazos la envuelven con fuerza y me inclino para besar sus labios, encontrándome con sus labios dulces y con un jadeo que escapa de su garganta. Mi lengua se enreda con la suya en un beso apasionado y mis dedos se pierden en su cabellera. Sus brazos envuelven mi cuello y sus dedos frotan mi cuero cabelludo. 

Sus labios me pierden en una especie de trance y el tiempo se detiene, perdiéndonos en nuestro mundo, olvidando de todos los problemas que nos rodean y siento como mi corazón se quiere unir al de ella. 


Narra Lucía:


Subimos al auto y Marcos deja que maneje. Me siento tan feliz y anhelo que esté momento nunca termine, mi respiración es intensa y mis sentimientos están a flor de piel mientras conduzco hasta un hotel. 

- ¿A donde vamos? 

-A tu castigo. -Sonrió con malicia. 

- ¿Ah, piensas castigarme? -Arquea una ceja. 

-Hmmm... no te vas a escapar. 

-Tampoco pienso hacerlo. 

Veo como se muerde los labios y la calentura me alcanza. 

-Estoy emocionado por saber lo que tienes para mi. 

Suelto una risa y se acerca para besar mi mejilla. 

Cuando llegamos al hotel, Marcos toma mi mano y me mira con seriedad. 

-Deja que pague yo... es muy peligroso que dejes tu tarjeta porque se va a dar cuenta. 

-Lo se. -Suspira. -Está bien. 

Entrelazamos nuestros dedos y entramos al hotel. Marcos pide una habitación y pide servicio a la habitación para pedir comida. 

-Enseguida tendrá lo que pidió, señor. -Le entrega la tarjeta magnética. -Que tenga un buen día. 

Le agradecemos y me lleva hasta el ascensor, una vez que las puertas se cierra, me acorrala a una de las esquinas del ascensor y la respiración abandona mis pulmones cuando me besa apasionadamente. Sus dientes muerden mis labios con delicadeza y suelto un jadeo gutural. 

A medida que el ascensor sube. sus caricias se vuelven más provocativas y mi piel se pone de gallina. Mi cuerpo todavía está sensible y cuando veo sus ojos, trago saliva al verlo tan excitado. 

Sus ojos me miran con malicia y utiliza su mano para llevarla al tablero, pulsa el botón para parar el ascensor y lo miro con sorpresa. 

- ¿Qué haces? -Sonriendo. 

Me mira con una perversión que me encanta y ataca mi cuello, dejando besos húmedos y dejo escapar otro jadeo. 

Mientras Marcos continúa besándome el cuello, siento que me pierdo en el momento. Mi cuerpo está en llamas y no puedo resistir su toque. Sus manos están sobre mí, explorando cada centímetro de mi cuerpo con sus dedos. Dejé escapar gemidos de placer, incapaz de controlarme.

-He estado pensando en este momento todo el día. -Susurra, dejando besos por mi cuello y clavícula. 

Gimo suavemente, mi cuerpo arde de necesidad. Su mano desabrocha mi pantalón e introduce su mano por debajo de mis bragas, acariciando mi clítoris y no soy capaz de reprimir un gemido. -Estás tan mojada. -Gruñe. 

Seguimos en el ascensor, las puertas están cerradas y tengo miedo que alguien nos descubra pero el deseo es más fuerte que yo y me dejo arrastrar por la lujuria que me hace sentir Marcos. 

Su dedo se desliza dentro de mi vagina y dejo escapar un gemido de placer. Él mueve su dedo dentro y fuera de mí y el placer que me brinda este hombre no tiene límites. Sus manos son cálidas y suaves, creando un torbellino de sentimientos dentro de mí.

Mueve su mano arriba y abajo por mi humedad y empujo mis caderas contra su mano. Abro las piernas y él desliza sus dedos dentro de mí, siento que mi orgasmo se acerca.


-Voy a hacerte venir. -Dice mientras continúa penetrándome con sus dedos.

Siento que mi orgasmo se acerca y ya no puedo controlarme, lo agarro del cabello y gimo en voz alta. Presiona mi clítoris con la yema de sus dedos y siento como mi cuerpo empieza a explotar, cierro los ojos y sus dedos se mueven hacia adentro.

-No te detengas. -Le ruego. -Oh Dios. 

No puedo detener mis gemidos a medida que me frota con intensidad. Sin embargo, aprieta el botón del tablero y el ascensor empieza a moverse. Marcos me deja con una excitación impresionante y no me gusto que me deje con ganas. 

-Paciencia, mi amor. -Besándome con apetito. -Ya te voy a devorar completa en la habitación. 


En carne vivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora