Oferta

29 4 0
                                    

No le hice caso a Horacio y en la tarde estuve con Beatriz, la cocinera de la casa y le di la idea de hacer un plato que incluya salmón, tengo mucho antojo con ese tipo de pescado y me muero de hambre. 

La ayude a cortar las verduras y las puse dentro de la olla, revuelvo las verduras para que no se peguen y pongo un chorrito de aceite. 

-Sera mejor que vaya a prepararse, señora. ¿Qué le parece? 

-Tienes razón. -Sonrió. - ¿Segura que puedes con todo?

-Claro que si, señora. No se preocupe. 

Asiento al escucharla y me quito el delantal antes de caminar hacia las escaleras. 

Me doy una ducha rápida y cuando salgo del baño, empiezo a prepararme y opto por ponerme una camisa blanca con unos pantalones tiro alto. Me miro al espejo y puedo notar un rubor en mis mejillas al igual que un brillo especial en mis ojos. 

Es que no puedo explicar la emoción que estoy sintiendo, es tan rara porque no la he sentido en este mes que estuve tan despegada de la realidad. Sonrió levemente y respiro hondo antes de terminar de arreglarme. 

Sin embargo, Horacio entra a la habitación y me mira con una sonrisa. 

- ¿Se puede?

Asiento en silencio y se acerca lentamente, pongo distancia y busco mi porta cosméticos para maquillarme un poco. 

-Te quería decir que mañana nos vamos del país. 

Lo miro de reojo al escucharlo y me quedo en silencio por un momento. 

- ¿No me vas a decir nada? 

-Si me prometes que no tendré está vida en la que tengo que vivir encerrada, no tengo problema. 

Se acerca para tomarme de los hombros y sonríe. 

-Te prometo que todo será distinto. Voy a estar más tranquilo de saber que estarás a salvo. 

Asiento y cuando se inclina para besarme, apoyo las manos en su pecho y pongo distancia. 

-Se va a correr el labial...

Trago en seco al sentirme incomoda y respiro hondo. Se siente tan horrible no sentir nada por mi marido, no se como habrá sido nuestro matrimonio antes del desastre pero ahora en este presente estoy tan confundida. 

Horacio sale de la habitación y cierro los ojos antes de soltar un suspiro lleno de alivio al haberme quedado sola. 


Narra Marcos:


Termino de ponerme un poco de perfume y dejo el envase de perfume sobre el mueble. 

Mi mente está perdida en los recuerdos en la playa, donde fuimos tan felices y disfrutamos del momento, donde estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para protegerla, para hacerla feliz y el destino nos llevo a esté presente. 

Sin embargo, el presente nos volvió a juntar y me confirmo que lo que me decía el corazón siempre fue cierto, mi Lucía está viva y todo este deseo de protegerla, amarla y que ella esté conmigo se hace cada vez más grande. 

Nadie me va a detener, ahora que la encontré me hizo dar cuenta que nuestro destino es estar juntos. 

Me alejo del espejo y me dispongo en abandonar el departamento para ir a la casa de Horacio. 

Más tarde, toco el timbre y el que abre la puerta es Horacio, mis ojos están que echan chispas y trato de recomponerme para no ser tan obvio pero si que es difícil aguantar las ganas de partirle la cara. 

-Pase... está en su casa. 

Entro a la casa y a medida que caminamos por la casa, no puedo evitar buscar a Lucía y esté empieza a hablar. 

- ¿No le molesta si hablamos en mi despacho?

-Claro... 

Al escucharlo despertó mi lado curioso y pasamos a su despacho, cierra la puerta y hace señas para que tome asiento. 

-Mientras mi esposa se está arreglando podremos hablar de algo que me interesa mucho explicarle... -Toma asiento. -Después de lo que paso ayer despedí a mis hombres y necesito a alguien que cuide a mi esposa mientras trabajo en mi empresa, creo que usted es el indicado pero el que tiene que aceptar es usted. -Me mira. -Mañana nos iremos a Cancún y necesito que me responda ahora si acepta, tendrá su sueldo, techo y comida. 

Me quedo en blanco al escuchar su propuesta, está es una oportunidad demasiado enorme para acercarme a Lucía y que ella me recuerde. No obstante, me parece extraño una propuesta así cuando no sabe quien soy. 

-Permítame que le pregunte algo señor... ¿por que yo?

-Fácil, ayudaste a mi esposa y no la dejaste sola. -Tranquilo. -Además, también quiero hablarte de ella. 

Luce un semblante serio y una preocupación se extiende por mi cuerpo, tengo miedo de que le haya pasado algo a mi bebé. 

-Hace un mes que mi esposa sufrió un secuestro y perdió la memoria producto de un golpe, hice cualquier cosa para protegerla de cualquier peligro. Nos quedamos en Buenos Aires para que pueda recuperarse y para no complicar con el embarazo. 

Mi boca tiembla al escucharlo y mi corazón late con fuerza. 

- ¿Está embarazada? 

-Así es... está por cumplir los tres meses. -Sonríe. 

Mi bebé está bien, Dios mío. Mi Lucía y mi bebé están a salvo y yo los voy a cuidar a toda costa. No se como reprimir la emoción que siento pero estoy tan feliz. Me lleno de una determinación impresionante, voy a luchar por ella. No me importa cuanto tenga que aguantar, voy a recuperar a mi familia y nadie me va a detener hasta que Lucía se enamore de mí.

- ¿Qué dices? ¿Aceptas?

Lo miro con seriedad y acepto sin pensarlo dos veces. 

-Acepto, señor. 

Sonríe al escucharme y se pone de pie. 

-Muy bien. Entonces salgamos, mi esposa nos debe estar escuchando. 

Trago saliva al escuchar como se refiere a Lucía y respiro profundamente al sentir un poco de celos. Todavía no puedo entender como este tipo se aprovecho del estado delicado que implica la perdida de memoria, cuantas mentiras le habrá dicho para hacerle creer que es su esposa. 

Pienso en eso y aprieto los dientes. Le robo su identidad y la oportunidad de ser feliz junto a su familia. 

Sin embargo, sus mentiras van a terminar desde esté mismo momento. 



En carne vivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora