Primer día

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Narra Marcos:


Después de estar dos días en el hospital, le dieron el alta a Lucía y viajamos en taxi hasta nuestra casa. Mi prometida sostiene a la niña en brazos mientras tengo la pañalera. Abro la puerta y la dejo pasar primero. Ella camina con cuidado y cierro la puerta con llave.

-Bienvenida a tu casa, mi vida. -Hablándole a Emilia. 

Una sonrisa decora su rostro y me mira. Me acerco enseguida y beso sus labios antes de ver a Emilia. La niña está cubierta bajo un manto rosa, sus ojos están cerrados, durmiendo plácidamente. 

-Parece que la tranquilizo el viaje en auto. 

-Es verdad. -Animada. - Le debe gustar mucho. 

Dejo la pañalera sobre la mesa del comedor y ella se sienta con cuidado sobre el sofá, me siento a su lado y miramos embobados a la niña. 

-Está preciosura va a provocarme varios dolores de cabeza.

Lucía se rie suavemente y arquea una ceja. 

- ¿Y eso?

-Siendo igual a su madre va a tener varios hombres que estarán detrás de ella. -Bromeo. -Ya me la veo venir. 

Hace una mueca y amplia esa sonrisa hermosa que me vuelve loco. 

-Nosotras no tenemos la culpa de ser tan lindas. -Animada. 

Suelto una risa en voz baja y beso su frente, ella se apoya en mi pecho, disfrutando de la hermosa escena de ver a Emilia durmiendo. 

Más tarde, Lucía la acuesta en su cuna y agarra el intercomunicador, salimos de la habitación y mis brazos la envuelven. 

-Acuéstate un poco, mi amor. Todavía tienes que hacer reposo. 

-Pero tengo cosas que hacer. -Suspira. 

-Deja que lo haga yo, cualquier cosa le escribo a Milagros o a Alejandro. 

Ella asiente suavemente y caminamos lentamente hasta la habitación. 

-Después mostrame como van las cosas. 

Destapo la cama y cuando se acuesta, la arropo suavemente y beso su frente mientras contemplo como cierra los ojos. Ahora quiero dejar que descanse todo lo que pueda y después hablare con ella sobre nuestro futuro. 

Lucía se duerme enseguida y agarro el intercomunicador para escuchar por si la niña se despierta. Cierro la puerta con cuidado y bajo las escaleras. Camino hasta la cocina y abro la heladera para sacar una jarra con jugo. La sirvo en un vaso y tomo la bebida enseguida. Dejo la jarra dentro de la heladera y luego me dirijo al comedor. 

Me dispongo a adelantar el trabajo de Lucía y trato de adelantar de lo que queda del desfile. Solo quedan unas semanas para el evento y lo único que quiero es que mi prometida esté lo más tranquila posible. 

Estuve toda la mañana trabajando cuando ni siquiera me percato que Lucía está apoyada en el marco de la puerta, me mira con una sonrisa y se acerca suavemente. 

- ¿Cómo va todo, mi vida?

-Muy bien, cariño. -Tomo su mano y la beso. 

-Fui a ver a la niña, parece un angelito. 

-Si que lo es. -Sonrió y hago que se siente en mis muslos. -¿Sabes? Estuve pensando mucho y tenemos que ir pensando en la fecha para casarnos. -Entrelazando nuestros dedos. 

Sonríe suavemente y pasa su mano libre por mi cabello. 

-Es verdad... solo que dejaría pasar unos meses, la niña es muy chiquita y no quiero separarme de ella. 

-Yo tampoco pero hay que pensar en una fecha optativa. 

Asiente y se apoya sobre mi cuerpo. 

-Podríamos casarnos en agosto. -Animada. - ¿Qué te parece? 

-Perfecto. -Contento. 

Paso mi mano por su nuca y la acerco para besar sus labios. 

El momento se corto cuando se escucha un timbre y escuchamos en el intercomunicador como la niña empieza a llorar. 

-Iré a calmarla, fíjate quien es. 

Asiente y se pone de pie, dirigiéndose a la puerta. Me apuro para ir a la habitación y me encuentro con la niña llorando, la tomo con cuidado y tardo varios minutos en poder calmarla. 

La acuesto sobre la cuna y no hago ruido al salir. Bajo las escaleras y la veo con un ramo de flores. 

- ¿Fuiste vos, mi amor? -Me pregunta. 

-No... 

Agarro el ramo y me muestra la tarjeta. 


"Para la flamante mamá."


-Anda a saber quien fue. 

-Si... no hay identificación de quien podría ser. 

-Ya nos enteraremos. -Tranquilo. -Si quieres las pongo en agua. 

Asiente lentamente y voy a buscar un florero en el comedor. 

Nos disponemos a hacer la comida y nos sentamos a comer en la cocina, ni paso dos minutos que Emilia empezó a llorar. 

-Debe tener hambre. 

-Ya la traigo. -Me pongo de pie. 

Salgo de la cocina y me apresuro para llegar a su habitación. 


Narra Lucía:


Ni le hice caso a las flores, mi cabeza está en puesta en mi hija y sus cuidados. Marcos la trae enseguida y la tomo en mis brazos antes de desprender varios botones de mi cabeza, la pego a mi pecho y se prende en mi pezón. Empieza a alimentarse y la sensación es un poco incomoda pero al menos no me duele. Estuvo varios minutos alimentándose hasta saciarse y le doy varias palmaditas en su espalda hasta que hace provecho y la sacudo con cuidado para que duerma. 

En ese momento, me doy cuenta que Marcos me mira con ternura y sonríe. 

-Te ves muy linda así, mi amor. -Sonriente. -Te ves tan hermosa como madre. 

Mi corazón se derrite al escucharlo y una sonrisa aparece en mi rostro. Mi prometido se queda embobado mientras nos observa en silencio e intento ponerme de pie cuando él lo hace enseguida. 

-Deja que la lleve yo, cariño. Vos termina de comer. 

Agarra con cuidado a Emilia y sale lentamente de la cocina. 

Agarro mi vaso y doy varios tragos al momento en que mi mirada se posa sobre las flores que me regalaron. Al principio pensé que se trataba de Marcos pero ahora no tengo ni idea de quien podría ser. 





En carne vivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora