¿Quién eres?

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Narra Horacio: 


Estoy tan furioso. ¿Cómo puede ser que se les haya escapado? Solo tenían que cuidarla de que no saliera de la casa e igual se cagaron en eso.

Son tan inútiles y ahora corro peligro de que todo se me venga abajo.

-Ya mismo la vamos a buscar. Espero que la encontremos sana y salva porque son hombres muertos.

Son unos imbeciles, no entiendo como se les escapó. Encima no se donde buscarla y bajo sus condiciones puede ser un peligro.

Los voy a despedir, no van a trabajar más para mi.

-No se preocupe señor, le prometemos que la encontraremos y estará en su casa.

-Más les vale. -Exasperado. -Vamos a buscarla.

Salimos de la casa y subimos a la camioneta.

Ahora solo queda saber dónde fue. 


Narra Violeta:


Me sorprendí tanto cuando tuve a aquel hombre delante mío, su mirada tan tierna revolucionó mi interior y siento una comezón en la piel. Hubo un momento de silencio mientras nos miramos a los ojos y no puedo dejar de mirarlo.

Mi corazón late con fuerza, como si quisiera decirme algo pero no logro entender nada de lo que está pasando.

Sin embargo, el sentimiento de calma y alegría es latente en mi alma, más cuando sus brazos me rodean con fuerza y apoya la cabeza en mi hombro.

Se siente tan hermoso que me esté abrazando de está manera...

Cierro los ojos y me dejo llevar por el momento. No obstante, a medida que me percato que no se quien es, me separo un poco y me mira confundido.

- ¿Quién eres?

El hombre empieza a balbucear, yo se que lo conozco de algún lado pero no lo puedo recordar, mi cabeza está en cortocircuito pero aún así, no le tengo miedo al hombre que está al frente.

- ¿Cómo te llamas? -Le pregunto. 

-Marcos...

Asiento y mis ojos están hipnotizados al verlo tan apuesto. Trago saliva y respiro hondo.

-Violeta. Mucho gusto.

 Sonríe con melancolía y limpia sus lagrimas.

-Lo siento... es que me hiciste acordar a alguien y no pude evitar abrazarte.

Parpadeo varias veces al escucharlo, él también se me hace conocido pero no se de donde. Me quedo en silencio y asiento lentamente.

-No te preocupes.

- ¿Qué hace aquí tan de noche? -Lo escucho preocupado. -Puede ser peligroso. 

-Me escape de mi casa. -Hago una mueca. -Mi marido me debe estar buscando. 

- ¿Por que se escapo? Si quiere contarme, claro. 

Marcos me genera tanta confianza que ni siquiera lo pienso dos veces. 

-Siento que no puedo encajar en su vida... me siento tan distante y fuera de lugar en mi propia casa que me sentía harta. -Suspiro. 

- ¿Hace mucho que está casada?

No le contesto, ni siquiera se como responderle. Todavía me siento tan impresionada por haber encontrado al hombre que no sale de mi mente. 

-Si quiere la acompaño hasta su casa. 

-Gracias. -Sonrió. -Es una buena idea. 

Apoya su mano en mi espalda y siento una descarga eléctrica, mi mente se dispara y me lleva a una imagen en la que estábamos acostados sobre la cama, completamente desnudos y sintiendo el calor de nuestros cuerpos. 

Respiro hondo al sentir como la cabeza me da vueltas y Marcos me toma enseguida. 

- ¿Estás bien? 

-Estoy bien... no es nada. 

Estoy tan cerca que puedo sentir su aliento y trago en seco, en otro momento y más con mi marido está situación me sentiría incomoda pero ahora me siento todo lo contrario. 

Respiro lentamente para poder calmarme y me mantiene cerca mientras caminamos. 

No se cuanto tiempo estuvimos caminando pero no me importo, me gusto tener su compañía y en medio del camino, la camioneta de Horacio frena cerca de la vereda y sale rápidamente. 

-Ay mi amor. -Aliviado. -Menos mal que estás a salvo. 

Horacio me toma de los hombros y besa mis labios. Trago saliva por la incomodidad y cuando veo a Marcos, puedo ver como no puede dejar de ver a mi marido. 

No puedo describir su mirada porque no la entiendo, no se si está en shock o está molesto. 

-¿Por que te escapaste, Violeta? Estaba tan preocupado por ti.

-Ya sabes porque... -Alejándome. -Ya no aguantaba más y me escape cuando tus hombres se distrajeron, camine hasta un paso peatonal hasta que me encontré con él y se ofreció a acompañarme. 

Horacio mira a Marcos y esté habla por mi. 

-Es verdad señor, la vi sola en la noche y sabia que podía ser peligroso. 

Horacio asiente enérgicamente y estrecha su mano. 

-Hizo muy bien, señor. Me llamo Horacio San Román y le estoy completamente agradecido por su ayuda. 

-No tiene porque agradecerme... -Contesta. -Solo era mi deber. 

Horacio se pone a pensar por un momento y lo mira con curiosidad. 

- ¿Por que no viene mañana a mi casa?  Al menos quiero agradecerle por su amabilidad. 

Su mirada oscura se posa sobre mí y siento una presión en el pecho, las rodillas empiezan a fallarme y respiro hondo. 

-No tengo problema, señor. ¿Dónde es su casa?

Horacio le da su tarjeta de presentación y Marcos la toma. 

-Lo espero mañana a las 9 de la noche si le parece bien. 

-Como usted diga. 

Es momento de despedirnos y me acerco para darle un beso en la mejilla, cuando lo hago, lo siento temblar ligeramente y su aroma varonil me alcanza. Contengo la respiración y me alejo unos segundos después. 

-Gracias Marcos...

Sonríe y mi corazón salta al verlo de esa manera. 

-Lo haría de nuevo. -Susurra. 

Sonrió en respuesta y Horacio me acompaña hasta la camioneta. 





En carne vivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora