Susurros

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Narra Lucía:


Más tarde, entro a mi casa y cierro la puerta con llave. Me quito los zapatos para que me deje de doler los pies y estoy tan cansada, rio por un segundo al recordar la energía que me hizo gastar Marcos.

Respiro hondo y cuando cruzo al living, encuentro a Héctor sentado con la mesa servida y me quedo quieta mientras lo observo seriamente. Se pone de pie y viene a mi con una sonrisa.

-Buenas noches, mi amor. -Besa mis labios. - ¿Cómo estás? ¿Tuviste mucho trabajo?

-Tuve un problema. -Tomo asiento y me apoyo en el respaldo. -A la mañana me tope con la noticia de que mi contador renuncio y me puse como loca. Ni loca voy a buscar otro contador.

- ¿Tanto problema te vas a hacer por eso? Es desechable como cualquier empleado.

-Es bueno con su trabajo, por eso fui a hablar con el para que cambie de idea.

Su aspecto es sombrío y no gesticula, ni siquiera parpadea. Lo veo tan extraño que no entiendo su comportamiento.

-Logre que cambiará de idea y por suerte seguirá en la empresa.

- ¿Le rogaste? -Arquea una ceja.

-No, solo le hice ver que no tenia porque renunciar.

Aprieta la mandíbula y prosigue en servir la comida.

-Mejor no pensemos en el trabajo. -Sonríe de lado. -Quiero que tengamos una cena más privada y pasar una noche romántica, ¿Qué te parece?

No digo nada, solo me quedo mirándolo con una expresión incomoda y trago saliva.

Me entrega el plato con la carne al horno y lo coloco sobre la mesa, empezamos a comer y de un segundo para otro, se mueve con la silla para acercarse a mi lado y suspiro suavemente.

Es tan triste sentirme de esta manera con él, Héctor no tiene la culpa de lo que me está pasando y no quiero que sufra.

¿Cómo hare para decirle que no lo amo?

Ni siquiera se como podre mirarlo a los ojos. Se me estruja el corazón y me encuentro inapetente por el remolino de sensaciones.

En el momento en que estoy pensando en eso, su mano acaricia mi espalda y al sentir su contacto, mi cuerpo lo rechaza y reacciono por lo que acabo de hacer.

- ¿Te pasa algo?

-No... -Cierro los ojos y suspiro profundamente. -Es que estoy cansada y con mucho en la cabeza.

-Mucho trabajo, ¿no?

Me mira con una mirada oscurecida y asiento lentamente.

-Gracias por este detalle.

Es lo único que logro decir antes de ponerme de pie. Héctor me mira desde su lugar y decido alejarme de el. Llego a las escaleras y al entrar al baño, me encierro allí y me apoyo en la puerta.

Respiro hondo y dejo escapar todo el aire que contuve en mis pulmones. Es tan dificil comportarme como si nada pasara y me siento tan mal de tratarlo de está manera... ser tan fría con el.

Héctor no merece esto. Tengo que decirle la verdad, tiene derecho a saberlo.

Cierro los ojos y muevo la cabeza para poder liberar mi mente aunque sea un segundo.


Narra Héctor:


Me dejo solo con está cena de mierda que prepare para ella y ni siquiera lo toma en cuenta, y lo peor es que fue a buscarlo para pedirle que no renunciara.

Estuvo con el y saber eso la sangre se me congela por la furia que estoy teniendo, ese estúpido no sabe con quien se está metiendo y como pienso matarlo para apartarlo de mi camino.

Tiene que alejarse de ella a como de lugar o va a desear estar muerto por lo que pienso hacerle.

Después de un rato, levanto las cosas para lavarlas y cuando voy a la habitación, la encuentro durmiendo sobre la cama y mis ojos están fijos en ella, en mi esposa.

Pensar que me pertenece, en su dedo está el anillo que es símbolo de nuestra unión en matrimonio y que ese infeliz nunca podrá romper porque estará unida a mi hasta que la muerte nos separe.

Me subo la cama con cuidado y ella está profundamente dormida, cambia de posición y está boca arriba, ahí es cuando aprovecho para colocar un casto beso en su cuello y ella suspira suavemente. Trago en seco y sigo haciendo eso aunque este dormida, mis manos corren las sabanas y la voy destapando hasta bajar la tirita de su camisón y empieza a hablar entredormida.

Al principio no le entiendo nada porque está susurrando y cuando estoy por besar sus labios, dice la palabra que no quería escuchar.

-Marcos... -Susurra. -Ay Marcos.

Vuelve a suspirar y me quedo helado al escucharla de esa manera.

¿Está soñando con él? ¿Justo con ese infeliz?

Salgo espantado de la cama y me llevo las manos a la cabeza, sintiendo que en cualquier momento va a explotar debido a la furia y la locura que estoy sintiendo en este momento.

Dios, como voy a matar a ese hijo de puta.

No pudo haber enamorado a mi mujer, es que no puede ser. Lucía me ama a mí, solo a mí.

Poco a poco la razón está escapando de mi mente y toda la culpa es de ese tipo, ese maldito está poniendo mi matrimonio en peligro y no dejare que lo haga...

Tengo que pensar en algo, piensa Héctor. No puedes quedarte con los brazos cruzados... tienes que luchar por tu mujer, por tu matrimonio.

Permanezco en silencio mientras estoy pensando en que hacer hasta que una idea se hace presente en mi mente.

Se que esto costara mi matrimonio pero lograre separarla de ese infeliz y voy aguantar el precio que tengo que pagar. 

En carne vivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora