Recuperación

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La garganta se me cierra por la emoción que estoy sintiendo y no puedo hablar, las lagrimas salen de mis ojos y me arrodillo para quedar a su altura. Me encuentro con esa mirada que me encanta, que me atrajo el primer día en el que nos encontramos en el ascensor. 

Mi pecho se infla y asiento enérgicamente. 

-Claro que quiero ser tu esposa, mi amor. 

Me mira con emoción y me abraza con fuerza. Sus labios se encuentran con los míos y el mundo se detiene cuando la felicidad irrumpe en nuestras vidas. Mientras nos estamos besando, me pone el anillo en el dedo y nuestros dedos se entrelazan. Nos separamos un poco y me encuentro con esa mirada llena de amor. 

-Te amo tanto, mi amor. -Feliz. -Te amo, te amo. -Besando mi mano.

Utiliza sus pulgares para limpiar mis lagrimas y beso sus labios con ternura. 

-Yo también te amo, Marcos. 

Mis brazos rodean su cuello y nos quedamos así, disfrutando del maravilloso presente que estamos compartiendo. 


Narra Horacio:


Gutiérrez me acerca la bandeja y me da la cuchara para que pueda tomar la sopa. Todavía estoy en el hospital y me queda una larga recuperación para poder vivir en está nueva normalidad. 

Sin embargo, ya no podre vivirla activamente como antes porque no tengo la movilidad plena en mi pierna derecha y todo se debe a ese disparo de mierda que me dio Lucía. 


Recuerdo de Horacio:


Le hice frente a ese hijo de puta que me quiere robar a la mujer que amo, está muy equivocado si piensa que se va a burlar de mí por mucho tiempo. 

No... no voy a dejar que esté maldito me la quite. 

La furia inundo mi cabeza y puedo ver como sus ojos se abren por la sorpresa y el miedo. 

Lo agarro de la camisa cuando ya no aguanto la ira. 

-Hijo de puta. -Aprieto los dientes. -Te burlaste de la confianza que te di.

- ¿Y vos? Engañaste a Lucía, le hiciste creer una identidad que no es la de ella. La secuestraste cuando no pare un segundo de buscarla... Te aprovechaste de su amnesia pero gracias a Dios todo volvió a la normalidad, sabe quien es y solo te aborrece por lo que hiciste. 

Entonces Lucía ya sabe toda la verdad... esté hijo de puta tiro abajo todo lo que hice para poder estar con mi mujer. Esté maldito ya fue su amante y seguro es el padre de ese bastardo que quise abortar. 

Ahora si que no tendré misericordia con ese bebé, cuando acabe con esté maldito voy a matar a ese bastardo. 

-Fuiste su amante cuando su marido estaba vivo... estuvieron juntos en todo este tiempo. Ahora lo mismo, te la estuviste cogiendo y se burlaron de mí.

-El que se estuvo burlando de Lucía sos vos.

Aprieto los puños y trago en seco, Dios como voy a disfrutar acabar con él.

 -No te vas a quedar con mi mujer. -Furioso.

-No es tu mujer, ni siquiera están casados. -Levanto la voz. -Se termino Horacio, se termino el engaño. Ríndete porque vas a tener problemas con la justicia.


Fin recuerdo de Horacio.


Recuerdo que saque el arma para matarlo pero me golpeo de inmediato, me dio varios golpes y luego supe defenderme hasta que sentí dos disparos en mi cuerpo. 

Esa zorra me disparo por la espalda para defender a ese maldito y no se lo voy a perdonar nunca. 

Lucía pagara día a día lo que me hizo y voy a disfrutar cuando ella me ruegue por la vida de ese bastardo. 

Sonrió en silencio y Gutiérrez frunce el ceño. 

-La señora ya se presento en los medios para recuperar su identidad y dio la noticia que está con ese hombre. 

Aprieto los dientes y dejo la cuchara en el plato hondo. 

-Sus hombres ya están en Buenos Aires, vigilando sus pasos y esperando su orden para atacar. 

-No... -Hablo en voz baja. -Quiero hacerlo a mi manera. 

Primero quiero recuperarme antes de dar el primer paso, luego regresare a Buenos Aires e iniciare mi venganza. No voy a tener piedad con ellos, seré implacable y quiero ver las lagrimas de sangre de Lucía cuando llegue ese momento. 

- ¿Está seguro, señor?

-Claro... hoy empiezo con los ejercicios y cuando este bien, regresaremos a Buenos Aires. Se me ocurrió algo y quiero planearlo con cuidado. Dios me está dando el tiempo y la paciencia para planear todo muy bien. -Tranquilo. 

-Si eso es lo que quiera, voy a respetar su decisión. 

Asiento lentamente y una sonrisa llena de maldad aparece en mi rostro. Lucía y Marcos aprenderán que de mi nadie se burla.


Narra Marcos:


Nuestros cuerpos están sudorosos mientras hacemos el amor. Estoy arrodillado en la cama y mi Lucía está acostada sobre la cama con su pelvis un poco levantada, sus piernas están abiertas, recibiendo mis embestidas, entrando y saliendo una y otra vez. Deliro intensamente al escuchar sus gemidos, es incapaz de cerrar la boca debido al intenso placer que está sintiendo gracias a mí y como me encanta verla de esa manera. Su boquita abierta, su piel llena de sudor, su rostro colorado y sus gemidos que me llenan hasta el alma. 

Mis manos recorren todo su cuerpo hasta llegar a sus senos y la contemplo cuando está por llegar a la cima, sus paredes vaginales me aprietan y empieza a temblar cuando el orgasmo la toma por sorpresa. 

Sonrió al escuchar como grita mi nombre y me muerdo los labios. Salgo de ella y me acerco con cuidado para besar sus labios. Mi lengua se enreda con la suya y disfrutamos del beso apasionado, su sabor es tan delicioso que me la pasaría besándola toda la vida. 

La observo con deseo, mi pene todavía sigue erecto y con ganas de más. 

El rostro de Lucía es placer total, ni más ni menos y más cuando sus ojos se dilatan al ver como la tomo entre mis brazos. Le digo que me cabalgue y se sienta a horcajadas arriba de mi pene, toma mi entrepierna hinchada y la conduce a su vagina. Cerramos los ojos antes de emitir un gemido lleno de extasis. Arquea la espalda y apoya sus manos en mi pecho, me mira con esos ojos que me fascinan y la tomo de la cintura antes de mover mi pelvis. 

Mi mujer mueve las caderas a un ritmo que me hace temblar de pies a cabeza, me encanta cuando me cabalga, la veo tan sexy y me enloquece. Me mira con una sonrisa y contonea sus caderas. 

Soy incapaz de quedarme callado, los gruñidos salen solos de mi boca, disfrutando del fuego que emanan nuestros cuerpos a medida que la pasión nos toma con fuerza. 

Más tarde, llegamos a la cima y caemos sobre la cama. Mis brazos envuelven su cuerpo y la beso con amor. Nos miramos con amor y mi corazón late con fuerza al sentir tanta felicidad. 




En carne vivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora