Cena

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Salimos del despacho y al entrar a la sala, veo a Lucía bajando las escaleras y mi corazón se detiene al verla tan hermosa. Mis ojos no dejan de mirarla y me deja tan embobado. 

Es la mujer más hermosa que he visto en mi vida y mi corazón renace como el ave fénix. Observo como brillan sus ojos azules y sonríe levemente. Baja el último escalón y cierro los ojos cuando se acerca para besar mi mejilla. 

Beso su mejilla en respuesta y se separa no sin antes mirarme con sus hermosos ojos. Como la extrañe, me moría de ganas por verla y ahora la tengo frente a mi. 

-Buenas noches, Marcos. ¿Cómo estás? -Animada. 

-Muy bien. ¿Y usted? 

-Muy bien, me alegra que esté aquí. Si quieren se pueden sentar que voy a llamar a Beatriz para que sirva la cena. 

Al momento de hablar, Horacio se acerca a Lucía y besa sus labios. Suspiro profundamente al verlo y aprieto los dientes. 

-Yo voy, mi amor. Tu siéntate. 

Horacio se aleja de nosotros y nos dirigimos a la mesa, agarro su silla y la siento cerca de la mesa. 

-Gracias. 

-No hay de que. -Sonrió. -Estás hermosa. 

Extiende la sonrisa y sus mejillas se ponen rosadas. 

-Vos también estás muy bien. 

Me quedo mirándola en silencio hasta que Horacio aparece junto a la cocinera y sirven la cena. Durante la comida, Horacio me hace preguntas sobre mi vida privada y siento la mirada de Lucía sobre mí. 

-¿Cuantos años tienes? 

-36.

Asiente mientras le da un bocado a su salmón y termina de masticar antes de hablar. 

- ¿Eres casado? ¿Tienes hijos?

Trago saliva y dejo el tenedor sobre el plato al tener la total atención de ellos sobre mi persona. 

-Estuve en pareja pero lamentablemente no pudo prosperar. 

-Lo siento mucho. -Responde Horacio. -Seguramente en Miami vas a conocer la mujer que quieras. 

- ¿Miami?

Lucía pregunta con una ceja levantada. 

-De eso te quería hablar, mi vida. -Toma su mano. -Marcos va a ser tu nuevo guardaespaldas, te va a estar acompañando en Miami. 

Ella se queda en silencio y me inquieta saber que está pensando. 


Narra Violeta:


No se que responder porque en otro momento estaría furiosa pero al saber que se trata de Marcos no me lo tomo tan mal, más cuando quiero indagar sobre mi pasado y se que él tiene mucho que ver en el. 

Solo muevo los hombros, mostrándome tranquila y asiento. 

-Si no hay otra manera. -Terminando mi plato. 

Horacio sonríe y toma mi mano, lo veo más relajado al escucharme y mi mirada no se despega de la de Marcos, quien también me mira y tuvimos encuentro de miradas en toda la cena. 

-Mañana se ira con nosotros en un avión que rente para que nos lleve a Cancún de una vez por todas y luego te llevare a un ginecólogo para que vea a nuestro bebé. 

Escucho a Horacio y asiento en silencio, ya me muero de ganas de ver a mi bebé en un ultrasonido y no puedo evitar sonreír por la ansiedad que siento.  Cuando miro la mirada de Marcos, noto que brilla por las lagrimas que está reprimiendo y mi corazón se estremece al verlo de esa manera.

¿Por que se pone así?

- ¿Qué te parece mi amor?

Reacciono al escuchar a mi esposo y asiento con una sonrisa, no sin antes regresar mi mirada a Marcos y las dudas en mi cabeza van en aumento.

Más tarde, acompañamos a Marcos hasta la entrada y nos despedimos. 

-Nos vemos mañana, Marcos. Te esperamos al mediodía y luego nos iremos. 

Asiente al escuchar a mi marido hablar y se despide de nosotros. Me quedo apoyada en el marco de la puerta, mirando como Marcos se va alejando y mi corazón pende de un hilo. 

-Parece que te cayo muy bien. 

Horacio hace un comentario y asiento porque tiene razón. 

-Es verdad, me ayudo y es bueno conocer a otras personas. 

Asiente y acaricia mi cabello. Intento no hacer una mueca pero no soporto que me toque, no me gusta y no lo puedo evitar. 

-Mejor me voy a dormir. -Me hago a un lado. -Hasta mañana. 

Entro a la casa y me apuro para llegar a las escaleras. 

Al otro día, Beatriz me ayudo con mi equipaje y me siento sobre la cama. 

-Sera mejor que descanse, señora. 

-No es eso. -Suspiro. -Es que no me agrada mucho la idea de irme. 

Algo me dice que esté país es mi lugar, Cancún lo siento tan desconocido y distante. Sin embargo, Horacio me prometió darme libertad y al darme esa libertad me puede ayudar a encontrar mi identidad. 

-Pero tiene que irse, señora. Ya está más recuperada y allí va a vivir mejor, va a estar más tranquila y eso la va a ayudar con su embarazo. 

Froto mi vientre con suavidad y sonrió al pensar en eso. Es verdad, voy a vivir más tranquila y lo tengo que hacer por mi bebé. 

-Tienes razón. -Poniéndome de pie para guardar lo último que me queda. -Tengo que hacerlo por mi bebito. 

Beatriz sonríe y terminamos de guardar todo. 


Narra Marcos:


Juliana me escucha atentamente todo lo que paso y puedo ver que me mira con miedo. 

-No se... es peligroso que hagas eso. Si ese tipo se atrevió a hacer algo así puede ser capaz de hacer cualquier cosa. 

-No me importa eso y mucho menos cuando ese tipo tiene engañada a Lucía. No puedo tolerar que la tenga lejos de mí y que ese tipo haga lo que quiera. 

-Pero ella no te recuerda, no sabe nada de ti. ¿Quién te dice si ella se va acordar de vos o te va a seguir queriendo?

Niego enseguida, ni loco pienso rendirme. Amo a Lucía con toda mi alma y estoy dispuesto a todo por el todo para recuperarla. 

-Por algo el destino nos volvió a encontrar, Juliana. Lucía está viva y ella tarde o temprano se va a acordar de mi y que Horacio empiece a rezar porque va a pagar por lo que hizo. 

-Tienes que tomarte las cosas con más calma. -Recomienda. -Yo también quiero ver a Lucía y que esté bien pero es un hombre peligroso y la que puede salir dañada es ella. 

-A ella no le va a pasar nada. Ese tipo no le va a hacer nada porque para eso voy a estar a su lado, para cuidar a mi familia. -Sonrió. -Mi bebé está vivo. -Feliz, -Mi familia está sana y salva, y eso es lo importante, lo que me impulsa a seguir viviendo porque sin Lucía no soy nada. 

Juliana asiente y sonríe. 

-Cuídala, Marcos. 

Mi sonrisa se extiende y mi pecho se llena de amor al pensar en ella. 

-Con mi vida. 

En carne vivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora