Inesperado

35 4 0
                                    

Estoy en la cocina y Marcos me mira con una expresión de preocupación. Cierro los ojos y suspiro, ya quiero estar fuera de está casa. 

- ¿Le molesta si le pido que me lleve ahora al shopping? 

-Claro que no señora... espere que agarro las llaves y nos vamos. 

En ese momento, Horacio me alcanza e intenta tomarme del brazo. 

-No me toques, Horacio. No tengo ganas de discutir. -Enojada. 

-Pero no quiero que te vayas así... además no hice nada malo. 

Ni siquiera lo escucho, no tengo ganas ni de mirarlo. Por suerte Marcos agarra las llaves y le pongo un alto a Horacio cuando sigue insistiendo. 

-Ya. -Levanto la voz. -Voy a salir un rato. Ya hablaremos más tarde. 

Me voy con Marcos y caminamos hasta la camioneta, cuando salimos a la calle, siento su mirada y se atreve a hablar. 

- ¿Qué pasa?

-Nada... solo que no lo aguanto. -Suspiro. -No puedo soportar que me toque porque me da asco que me haya hecho algo así. 

Suspiro y hago una mueca al sentir un poco de dolor cuando cierro las piernas. 

- ¿Qué pasa? ¿Es el bebé? -Asustado. 

-No... me duelen un poco las piernas. -Ladeo la cabeza mientras sonrió. -Alguien me devoro anoche y estoy sufriendo los estragos. 

-Puede ser pero te gusto mucho. -Se muerde los labios mientras maneja. -Me encanta tanto ver como te pones cuando te hago mía... 

Se muestra tan tentador y ya tengo ganas de besarlo pero me aguanto las ganas. 

-Fuiste muy malo... -Sonrió con satisfacción. 

-Entonces merezco un castigo. -Estaciona el auto. - ¿Qué me hará, señora Dorrego?

Me mira con prevención y acaricia mi mejilla. 

-Tu castigo lo tendrás después, ahora déjame manejar a mí que te tengo una sorpresa. 

- ¿Qué sorpresa? -Curioso. 

-Nada... ya veras, bájate del auto. 

Marcos me hace caso y bajo del auto para ir del lado del conductor, muevo la palanca de cambio y conduzco hasta la sorpresa. 


Narra Marcos:


A medida que vamos recorriendo vereda por vereda, la ansiedad me come la cabeza de tan solo pensar lo que Lucía tiene preparado para mí. 

¿Qué será?

Lucía conduce en silencio y ni abre la boca, ella es muy buena para jugar con el misterio y me parece tan irresistible esa característica de su personalidad. Minutos después, estaciona al frente de un hospital y mi boca se abre al entender lo que quiere hacer. 

-Creo que es hora de conocer a nuestro bebé. ¿No crees?

Mi mano tiembla de emoción y la apoyo en su vientre antes de inclinarme a besar sus labios. 

-Eres increíble. 

-Solo soy una mujer que se muere de ganas de conocer a un bebé que es fruto del amor que nos tenemos. 

Me mira con ternura y mi corazón se derrite. Le doy otro beso y bajamos del auto. 

-Tuve que pedir un turno con el nombre falso que me dio Horacio. -Suspira. -Solo espero que no se de cuenta. 

-No lo creo pero hay que tener cuidado para la próxima. 

Asiente y tomo su mano antes de entrar al hospital. 

Al momento de entrar, siento como mi corazón se desprende del cuerpo por la emoción que siento, voy a ver a mi bebé y todo gracias a la sorpresa de la mujer que amo. 

Cuando Lucía constata sus datos, tomamos asiento y aprieto su mano con suavidad. Mis ojos la miran con un inmenso amor. Ese amor que tanto siento por ella. 

-Sos magnifica. -Feliz. -Siempre buscas la manera de hacerme tan feliz. 

Sonríe y tomo su mentón con suavidad. Es que está mujer es maravillosa, siempre tiene ese efecto de hacerme el hombre más feliz del mundo con tan solo un detalle o una caricia. 

Mi Lucía nunca me fallo y yo sí, yo le mentí, falte a mi promesa de protegerla pero no volverá a pasar. Ninguna persona de está tierra será capaz de separarme de ella porque antes se las verán conmigo. 

Ella suelta una risa y entrecierra los ojos.

- ¿Qué tanto me miras? -Riéndose. 

-Es que eres la mujer más hermosa del mundo y me haces tan feliz. 

De un momento a otro, una doctora llama a Lucía y nos ponemos de pie. La acompaño hasta el consultorio y la mujer le hace unas preguntas de rutina. 

- ¿De cuantas semanas estás? 

-Un poco más de 12 semanas. -Responde. 

- ¿Las nauseas cesaron o siguen? 

-Hace un par de semanas que pararon. 

Asiente y nos mira con atención. 

-¿Estás tomando vitaminas?

-No... 

-Bueno, después de la ecografía te voy a recetar y una buena alimentación. Ahora acuéstese en la camilla. 

Asentimos y nos ponemos de pie, ayudo a Lucía a acostarse en la camilla y ella se sube la camiseta, dejando visible su vientre. 

-Doctora... -Susurra. -¿Es normal que mi vientre no haya crecido? 

Escucho su tono de voz y me doy cuenta que está asustada, tomo su mano para apoyarla y espero el bebé este bien. 

-Es normal, señora. -Sonríe. -No se preocupe, seguramente se hará visible después de unas semanas. 

Suspira de alivio y beso su mano. Lucía me mira con lagrimas en los ojos y le hablo para reconfortarla.

-Veras que nuestro bebé está bien, mi amor. -Acaricio su mejilla. -Te lo juro. 

Sonríe un poco y se queja al sentir el gel en su vientre. 

-Es frío pero ya se le va a pasar. -Dice la doctora. -Bueno... veamos. 

Ambos vemos la pantalla y siento como Lucía aprieta mi mano con fuerza. 

Mis ojos se iluminan al ver ese pedacito en la imagen y veo como Lucía tiene la boca entreabierta. Las lagrimas salen de la superficie y puedo ver lo emocionada que está. 

La medica señala su formita y mi mujer sonríe. 

-Si... la reconocí al instante. -Feliz. -Tan chiquitita. 

Mis ojos empiezan a picar, los dos estamos tan emocionados y felices por esté momento que estamos compartiendo. La primera vez que me entere de la existencia de mi bebé me sentí tan feliz, con un enorme sentimiento de proteger a mi familia y ahora están conmigo. 

Mis ojos se encuentran con los de la mujer que amo y a la que le debo todo. Le debo hasta mi vida porque sin ella no soy nada. 

Lucía es mi luz, es la felicidad, el oxigeno que necesito para vivir. 

En carne vivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora