Aliada

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Es sábado y mi esposa está desayunando en silencio, toma su café con leche cuando su celular suena y su semblante se mantiene serio pero no su mirada, en sus ojos se puede deslumbrar una mirada vivaz, alegre y llena de vida.

Trago en seco al darme cuenta que nunca me miro de esa manera, ni siquiera puedo recordar la última vez que me miro con tanto amor como está mirando la pantalla.

¿Estará hablando con ese hijo de puta? No lo se y eso es lo que me pone los pelos de punta, que todo sea imaginación mía. No se si lo que escuche ayer de mi esposa es real.

No quiero desconfiar de mi mujer, ahora que tengo la cabeza fría me doy cuenta que no puedo cometer ni una estupidez. Lucía deja su celular y termina de tomar su infusión.

-Voy a estar con Juliana, espero que no te moleste...

-Claro que no, mi amor. Además es tu amiga.

-Es que ayer preparaste una cena tan linda y yo la eche a perder. -Suspira.

-Para nada mi amor, estabas cansada y lo entiendo. No tienes porque sentirte mal.

Asiente despacio y me extraña que no busca agarrar mi mano, antes lo hacia y ahora es tan distante.

Me quedo en silencio al mismo tiempo que agarra la taza y la lava.

-Voy a prepararme y me voy, volveré por la noche.

-No hay problema.

Me esfuerzo en sonreír y sale rápidamente de la cocina. Me quedo sentado y con una idea fija en la cabeza. No me gusta nada llegar a este extremo pero lo tengo que hacer.

Narra Lucía:

Salgo de la casa y conduzco hasta la casa de Marcos. Estoy tan ansiosa por decirle lo que tengo decidido hacer, toco el timbre y la emoción se puede transmitir en todo mi cuerpo. En el momento en que abre la puerta, toma mi mano y tira de mi brazo para acercarme a su cuerpo y me besa con ternura.

Disfruto de sus labios y sus brazos me abrazan por completo, cierra la puerta con cuidado y me apoya en ella cuando hace el beso se hace más intenso.

-Estás cada vez más hermosa. -Acaricia mi cabello. - ¿Por qué será?

-No sé. -Muevo los hombros. -Yo siempre me veo igual.

Mi risa es nerviosa cuando me encuentro con su mirada embobada y tentadora, trago saliva y me está llenando de ansias por el pero no es tiempo de que hagamos el amor. Primero quiero que sepa lo que decidí y no puedo esperar más.

Quiere besarme de nuevo y aunque me muera de ganas, apoyo mis manos en sus hombros y lo freno.

-Mi amor, por favor. -Sonrojada. -Me encanta que me veas con esos ojos y que te este calentando pero tenemos que hablar.

Su rostro cambia de expresión y me doy cuenta que está asustado.

-No es nada malo. -Acaricio su mejilla. -Ayer cuando volví a mi casa me hizo dar cuenta que ya no puedo aguantar más... hoy mismo le pediré a Héctor el divorcio.

Narra Marcos:

Mi boca se abre al escuchar lo que Lucía quería decirme y mi corazón late con fuerza. Soy incapaz de hablar, solo emito un sonido de felicidad y ella rie al verme de esa manera.

La alzo y empiezo a saltar por la emoción que siento.

-Ay me estás mareando. -Rie a carcajadas.

La dejo en el suelo y mis brazos la envuelven con fuerza antes de besarla apasionadamente.

-Te amo mi amor. Te amo, te amo.

Se lo digo entre besos y mis manos se mueven hambrientas por todo su cuerpo, deleitándome con esas divinas curvas que tiene y jadea cuando aprieto sus senos por encima de la tela.

Echa la cabeza hacia atrás y aprovecho para besar su cuello, chupando de su piel suave y mis manos se deslizan hasta su trasero, apretando suavemente y la voy llevando de a poco, muerto de ganas por hacerle el amor.

Narra Héctor:

Me propuse a seguirla y estoy frente a la casa de ese hijo de puta, donde ellos están juntos y no puedo evitar apretar los puños por la furia que siento. Todo por culpa de ese maldito, la sedujo y ahora la tiene hechizada.

Cierro los ojos y respiro hondo mientras cruzo la calle para llegar a su puerta. Estoy por tocar el timbre y una voz me detiene de que lo haga. Doy media vuelta y me encuentro con una mujer pelirroja, sus ojos marrones me miran con una mirada interrogativa y se acerca lentamente, en su mano derecha sostiene un cigarrillo que se lo lleva a su boca para darle una calada.

- ¿Usted es el empresario de la televisión? -Arquea una ceja. -Héctor... mmm.

-Héctor Ibáñez, mucho gusto.

-Mucho gusto. -Responde.

Extiende su brazo para que tome su mano y la beso.

-Me llamo Graciela Taiana. -Sonríe. -Y ahora que se quien es, me parece que tenemos mucho de que hablar.

Una mirada malvada no se hace esperar y entrecierro los ojos.

- ¿Qué eres de Marcos?

-Su ex novia. -Tira la ceniza de su cigarrillo y le da otra calada. -Quiero hablar de tu esposa y por lo que veo, ya estás enterado.

Asiento enérgicamente y me doy cuenta que está mujer me puede ayudar un montón para separarlos.

-Conozco un lugar donde podemos ir, ¿le parece?

-Me gustaría. -Animada.

Le hago seña para que tome el primer paso y empezamos a caminar, mi semblante es serio y mi respiración es lenta, recuperando completamente mi control mental, estando más cuerdo que nunca.

Está aliada me cayo del cielo y pienso utilizarla para vengarme de este hijo de puta. 

En carne vivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora