Panadería

43 6 0
                                    

Narra Marcos:

Sonrío al ver como se prueba la ropa y puedo sentir como mis ojos la admiran en silencio, el corazón me late a toda prisa y sus ojos encantadores se encuentran con los míos.

-No se para que me compras está ropa si en poco tiempo voy a estar gorda.

-Embarazada, mi amor. -Tomo su mano y la beso. -Te vas a poner más hermosa que nunca y voy a querer comerte.

La atraigo hacia mi y beso sus labios.

-Y te ves tan sexy así. -Sonrió y mis dedos se enredan en su cabellera. -¿Cómo te sientes?

-Mejor. -Animada. -Mi hermoso amante me hace sentir como una reina.

Sus brazos rodean mi cuello y mis manos acarician su espalda.

-¿Que te gustaría comer?

-Pizza.

Se la ve tan tierna cuando ladea la cabeza y pellizco sus mejillas.

-Ya pido una. Si quieres podemos comer en la cama mientras miramos una película.

Asiente y se acuesta en la cama, salgo de la habitación y agarro mi celular para pedir una pizza de muzzarella y jamón. Me contestan que estará dentro de 45 minutos y voy preparando una bandeja para llevarla a la cama.

La verdad que me tiene tan feliz de que estemos conviviendo y que no haya nada que nos pueda separar, solo estamos inmersos en el amor que nos tenemos y cómo fue creciendo en este tiempo.

La noche paso de una forma tan hermosa, comimos juntos en la cama mientras miramos una película y dormimos con una tranquilidad que no sentía desde hace mucho.

Al otro día, me despierto temprano y dejo que Lucia siga durmiendo, salgo a la calle para ir a la panadería. Cruzo la calle y cuando estoy por llegar a la calle Rivadavia, una persona dobla en sentido contrario y me doy cuenta que es Graciela.

-¿Que haces aquí?

-¿Que pasa? ¿Acaso no puedo caminar por este barrio?

-Vives en Mexico, no tienes porque estar aquí.

Sonrie y mueve los hombros.

-¿Será porque me encanto verte y nuestro encuentro me hizo dar cuenta que todavía te sigo amando?

-No digas tonterías. -Serio. -Y si es así no tiene sentido que estés aquí porque no te amo.

-¿Ah pero amas a una mujer que solamente jugaste con ella?

Mis ojos se abren al escucharla.

-¿Quién te dijo eso? -Ella sonríe y entiendo lo que está pasando. -¿Estás confabulada con Héctor?

-Haría cualquier cosa para que regreses conmigo y que no vuelvas a ver a esa mujer nunca más porque Héctor se va a asegurar de que así lo sea. -Alterada. -Si vuelves a verla, ella va a pagar las consecuencias de tus actos.

Intento no decir nada pero es insoportable y más cuando está amenazando de hacerle algo a Lucía.

-Ni se te ocurra hacerle algo a Lucía. Déjala fuera de esto.

-¿Crees que te tengo miedo? -Se burla. -Cuento con la ayuda de Héctor y sé muy bien que te arruinaria si intentas algo. Además, ya le lanzó una advertencia a esa puta dandole la noticia a los medios.

Yo sabia que ese hijo de puta tenía algo que ver. Aprieto mis puños y mis ojos se llenan de furia.

–No van a servir tus amenazas, Graciela. No volvería contigo ni aunque me amenacen de muerte. No te amo.

-Pero si a ella. ¿De que te sirvio si ella te aborrece?

-Eso no te importa. -Enojado. -No te vuelvas a meter en mi vida y desaparece de mi vista.

-Lamentablemente voy a estar en Buenos Aires, esperando día a día hasta que te des cuenta que te amo.

-No me interesa lo que me digas. Puedes decir lo que quieras que no va a cambiar lo que siento por Lucía, es la única mujer que me importa y amo. Ahora desaparece de mi vista y no regreses.

-No te vas a librar de mi. Te juro que esa mujer nunca va a estar con vos, estás conmigo o estás solo.

No le respondo, piensa que estamos separados y es mejor que sea así. Me alejo de Graciela y sigo caminando hacia la panadería.

Narra Lucía:

Me despierta unas ganas inmensas de vomitar y me levanto rápidamente antes de correr al baño. Abro la puerta y me inclino hacia el inodoro, empiezo a vomitar y siento tanto asco en estos momentos.

No puedo parar de toser y la cabeza me da vueltas que ni siquiera escuche entrar a Marcos.

-Mi amor. -Lo escucho entrando al baño y en su voz se escucha preocupación.

Se arrodilla y levanta mi cabello mientras me da unos golpecitos en la espalda.

A lo último solo doy arcadas y me siento en el suelo frío, casi no puedo respirar y Marcos limpia mi boca antes de envolverme con sus brazos.

-Lo siento por dejarte sola. -Besa mi cabeza. -¿Estás bien?

Niego con la cabeza y doy una bocanada para recuperar el aire.

-Se me revuelve el estómago. -Suspiro.

-Te ayudo a levantarte.


Narra Marcos: 


Me pongo de pie y la levanto con cuidado, se apoya en el lavado y busca su cepillo de dientes a lo que agarro la pasta y pongo un poco en su cepillo.

-Gracias. -Susurra.

La observó mientras cepilla sus dientes y no dejó de estar preocupado por su bienestar. Me da miedo el peligro que está corriendo por mi culpa y tengo que estar alerta de lo que puede llegar a hacer ese desquiciado.

Por otro lado, Lucia y nuestro hijo necesitan atención médica, al menos para ver como están de salud y del tiempo que lleva de embarazo.

Minutos después, la llevo hasta la habitación y la acuesto antes de arroparla, me acuesto a su lado y tomo su mano con suavidad.

-¿A dónde fuiste? -Pregunta.

-Fui a la panadería... Compré algunas cosas para desayunar pero con tu malestar no se si es conveniente que comas eso, si quieres te hago una sopa.

Asiente despacio y se apoya en mi pecho, mis brazos la reciben con amor y la abrazo con fuerza.

-Pero primero quedate conmigo. Necesito tus mimos.

Sonrió al escucharla y mi estado de ánimo resucita.

-No tienes que decirmelo, mi amor.

Y nos quedamos así, abrazados mientras anhelo que el tiempo se detenga para estar con ella para siempre. 

En carne vivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora