Narra Héctor:
-¿Como que te echo?
-Así como escuchas. -Lo escuchó quejarse. -Ahora estoy juntando mis cosas y me iré. Hay algo que me dijo que tienes que saber.
-¿Qué?
-Me contó que su abogado está haciendo los trámites para divorciarse de ti.
Mi cara está desencajada cuando escuchó eso. No, no le voy a dar el divorcio. Ella estará conmigo hasta que la muerte nos separe.
-Que haga todo lo que quiera pero no se lo voy a dar y no sabe lo que va a desatar si llego a recibir el divorcio.
-Es lo que le dije pero me respondió que no tiene miedo.
-Lo tendrá, eso te lo aseguro. Está jugando con fuego y que no llore cuando se queme.
Mis ojos marrones están inyectados de sangre y cortó la llamada, no pierdo más tiempo, junto mis cosas y salgo de mi trabajo.
En mi mente solo está la idea de recuperarla, nada más que eso y voy manejando hasta la empresa.
Tiempo después, llego a la empresa y entro sin siquiera saludar al hombre de seguridad y camino en dirección al ascensor, espero a llegar al piso y cuando llego a la recepción, Milagros me mira con los ojos como platos y se pone de pie.
-¿Que hace aquí?
-Vine a ver a mi esposa. -Serio. -Ya se que está aquí.
-La señora está ocupada, no podra atenderlo.
Sin embargo, la puerta se abre y Lucía me mira con una expresión fulminante.
-Aquí estoy... ¿qué quieres? -A la defensiva.
-Quiero que hablemos... a solas.
-No me parece y ya no hay nada de que hablar.
-Para mi si, al menos déjame explicarte.
Ella me examina con la mirada y me deja pasar, cierra la puerta cuando entramos y se cruza de brazos.
-Habla, no me hagas perder el tiempo.
Ni siquiera toma asiento, permanece de pie, distante y sin esa mirada de amor que tenia cuando nuestro matrimonio era sólido.
-Te estuve buscando en estos días y no te encontré en ningún lado.
-Lo sé, por eso no le dije a nadie dónde estoy.
-Mira Lucía, se que me equivoque con todo lo que hice y la cague peor cuando te amenace... es que darme cuenta que te estoy perdiendo me enloquece.
-Lo que hiciste no tiene justificación, Héctor y todo esto que paso entre nosotros me hizo dar cuenta que ya no te amo.
-Puede ser que no me ames pero voy a luchar para recuperarte... es que no se como habra hecho ese infeliz pero logro confundirte y lo unico que quiere es separarnos.
-El que logró separarnos fuiste tú.
-No lo defiendas.
-No lo estoy defendiendo, -Levanta la voz. -Lo despedí porque ya no quiero verlo y ahora te voy a pedir que te vayas y no regreses.
-Te juro que por mi bebé que voy a seguir luchando por vos.
Intento apoyar mis manos en su estómago y se hace a un lado.
-No es tu bebé. -Sería. -Y andate.
Busco cualquier excusa para quedarme pero soy consciente de que si intento algo voy a empeorar las cosas y por ahora no me conviene, respiro hondo y salgo de su oficina. Atravieso el pasillo hasta el ascensor y cuando entro, agarro mi celular y espero a que mi empleado me atienda la llamada.
-Ahora ya sabes que hacer. -Le digo.
Narra Lucía:
Estuve trabajando toda la mañana, enfocada en empezar a organizarme para el próximo desfile de la nueva temporada y esperando alguna novedad de mi proyecto.
En medio del almuerzo, recibo una llamada de Marcos y atiendo enseguida.
-Hola mi amor, ¿como te sientes? -Me pregunta.
-Bien... Héctor estuvo aquí pero lo eche. Le dije a Milagros que notifique a los de seguridad que no lo dejen entrar de ahora en adelante.
-¿Te dijo algo?
-Estuvo más tranquilo pero debe ser una estrategia, no es estupido.
-Lo se... como me hubiese gustado haber estado ahi para cuidarte.
-Lamentablemente solo iba a empeorar las cosas. -Suspiro. -Es mejor que crea que estamos separados, se que no va a durar mucho tiempo sin descubrirlo pero al menos tenemos un poco de paz.
-Lo se mi vida. ¿Te llamo tu abogado?
-Nada y tampoco le dije a Héctor del divorcio pero seguramente en estos días va a recibir los papeles.
Me quedo pensando por unos segundos, se que después de ese día va a ser una lucha constante porque va a querer ensuciarme con los medios y tendré que estar preparada para entonces.
-Voy a cortar mi amor, después nos vemos.
-Cuidate mucho mi amor. Te amo mucho.
Sonrió al escucharlo y mi corazón está que se derrite de amor.
-Yo también te amo. Cuidate.
Corto la llamada y mi sonrisa se expande.
Respiro más tranquila y mis manos se apoyan en mi estomago.
Más tarde, pido un taxi que me lleve hasta caballito y desde que estoy en el coche, no dejo de notar en el espejo retrovisor como un auto negro no nos deja de perseguir.
Trago saliva e intento tranquilizarme, solo es mi imaginación pero a medida que el coche avanza, el auto sigue en pie, yendo a nuestra dirección.
Respiro hondo y me enfoco en el conductor.
-Señor... ¿me podría dejar entre Triunvirato y Avenida de Los Incas?
El conductor asiente y toma otro camino, mi mente está acelerada mientras pienso en que hacer para perderlos.
Después del viaje, le pago al chofer y bajo inmediatamente, estoy apenas unos metros de la boca del subte de la línea B y cuando estoy por bajar veo como los hombres salen del coche.
Eso confirmo mi paranoia y lo primero que hice es bajar las escaleras a toda prisa, entrando a la estación De los Incas y casi corriendo llego a las escaleras mecanicas. Por suerte, los vagones del subte están en la estación y me apresuro para entrar antes de que cierren las puertas. Llegó a entrar pocos segundos después de que cierren y los hombres están del otro lado, mis ojos se abren por el miedo y el vagón se echa a andar, dejándolos atrás.
Mi pecho sube y baja de prisa por la adrenalina del momento, mi cuerpo empieza a temblar y las lágrimas amenazan con salir.
ESTÁS LEYENDO
En carne viva
RomanceUna maternidad deseada y un esposo dispuesto a todo para que su esposa quede embarazada.