Confianza

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Me quedo mirándola mientras Lucía toma su sopa y sus ojos azules me alcanzan. Por suerte se la ve mejor y ahora pienso en lo que debo hacer para que no sospeche de mis intenciones.

No voy a decirle que vi a Graciela y de la alianza que tienen porque soy consciente del riesgo que puede implicarle a su salud.

-Mi amor... -Tomó su mano. -¿Conoces a un médico de confianza que pueda examinarte? Quiero saber como están de salud.

Ella me mira con calma y se pone a pensar por unos segundos.

-Conozco a un ginecólogo, él podría ayudarnos.

-¿Es confiable? -Nervioso.

-El hospital donde él trabaja siempre fue reservado, nunca se filtró información en la prensa y lo conozco, es mi médico desde hace años.

Asiento, sintiéndome más relajado.

-¿Puedes pedirle una cita?

-Le voy a mandar un mensaje, seguramente va a querer verme mañana.

Respiro aliviado y beso su mano.

-Es lo mejor, mi amor.

Dejo que siga tomando su sopa y pienso en lo que pasó en la calle. No se como hacer para ocultar a Lucía cuando Graciela va a estar acosandome pero algo se me va a ocurrir. Soy consciente de que ese bastardo se va a dar cuenta que estamos juntos y no va a parar hasta hacerle daño pero se las va a ver conmigo.

Narra Lucía:

Más tarde, le mandó un mensaje a César para pedirle un turno para mañana y me respondió para darme la hora del turno.

Le agradezco y le mando saludos.

-Me dio un turno para las 9 de la mañana.

Asiente y su mano se apoya en mi cabeza, acariciando mi cabello.

-Bien. -Sonríe. -¿Te sientes mejor?

-Si... hasta me dio hambre pero tengo más ganas de darme un baño.

-Entonces te voy a preparar un baño caliente. Lleno la bañera y vengo.

Besa mis labios con ternura y sale de la habitación.

No sé porque siento que está muy raro, no quiero sospechar pero me doy cuenta por su comportamiento. Lo veo un poco preocupado.

Se muy bien que es por lo que conté de las amenazas de Héctor pero se que hay algo más.

Mis pensamientos quedan a un lado cuando mi celular no para de sonar y veo que Héctor me está llamando, trago saliva al sentir un poco de miedo y rechazo la llamada. Volvió a insistir y la rechazó de nuevo antes de apagar mi celular.

No quiero escucharlo y tampoco verlo, además de ver a un médico, también tengo que hablar con mi abogado para el divorcio.

Quiero estar separada de ese monstruo lo antes posible y vivir mi vida como quiero: ser feliz con Marcos y mi bebé.

Me apoyo en el respaldo de la cama y mis manos se apoyan en mi vientre plano, acariciando con suavidad.

Hace tanto tiempo que fantaseaba con la idea de ser madre y ahora lo seré con el hombre que amo.

Mi pecho se llena de emoción y no voy a parar de luchar por la felicidad que merezco.

Narra Héctor:

Intento llamarla por tercera vez pero me atiende la contestadora, la desgraciada lo apago.

-Hija de puta. -Maldigó en voz alta. -Apago el celular.

Estoy seguro que está en la casa de Juliana y tengo que ir para hablar con Lucía, tiene que escucharme y volver conmigo. Tengo que hacer cualquier cosa para que no vuelva con ese desgraciado porque no tiene idea del infierno que le espera si lo hace.

-Dejala en paz. -Dice Alfonso. -Al menos dejala tranquila por unos días.

-No puedo, tengo que ganar tiempo antes de que ese bastardo se le acerque.

-Lucía no quiere ver a ninguno de los dos. -Insiste. -¿Crees que ella lo va a querer ver después de todo lo que pasó?

-Ese hijo los une y lo sabes.

-Ese fue tu capricho y aún así no te importo. -Me reclama. -Traicionaste su confianza, ¿que esperabas?

-Pero la voy a recuperar. Aunque sea por las buenas o por las malas pero no voy a dejar que vuelva con ese tipo. -Suspiro. -Graciela me llamo para decirme que hablo con Marcos, parece que no sabe del bebé. Eso es bueno.

-¿Piensas que Lucía se lo dirá?

-No le conviene, ella sabe lo que puede sufrir si lo hace.

-¿Qué vas a ganar con todo esto? Solo te estás llenando de odio, resentimiento y mírate como estás.

-No estoy para tus sermones. -Molesto. -Asique no quiero escucharte, te puedes ir.

Alfonso chasquea la lengua y sale de mi oficina, dejándome solo.

Mi mente está enfocada en solamente una idea y junto mis cosas antes de irme del estudio, entro a mi auto y conduzco hasta la casa de Juliana.

Tiempo más tarde, toco el timbre y cuando me encuentro con su presencia, su rostro se pone blanco.

-Quiero ver a mi mujer. -Serio.

-¿Tu mujer? Ay no seas cinico. -Molesta. -¿No te da vergüenza lo que hiciste?

-Dile a Lucía que quiero verla. -Ni tengo intenciones de darle explicaciones.

-No está.

-No mientas.

Mi enojo va creciendo y más cuando se niega a dejarme pasar.

-Sé que está aquí.

-Te equivocas. Lucía no está aquí, no me dijo dónde está pero si lo supiera tampoco te lo diría.

Aprieto los dientes y siento que me estoy poniendo rojo por la ira.

-Está con ese hijo puta, ¿no?

-Tampoco quiere verlo, ella se fue para alejarse de ustedes. ¿Por qué no la dejas en paz?

-Porque es mi mujer, es mía y no la voy a dejar en paz hasta que regrese a su casa.

-Estás demente y vete de aquí porque si sigues molestando voy a llamar a la policia.

Me cierra la puerta en la cara y mi respiración es pesada, mi rostro está rojo como un tomate y golpeó la puerta para que la abra.

Se que Juliana sabe donde está y tiene que decirmelo en este mismo momento.

En mi cabeza solo está la idea en que está con Marcos y eso me vuelve loco. No puede volver con ese tipo porque juro que ese bebé no va a existir. 

En carne vivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora