Tensión

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Narra Marcos:


Más tarde, Lucía se está arreglando el cabello delante del espejo y una sonrisa aparece en mi rostro, me coloco detrás de ella y la envuelvo con mis brazos. 

-Estás más hermosa que nunca, mi amor. 

Sonríe con ternura y mi corazón se derrite al verla de esa manera. Se da la vuelta y apoya las manos en mi pecho. 

-Y vos estás muy guapo. -Se muerde el labio. 

-No hagas eso porque sino no vamos a salir de la habitación. -Le advierto. 

Suelta una risa traviesa y beso sus labios antes de salir de la habitación. Salimos a la calle y caminamos hasta la avenida Rivadavia para buscar un taxi y lo encontramos unos minutos después. La ayudo a entrar y luego me siento a su lado, tomando su mano y nuestros dedos quedan entrelazados y luego le digo la dirección al conductor antes de emprender la marcha. 

Lucía se recuesta sobre mi y mi mano libre se posa sobre su vientre, acariciando con suavidad y mis ojos no pueden apartar los azules de mi prometida, sus ojos irradian una felicidad tan inmensa y me siento tan feliz por esta maravillosa etapa que estamos atravesando, que el horror que pasamos en el pasado quedo atrás y no hay nada que pueda evaporar la felicidad que estamos teniendo. 

Beso el dorso su mano y enseguida llegamos al restaurante. Le doy el dinero al chofer y me apresuro para salir, y abrirle la puerta a mi Lucía. 

Toma mi brazo y entramos juntos al lugar, una señorita se nos acerca y la saludo antes de decirle que tenemos una mesa reservada a mi nombre, nos hacen pasar y las miradas están sobre Lucía, a quien saludan con afecto y ella los recibe con un cálido saludo. 

Al llegar a nuestra mesa, le corro la silla para que se pueda sentar y la acerco a la mesa, tomo asiento y la señorita nos da la carta antes de darnos recomendaciones sobre los platos del día. 

Lucía pide unos sorrentinos con salsa mixta y pido lo mismo que pidió ella. 

- ¿Qué quieren para tomar? 

-Un jugo de naranja. -Contesta Lucía. 

-Pomelo. 

La muchacha anota todo y se retira enseguida. Mi atención está sobre mi mujer y sonrió suavemente. 

- ¿Cómo te sientes, mi amor? 

-Bien. -Sonríe. -Me molestan un poco los pies pero es soportable. 

-Después dime si te duele así te llevo a casa. 

-Estoy bien, mi amor. -Riéndose. -No es nada. 

-Es que quiero que sufras lo menos posible, mi vida. 

Me acerco para besar sus labios y somos interrumpidos cuando escucho una voz molesta. 

-Que casualidad hermosa. -Dice Sofía. -Mira a quien me vengo a encontrar. 

La muchacha me mira con una sonrisa y resoplo en voz baja. 

- ¿Te conozco? -Arqueo una ceja. 

- ¿No te acuerdas de mí? Que lastima porque yo si me acuerdo muy bien de vos. 

Lucía la mira con una mirada asesina y la tensión se hace más evidente, no pienso dejar que está niña nos arrebate el hermoso momento que estamos teniendo. 

-Espero que no se moleste señorita pero estoy con mi mujer y quiero algo de privacidad. 

-Ay cierto. -Mira a Lucía. -Buenas noches señora Dorrego, supe la noticia de su embarazo y los tremendos cuernos que le puso a su difunto marido. 

En carne vivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora