El final de la reunión

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Nos veíamos y celebrábamos en las maduras. Reíamos, bebíamos y fumábamos como si no hubiera un mañana. Éramos yonkis al límite de una sobredosis de dopamina, producto de nuestros cerebros. No nos chutábamos nada más que palabras entre líneas sanas de conversaciones banales. No éramos tóxicos, ni toxicómanos... al menos mientras fuimos jóvenes.

Entonces llegó esa mañana que no hubo de haber. Despertamos sólos. Y en las duras, sobrios del presente, nos dimos cuenta de que, de aquello, sólo quedaban escombros.

Algunos siguieron su vida sin más nostalgia ni preocupación. Pero a quien no tenía otra cosa que hacer, le tocó recoger sólo.

Así es la vida. No todos los finales son felices.


Micro relatos escritos en un purgatorio donde, a menudo, me encuentro con genteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora