El pájaro equilibrista

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La libertad tiene su precio. Incluso un ave podría aprender a vivir emancipado de sus alas; aceptando, en consecuencia, el menoscabo de lo que realmente es... porque un ave sigue siendo un ave, aún sin poder volar; pero deja de pertenecer a su entorno, a ese cielo inmenso en el que traza caminos invisibles. Ahí está el dilema de la balanza de la voluntad, del desequilibrio de lo que uno es y de lo que quiere ser. De lo que esperas de tí, y lo que esperan los demás y que tanto te importa, por mucho que te engañes.
Aceptar que todos mienten implica reconocer que tú también. No eres peor que nadie, y tampoco en éste sucio oficio que implica el ser un animal social con la virtud (o el vicio) de la conciencia.

La simetría de la física es la verdad plena en el arte del funambulismo. No hay otra manera de no precipitarse al vacío, pues ni siquiera la mejor de las suertes puede desafiar las leyes de la gravedad. Aún interpretando la vida como una ilusión, en un tropiezo caes y mueres; y no sabes qué hay más allá ni qué te espera. Ahí está el azar, y no en el tarot que barajo y con el que tomo algunas decisiones. Pero éste es otro tema sobre el que reflexionaré en otro momento.

Por más que busco en la bóveda celeste desde donde pisan mis pies, no veo querubines saltando entre las nubes... pero sí pájaros posados tranquilamente en líneas de alta tensión.
La fé hace felices a las personas. El conocimiento y la ciencia te acercan a Dios.
Me pregunto qué podría llegar a ser con fé y con conocimiento.

Micro relatos escritos en un purgatorio donde, a menudo, me encuentro con genteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora