El pequeño Luzbel

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Dios reflexionaba acerca de la gran obra que iba a iniciar, "la Creación", en un espacio inmenso y oscuro; iluminado por la luz que emanaba de su ángel más preciado, que jugaba allí aburrido haciendo figuras improvisadas con nubes de éter.

─Padre... ─Interrumpió el joven, con riguroso respeto.
─¿Sí, Luzbel?
─¿Por qué mis hermanos se postran ante mi?
─Porque tú eres el más virtuoso y el más bello.

El pequeño ángel agachó la cabeza y sus alas se relajaron, abatidas, tras sus hombros. Yahvé lo observó, dejó lo que estaba haciendo y se acercó a él.

─¿Qué te aflige, mi más preciado hijo, si tú eres su modelo y ellos no pueden herirte, porque tan solo tienen la capacidad de amarte? ─Dios se agachó postrando una rodilla, tomó la cabeza del ángel cariñosamente y lo miró a los ojos. La boca de Luzbel comenzó a temblar y de sus ojos brotaron dos grandes lágrimas que no pudo contener.
─Que tan solo yo, Padre, conozco la tristeza.

Yahvé abrazó al angelito, que rompió a llorar desconsoladamente en uno de sus hombros. Lo dejó desahogarse, prestando toda su confianza y dispuesto a escuchar a aquel niño celestial. Luzbel secó sus lágrimas con sus antebrazos. Dios se separó después de besar su frente y lo miró de nuevo a la cara.

─¿Y por qué, Padre, se me ha dado pues la responsabilidad de portar la luz?
─Porque solo es digno aquel que conoce las tinieblas.
─No lo entiendo...
─Aún no puedes, hijo ─Yahvé tomó de la mano al ángel─. Ven conmigo.

Dios llevó a Luzbel a un lugar donde había un prototipo del jardín del Edén.

─¿Qué son esos dos ángeles sin alas? ─preguntó el pequeño.
─Son dos seres humanos.
─¿Y eso tan grande y tan bonito?
─Es un árbol.
─¡Enséñeme, Padre, a hacer otro igual!

Yahvé sonrió al verlo entusiasmado.

─Comienza por algo sencillo.
─¿Y podrá estar en el jardín?
─Te doy mi palabra.

Dios dejó a Luzbel solo allí. Ilusionado, el joven construyó un largo y fino cilindro con un extremo en forma de flecha. Aquel fue el juguete inseparable que llevó arrastrando toda su infancia.


Micro relatos escritos en un purgatorio donde, a menudo, me encuentro con genteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora