Todo apuntaba a que iba a ser un día gris, nostálgico y melancólico. Desperté antes de tiempo, sin sobresaltos, pero abrumado y resacoso como acostumbraba desde no recuerdo cuando... aunque no desde hace mucho. Matarme poco a poco, de forma lúdica, se había convertido en una terapia y todavía no había empezado a hacerme demasiado daño, así que me permitía algunas nocivas licencias para conmigo, mi cuerpo y mi cabeza.
Me lié un cigarro y abrí la puerta de la calle. Se respiraba un agradable olor a humedad, esencia de las primeras gotas de lluvia cayendo tímidas al suelo tras no dejarse ver durante meses. Empezaba a amanecer, pero aún el sol no daba luz sin sombra suficiente para constatar que era de día. Prendí fuego al pitillo sentado en el tranco de la puerta e inhalé una gran dosis de nicotina, degustando una nube de veneno mientras escuchaba el suave y breve concierto de percusión que las gotas de lluvia interpretaron, brevemente, para mí. Al tirar la colilla me di cuenta de que se había hecho de día de repente. Todos seguían, sin embargo, durmiendo.
Permanecí en la puerta de la calle hasta que el suelo se secó. Escuchando mientras el silencio de aquella mañana, parecía como que no era el único que no tenía nada que hacer ese primer día laboral de septiembre.
ESTÁS LEYENDO
Micro relatos escritos en un purgatorio donde, a menudo, me encuentro con gente
Short StoryColección de mis primeros bocetos de escritura, microrrelatos y algo de prosa poética, en una marcha fugaz entre la narrativa y el ensayo corto. Escritos de diversos matices sobre un diario que transcurre en los caminos perdidos donde coexiste la cr...