Su discurso lucía como una lustrosa armadura decorada con palabras que vestían, como piedras preciosas, un argumentario difícil de creer para alguien con una pizca de picardía, como es mi caso. Aún así, aquellos astutos hijos de puta eran capaces de llegar al corazón de las buenas personas que escuchaban a pecho abierto, sembrando la culpa en el espíritu de esos aún profanos feligreses que, en su humilde fortuna, creían no merecer lo poco que en toda su miserable vida pudieron conseguir: aquellas gentes pasaron faltas y penurias de verdad, por eso ese panfleto filantrópico del mitin les venía a medida.
Yo allí asomaba el rabo y los cuernos, cruzado de brazos mirando fijamente a aquellos auténticos séquitos de Satanás que hablaban a los pobres de otros pobres, bajo el guión del lucrativo y sucio negocio que es poner precio a la ingenuidad. Sin lugar a dudas, en aquel acto trabajaban los capitalistas anti-capitalistas más inteligentes, crueles y voraces; vendiendo el dolor ajeno a esos a los que se les hace recuerdo y perpetuo trauma su propia experiencia. Sin embargo, escapé de allá en silencio como un desalmado nihilista.Muchos quedaron desnudos ante aquella humillación personal que suponía, bajo falaces conclusiones impuestas, en el marco de aquellas ideas, vivir dignamente tras soportar toda una vida de mierda. Ése era el anzuelo y, seguramente, los más necesitados y a la vez generosos, mordieron.
Yo, con no mucha más fortuna en la rueda de mi destino, preferí seguir con mis harapos. Y es que leí a Maquiavelo, probablemente porque tuve esa suerte de la que ellos tuvieron que prescindir.
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Micro relatos escritos en un purgatorio donde, a menudo, me encuentro con gente
Short StoryColección de mis primeros bocetos de escritura, microrrelatos y algo de prosa poética, en una marcha fugaz entre la narrativa y el ensayo corto. Escritos de diversos matices sobre un diario que transcurre en los caminos perdidos donde coexiste la cr...