Bala perdida

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XX/XX/XXXX

Continúo con mi diario de guerra en pos de mi propia salud mental. Nada me motiva ya a seguir escribiendo sobre la situación y cada día que pasa encuentro menos sentido a esta contienda. No veo la manera de un acuerdo y ni siquiera puedo rendirme, porque ni aún tirando las armas, mi enemiga está dispuesta a negociar nuestras capitulaciones.
El campo de batalla es llano. Nos vemos venir, pero está sembrado de minas. A veces, como dos locos, subimos las manos en alto y nos dirigimos al centro sorteando, con la ayuda de Dios y sus milagros, todo tipo de trampas. Nos miramos a los ojos, nos damos la paz, follamos hasta dejarnos nuestros genitales en carne viva, y volvemos a nuestras correspondientes trincheras. Ahí aguardamos silencio hasta que alguno tira una piedra, que luego se convierte en lluvia de metralla, y finalmente en fuego a discreción. No queremos hacernos tanto daño, pero atinamos muchas balas perdidas en nuestro fuego cruzado. A veces incluso parece que queremos darnos a posta.

Estoy herido. Me ha sembrado un proyectil en el pecho y no puedo respirar bien. Por "walkie-talkie" me ha informado de su situación y ambos nos hemos atravesado el alma.
Al final no sabemos ni por qué... pero aquí estamos, matándonos. Ahora tenemos que volver a cruzar el terreno para encontrarnos y curarnos. Luego seguiremos como siempre, peleando en esta absurda guerra de mierda.

Micro relatos escritos en un purgatorio donde, a menudo, me encuentro con genteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora