El tendedero eléctrico

10 1 0
                                    

La azotea era el lugar donde iba a tomar descansos cuando mi cuerpo generaba cortisol en exceso: de todas las perspectivas desde las que podía enfrentar los problemas de mi día a día, la cenital era, sin duda, la que mejor me hacía sentir. La vanidad, aún en el silencioso secreto que nos guarda prudentemente la timidez, es un as escondido al que algunas veces es saludable y preciso recurrir; y las alturas son el escenario perfecto para presumir de esa carta.
Allí arriba, en el cielo del suelo, vigilaba como una lechuza los comportamientos de los viandantes sin más interés, en principio, que la mera curiosidad. Sin embargo, la atención ─cuando se desarrolla bien─ es como un agujero de gusano viajando a las entrañas de aquello que contemplas; y las personas hacen cosas que nadie espera cuando no son conscientes de que las están observando. Conocer, de lo que en ese lugar era capaz de ver, me hacía sentir importante.
Una tarde húmeda de nubes grises con destellos de colores ─ya una vez convertidas mis meditaciones de terraza en un estudio 'voyeurístico', cínico y sociológico─ comencé a sentir corrientes de electricidad que erizaban mi vello corporal con tanta fuerza que pensé que iba a levitar. Se levantó un viento frío y hostil, que me hizo separarme por precaución de la baranda; y justo al cruzar la puerta hacia las escaleras comenzaron a llover bolas de granizo que impactaban partiéndose en el piso.
Viendo que el cielo no estaba para muchas gilipolleces, miré el apocalipsis, refugiado tras unos metros del marco del acceso. Y entonces caí en la cuenta de que ese lugar, que era un sitio para tender, podía ser el menos idóneo si algo por encima de los cielos dedicara su tiempo a mirar qué hacemos los diablos por los tejados, cuando pensamos que no nos ven. Y la verdad, creo que eso, sea lo que sea, sería capaz de hacerme partir con un rayo.


Micro relatos escritos en un purgatorio donde, a menudo, me encuentro con genteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora