Ando colérico y amargado. Lo admito. Tengo un mal ímpetu desencadenado por un cúmulo de circunstancias en pausas muy largas que transcurren, sin demasiado cambio, sobre el tiempo. Y me pesa la angustia de aguardar, porque sé que Cronos no espera a nadie. Aún así, durante el lapso hasta que consumo mi furia me siento fuerte y poderoso: como una entidad fuera de mi, capaz de someterme; tal cual como un león engullendo al humano que no quiere ser, en un circo de la fatalidad donde participa con el objetivo de burlarse de su propio dolor.
La gente me reprocha lo cruel que puedo llegar a ser, ignorando y sin tener en cuenta las barbaries que cometo conmigo mismo. No obstante, insisto en vivir: aunque sea para dar por culo, debe de valer la pena. O eso me gustaría pensar el día que la Parca me de el paseíllo.
Cuando ni el hachís ni las drogas psiquiátricas me funcionan, entonces me vuelvo sano por un tiempo y medito. En mi viaje interior, en esos primeros días entrenando para volver a tomar el hábito, paso algunos malos ratos distraido con todo aquello que imagino y puedo ver en el proyector de mi conciencia. Ahí están mis pesadillas: las que he vivido en el pasado y las que temo vivir en el futuro; y por ahí me pierdo hasta que consigo llegar a un estado de catatonia donde todo, absolutamente todo, me es indiferente. Entonces se hace el silencio y escucho el eco de mi respiración en las paredes de un bonito templo de naturaleza; hasta que doy con una catarata de pena que fluye sin cesar, apagando el fuego de la ira y curándome, por un instante, de esa terrible enfermedad.
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Micro relatos escritos en un purgatorio donde, a menudo, me encuentro con gente
Short StoryColección de mis primeros bocetos de escritura, microrrelatos y algo de prosa poética, en una marcha fugaz entre la narrativa y el ensayo corto. Escritos de diversos matices sobre un diario que transcurre en los caminos perdidos donde coexiste la cr...