Aquella loba solitaria no tenía el más mínimo interés por complacer a nadie. Tampoco pretensión alguna por caer bien. Exhibía arrogante la tinta de su piel en señal de advertencia, como una 'yakuza' apartando de su camino a cualquier perrito faldero que paseaba por allí fantaseando con mearle en sus pies. El resto de su cuerpo, salvo los días en los que Helios castiga, lo llevaba tapado. No es que fuera, en absoluto, una persona recatada o prudente: sencillamente, seducir le parecía una gilipollez; y enseñar, para ella, un vulgar cortejo de conejas desesperadas buscando a algún depredador. Su intimidad no estaba al alcance de cualquiera y lo suyo no era para entregar, sino para compartir si se daba el caso. Y rara vez se daba.
Tenía la lengua sucia al hablar, soltaba el puño fácil al discrepar y llevaba dentro un corazón de hierro por si se le ocurría enamorarse. La política y la ideología le importaban una mierda. Era una anarquista de verdad: nihilista de las que no creen en nada ni en nadie, sólo en la capacidad de construir y destruir sin ningún sentido trascendental. Lo suyo no era un juego ni ningún teatro, sino una manera de vivir.Un día me dijo 'adiós' y no la volví a ver. No discutimos ni peleamos. No me hizo nada ni le hice nada.
Hiparquía plantó a su Crates y quemó la escuela. No me dió tiempo siquiera a desearle buena suerte. Me dejó allí. Sólo. Llorando como una nenaza...
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Micro relatos escritos en un purgatorio donde, a menudo, me encuentro con gente
Short StoryColección de mis primeros bocetos de escritura, microrrelatos y algo de prosa poética, en una marcha fugaz entre la narrativa y el ensayo corto. Escritos de diversos matices sobre un diario que transcurre en los caminos perdidos donde coexiste la cr...