El inversor inmobiliario

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─ Así que dejaste de ser músico verbenero para hacer 'fotitos' y versos...
─ No exactamente. Pero sí, ahora también escribo y echo fotos ─Le respondí a aquel gilipollas─.
─ ¿Y cobras por ello?
─ De momento no.
─ Am... ─Esbozó una sonrisa de lado, a la vez que hizo sonar un irónico suspiro. Mantuve la calma, esperando el momento preciso para sacar mi artillería─. Bueno, nunca se sabe. Yo hipotequé mi patrimonio en la crisis para comprar viviendas en subasta y ahora valen el triple. Quizá tengas también suerte en tu apuesta.
─ ¿Apuesta? Solo hago lo que sé y me gusta hacer.
─ Entiendo... ─Aquella soberbia y antipática mueca en su boca no se le iba de la cara.

Se acercó su señora, una mujer físicamente muy agraciada que andaba conversando con gente de por allí.

─ Perdona que interrumpa ─me dijo educadamente, mirándome con un pícaro resplandor en su rostro─. Guárdame el bolso. No bebas más que mañana tienes que llevar a tu hijo al partido ─Le ordenó a su marido con cierta hostilidad─. Salgo a fumar ─se dirigió afuera del recinto─.

Aquel tipo tuvo la mala idea de seguir con lo mismo.

─ ¿Por qué no te buscas un trabajo de verdad? Tú eras un chico listo, no te habría sido muy difícil ganar dinero. En cualquier caso siempre estás a tiempo de invertir lo poco que tengas.
─ ¿Por qué no te buscas tú un trabajo digno? No quiero ser un afortunado oportunista capaz de suplicar préstamos a la altura de la polla de un puto banquero usurero, para construirme una vida de mierda, aparentando, que no quiero vivir; con una bonita esposa insatisfecha que, por cierto, no ha parado de reir mis chistes y a la que, con un poco de charla interesante, quizá podría hacerle otro hijo que tú, sin saberlo, me criarías como a uno más de tus señoritos.

Se quedó en 'shock' unos segundos. Luego rió a carcajadas.

─¡Eres un verdadero artista! Te invito a un par de tiritos en el baño.
─No le doy a las drogas duras. Págame un tercio.

Y después de darme dos palmaditas en la espalda, me trajo mi cerveza y se fué a meterse cocaína. Algunos son felices así.


Micro relatos escritos en un purgatorio donde, a menudo, me encuentro con genteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora