Lo que aún está vivo

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Sería una mujer de unos treinta años más o menos. Merodeaba melancólica sin alejarse de allí, levitando como una semitransparencia en un aburrido y sempiterno paseo alrededor de su propio camposanto. Bajo la rama donde dió su último suspiro yacía un ramo de flores mustias y una carta que parecía recién puesta ahí. Ganarle distancia a aquel patíbulo natural me costó lo mío, pues aunque a menudo fantaseo con acabar con ese dolor que a veces me asfixia en el espíritu, reconozco que también temo a la muerte y a los muertos.
Me acercaba prudente suponiendo, por su ignorante actitud, que no era capaz de verme. Una vez llegué al tronco, a unos diez o quince metros de donde se encontraba el fantasma, abrí aquel sobre y me dispuse a leer lo que había en su interior:

«Mi vida ha sido una siembra yerma de esperanza, de ilusión ciega en el abismo del hastío desde cuyo fondo nunca divisé una cálida luz capaz de templar mi alma triste. Me despido sin despedirme; y me llevo conmigo ese doloroso rencor que nunca hizo daño al resto del mundo, indiferente, pues yo tan sólo he sido capaz de perjudicarme a mí misma en mi fracasado intento de no heriros a los demás. No sean tan crueles como para llamarme cobarde, ni tan hipócritas para llorar mi ausencia. Permítanme, al menos, huir de mi tormento.»

Aquel texto estaba escrito a mano, en renglones torcidos, pero con una bonita caligrafía. Miré en dirección al ente y la encontré cerca de mí, observándome. Interpreté pues que aquel papel había sido su nota de suicidio. Lejos del terror; me invadió un sentimiento de pena insoportable, pesándome en el cuerpo y ahogándome. Alcé la cabeza para hablarle a la cara.

─No tendré la crueldad de condenarte ─le dije─. Sólo quiero que sepas que desearía que tu vida hubiera sido de otra manera.
─Gracias ─me respondió con una leve pero honesta sonrisa, mientras cogía su carta de mis manos─.

Desapareció desvaneciéndose como humo. No la he vuelto a ver, pero aquel siniestro árbol crece cada año más bonito entre escombros, como una metáfora de lo que pudo haber sido en otra circunstancia.

Micro relatos escritos en un purgatorio donde, a menudo, me encuentro con genteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora