Secreto entre sombras.

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Larisa.

Nunca debemos acostumbrarnos a una persona que vemos todos los días. porque el día que ya no está, sentiremos un vacío enorme.

Todo transcurrió demasiado rápido. después de borrar las grabaciones y quitar las cámaras terminó el horario de refaccion y después de terminar de entrenar y darnos otro baño nos fuimos a descansar.
Pero como en este lugar tal y cual me lo dijo el Coronel que si dábamos un paso en falso Él lo sabría.

—¡RAPIDO QUIERO ESAS DOSCIENTAS LAGARTIJAS! —grita uno de los capitanes rusos.

Supieron de nuestro movimiento. pero no saben todavía de mi carta a la Coronel, de eso sí estoy pendiente que no me ha contestado.

—Dios mío, ya no siento mis brazos —habla Liz a mi derecha.

—Y eso que todavía nos falta cien más —susurro aguantando el peso de los ladrillos que nos pusieron encima.

También estoy igual a Liz. pero no quiero demostrar debilidad ante estos infelices que solo quieren destruirnos. lo único que no saben es que están creando monstruos que los acabarán en cualquier momento.

Al levantar mi cabeza veo a la Coronel caminar desde uno de los edificios y se detiene a observar lo que estamos haciendo y se retira negando al vernos yéndose con dirección a las oficinas centrales.

—¿Ya lo recibiría? —me pregunta Liz.

—Espero que... si —estiro mis brazos un momento tanteando que no se desamarre las cuerdas de mi espalda.

—¡NO PAREN! —grita de nuevo el Capitán.

Respiro profundo cuando llega una ventisca de aire que eso ocasiona un estornudo a causa del polvo que me entró por la nariz.

«Ciento ochenta y nueve».

«Ciento noventa».

«Ciento Noventa y uno».

Cuento mentalmente cerrando los ojos y sacando fuerzas de lo más profundo. llenando mi mente de pensamientos positivos y recuerdos que tuve con mi hermana los días que nos escapabamos después de terminar una misión.

—¡DESCANSEN SOLDADOS! —escucho una voz familiar que reconozco al instante.

Caigo al suelo boca abajo desamarrando las cuerdas de mi espalda y poniendome de pie como puedo a realizar el saludo militar hacia el Coronel Kámanev que está enfrente de todos.

—¡EN CINCO HORAS PARTEN HACIA POLONIA! —informa— ¡USTEDES SABEN LO QUE DEBEN DE HACER! —se gira dándonos la espalda—. ¡AHORA LARGO!.

Rápidamente empezamos a trotar yendo hacia las habitaciones donde están lo que debemos ponernos.

—Primero nos hacen sudar como cerdos y después nos mandan al matadero —susurro.

—Solo falta que nos tengan preparado ya el lugar donde nos van a enterrar —bromea Liz y solo me río por su comentario.

Cruzamos todo el campo entrando a los pasillos en filas de dos llegando hacia el salón de materiales de misión. Entramos en el cuando una de las capitanes nos abre la puerta.

OSCURA REALIDAD [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora