Los demonios salen a la luz.

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Kiev, Ucrania.

Draven Serrano.

Aveces temes de ser atrapado. pero la emoción y adrenalina valen la pena el riesgo.

Llegando a casa. A altas horas de la madrugada que por cierto que debería estar descansando y justo eso voy hacer, pero como si el destino quiere otra cosa porque en el pasillo a mi habitación me encuentro a la inútil que tengo como hermanastra.

—¿Dónde andabas? -–pregunta caminando a paso lento dirigiéndose a mi.

—Por allí  —me encojo de hombros—  No te incumbe lo que haga —dejo claro empezando a caminar lejos de ella.

—¡Oye!  —me sujeta del brazo—  No hemos convivido como los hermanitos que somos ¿recuerdas? —pregunta de nuevo, pasando un dedo en el cuello de mi saco—  Quiero repetir —susurra a mi oido.

—Si quieres repetir  —le agarro el mentón–  ve con alguien más, porque a mí —beso su cachete—  Ya me aburriste  —la suelto quitando su mano de mi pecho.

—Eso no decías cuando lo estábamos haciendo —nuevamente me tapa el camino.

—Son tiempos pasados —la empujo a la derecha—  Quítate de mi camino y desaparece de mi vista —sigo mi camino.

—Cuando vea que quieras tener a una mujer a tu lado  —amenaza— Te la voy a quitar, cueste lo que me cueste  —se escucha el ruido de sus tacones— Y te arrepentirás "hermanito" .

Solo volteo a ver qué ya no hay presencia de ella en el pasillo y puede que sea cierto lo que diga. porque ya lo ha hecho antes, pero si lo quiere hacer conmigo no dejaré que se salga con la suya.

«mocosa»

Veo en el reloj de mano que son las tres de la mañana y solo tengo una hora para pegar los ojos. Porque en una hora y media viene el nuevo armamento y también tengo que contactar a los hombres de la misión "R", que espero y me tengan buenas noticias.

Llego a mi habitación y entro, seguido de ello me voy a la ducha, quitándome la ropa, veo que todavía la tengo parada y un fuerte escalofrío me da cuando paso un dedo por la punta.

«Hubiera sido mejor que no rechazara a la estúpida».

Esfumo esos pensamientos. porque ya no quiero caer en sus garras de mujer solitaria, no, ya no más, enciendo la regadera y me cae el agua fría en la espalda, justo para relajarme.

Pasó alrededor de treinta minutos en la ducha y me envuelvo una toalla en la cintura secando mi cabello con otra, saco mi ropa de pijama. Me la coloco rápidamente y por fin me recuesto en la cama donde veo el reloj de mesa que ya son las tres y media. Si no cierro los ojos rápido no descansaré nada.

Respiro hondo y me acomodo bien en la cama cerrando los ojos para descansar lo que queda de tiempo.

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—Señor, llegaron —informa Diego llegando a mi posición.

—Perfecto —digo caminando hacia la oficina–.  Cuando tengan el informe completo, me lo hacen llegar cuánto antes —me coloco los lentes oscuros—  Por ahora ordena que me lleven mi almuerzo a la oficina —asiente y se va.

OSCURA REALIDAD [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora