Angeles y Demonios.

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Narrador omnisciente.

En el mundo, en cualquier parte ó en cualquier momento. Te encuentras con diferentes personas. Que por fuera son una y por dentro son un millar.

Los pensamientos de Larisa. Eran inimaginables que ni ella se creía lo que tenía en la mente. Y sabía las consecuencias que pasarían si los pusiera en acción.

Esa noche el grupo de búsqueda. Se reunió como lo habían planeado.

—¿No hubo movimiento sospechoso? —pregunta Larisa, acomodando su pasamontañas.

—Por el momento, no hay nada —responde el enfermero—. Pero no hay que quitarse los pasamontañas. Porque a ellos no se les engaña, ah y otra cosa —toma unos lentes nocturnos— Pónganse esto, porque estaremos en la oscuridad.

Cada uno del grupo toma unos lentes, y activando el modo. En menos de minutos ya están de camino al lugar de reunión, donde estarán los demás enfermeros.

Caminan entre las cabañas a la luz de la luna y sonidos de grillos. Respiraciones agitadas y ruidos de las pisadas sobre la tierra del camino apresurados a que los guardias de turno no los miren entre la oscuridad.

—Cuidado —avisa Lizbeth, dando señal de que hay un grupo antes de su escondite.

—Mierda, solo eso faltaba —alega Larisa.

—Debemos tomar el otro camino —se asoma a ver el enfermero desde un costado de una cabaña—. Es más largo, pero talvez no nos encontramos a más —da la vuelta para empezar la otra ruta.

—Vamos —toma del brazo Larisa a Lizbeth que esta solo asiente siguiendo el nuevo camino.

Otra vez la misma estrategia de camuflaje. Tratan de callar sus respiraciones agitadas ante el silencio del lugar, que hacen varias paradas entre las camionetas y las cabañas.

A tan solo cuatro cabañas más y llegan a su destino. Toman bien el objetivo y empiezan otra vez su caminata, Mirando a los lados, adelante y atrás, cubriéndose las espaldas entre los tres.

Se detienen abruptamente por el sonido de unos pasos más adelante de ellos y se esconden entre los arbustos de los baños del oeste, Se ven entre ellos dando señal de espera.

Que eso se pasa rápido ya que el obstáculo se ha ido del camino. Vuelven a su caminata, ahora más rápido que antes, porque ya van llegando a su destino.

—Un poco más —susurra el enfermero.

Y en cuestión de cuarenta minutos están enfrente de las puertas de los baños que quedan al sur de la base. Tocan la puerta dando a entender quién está afuera y se abre inmediatamente entrando los tres a los baños oscuros.

—Buena está, enfermero sexy —le habla Lizbeth dándole un golpe en el hombro derecho.

—Gracias —agradece— Por cierto... —las voltea a ver— Me han pasado recado de la nueva misión que les darán —informa caminando hacia el último copulo de los baños.

—Vaya... —da un chiflido Larisa— ...ya se habían tardado, ¿pero no sabes dónde será? —pregunta sacando un cigarro de un bolsillo de su overol.

OSCURA REALIDAD [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora