Mentiras crueles.

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Larisa.

Despertar es igual que nacer. Solo que la diferencia de despertar es que es otro día más y nacer es donde comienza tu vida en un mundo donde solo hay hipocresía, mentiras, tristeza, dolor, sufrimiento, amor, alegrías, emociones, subidas y bajadas; lo único que tenemos que hacer es ser diferentes a los demás.

No se si me acosté con la mente cansada ó porque no dejaba de pensar en todo lo que haré. Abro los ojos y veo que son ya la una y media de la madrugada. A tan solo minutos que empiecen a tocar las trompetas de levantarnos a nuestros deberes.

Respiro profundo y acomodo la sábana encima de mi. porque estamos en la temporada de frío y con esta sábana tan delgada hace que me dé más.

Todo está oscuro solo las pequeñas ventanas de la habitación que por ellas entra la luz de la luna. Volteo a ver a mi izquierda y veo a las demás que todavía están durmiendo. giro la cabeza para ver la cama que está arriba mío y cierro los ojos impidiendo que salgan esas lágrimas traicioneras al recordar quien dormía en esa cama.

«Vamos Larisa no pienses en esas cosas todo saldrá bien».

Vuelvo a respirar hondo y volteo de nuevo al reloj de la habitación que solo faltan diez minutos y yo solo pude pegar el ojo una hora. Scheisse!, estoy que me congelo en esta cama más dura que el suelo.

Me levanto un poco buscando mi Parka para tratar de minimizar el frío y la encuentro a mis pies. La jalo rápido y me la coloco para no morir de frío.

«Asi está mejor un poco si pero aguantable».

Me vuelvo a recostar en la cama y en eso que quiero cerrar los ojos. Al segundo se escuchan las trompetas de aviso para levantarnos e inmediatamente me levanto de mi cama y veo que las demás hacen los mismo empezando a ordenar las camas.  dando vistazos a la puerta por si entran los soldados para avisarnos el inicio del día.

—Esto es horrendo —se queja Liz terminando de arreglar su cama—. Además del tremendo frío que hace solo falta que caiga nieve —se sienta en la orilla de su cama para ponerse sus botas.

—Todavia no es el momento de esa temporada Liz —rio también amarrando los cordones de las botas—. Y no te amarres mucho los zapatos que vamos para el agua en cinco minutos —aviso aflojando los cordones.

—Puedo no dormir ó incluso no entrenar pero la comida y el aseo personal eso nunca lo dejaré de lado —se coloca la Parka con gorro—. Quiero un baño de agua calientita.

Le iba a responder pero volteamos a ver que por las puertas entran los soldados.

—¡Rápido a las duchas! —grita el que va a delante.

Rápidamente agarro mi bolsita de limpieza personal que nos dieron las capitanas rusas y me formo detrás de Liz para salir trotando de la habitación hacia las duchas. Somos guiadas por otros tres soldados que van adelante de nosotras.

Llegamos a las duchas del lado oeste y cuando estamos por entrar nos dan más órdenes.

—Se meterán de dos en dos por cada ducha —Informa otro soldado a la entrada—. Tienen solo quince minutos, ¡Ya! —grita.

OSCURA REALIDAD [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora