Huesos rotos.

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Milan, Italia.

Dinora.

Si estar drogada es horrible. esta sensación de estar acostada un largo tiempo y sentir como si no hubiera descansado nada. Es una mierda bien hecha.

Observo la habitación donde estoy y me encuentro todavía en la enfermería. No sé ni cuántos días llevo aquí, pero lo único que quiero ahora es levantarme e ir a estirar mis piernas, puede ser caminando ó corriendo. No tengo idea.

—¿Ya despertó la bella durmiente? —escucho preguntar a Kristen que la veo llegar a mi puesto—. Si, ya estás despierta —deja la bandeja de comida en la mesita de al lado viéndome directamente—.  ¿Con fuerza para ir arrancarles los huesos a esos malditos italianos?.

—¿Tu no eres igual? —pregunto acomodándome en la camilla. pero al hacerlo tan rápido me agarra un mareo y me sostengo la frente.

—No soy de aquí —responde ayudándome a sentar—. Por eso les digo malditos —rie— Además de que tenemos cuentas por cobrar y esto nos facilitará a que nos vean con más respeto.

—¿Pero si ya son conocidas? —me arreglo el cabello quitándolo de mi rostro.

—Lo somos si —contesta asintiendo-—Pero no dejamos las cosas a medias. Ahora come que el tiempo es como agua entre manos.

Me coloca la bandeja de frutas y jugo sobre mis piernas. también una servilleta y empiezo a comerlas, que al tocar mi lengua el sabor del melón con miel me da un escalofrío en mi espalda por el sabor agrio que tengo en mi boca y lo dejo a un lado.

—Dios esto es horrible —digo dejando la bandeja a un lado y bajándome de la camilla para ir a un lavado.

—¿Que?, ¿Porque es horrible? —se levanta rápido de su silla siguiéndome—. ¿Esta muy dulce ó muy ácido? —pregunta llegando a mi puesto.

—La fruta está bien —respondo buscando un cepillo de dientes—. El problema es mi boca que la siento asquerosa —encuentro el objeto echándole pasta dental y rápidamente me empiezo a cepillar mis dientes.

—Tan distraída ando que no te dije que te lavarás la boca —rie recostándose en la camilla—.  Disculpa mi estupidez, deplano todavía tengo sueño.

Solo asiento a su comentario enjuagando mi boca con un vaso de agua del pequeño grifo que hay en ese lavado, secándome la boca con un pedazo de papel higiénico yendo a la camilla donde está ella.

—¿Porque andas así? —pregunto dándole un vistazo y agarrando de nuevo la bandeja tirando a la basura el pedazo que arruine.

—Es que... —suspira— Anoche fue muy loca para mí. que ni yo sabía que lo necesitaba —rie volteandome a ver recostándose de boca abajo.

—¿Algo que quieras decirme? —pregunto de nuevo tomando el jugo que ahora sí lo siento algo mejor cuando resbala por mi lengua pero pasa rozando mi garganta irritada.

—Anoche me dieron como cajon que no cierra —responde pero casi no logro escuchar.

—¿Como? —rio dejando el vaso en la bandeja—. Espera, ¿Quién fue? —la volteo para que me vea y está sonriendo como tonta—. Si en toda esta casa solo hay mujeres y los choferes solo vienen cuando se necesitan en las misiones.

—Aqui en esta casa hay secretos Dinora —contesta viéndome directamente y la suelto para continuar mi desayuno—. Y respondiendo a tu pregunta fue una mujer.

Me quedo con el bocado a medias volteandola a ver con los ojos bien abiertos y las cejas levantadas empezando a reír y ella se une también. Dejo el tenedor en el plato tomando un poco de jugo para calmarme.

OSCURA REALIDAD [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora