El infierno no es Rojo.

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Kiev, Ucrania

Draven Serrano.

La sociedad quiere creer que se puede identificar a la gente mala, pero no hay estereotipos. Cualquiera podría ser un asesino.

No me agradan las personas que no se dan su lugar de respeto. Que se dejan pisotear por cualquier individuo que se cruze en su camino, tal cual fue con la que se dice ser mi progenitora, pero no la juzgo cada quien tiene sus motivos para hacer lo que quiera.

Pero a estos hijos de puta no les daré su mérito en este momento porque me traicionaron.

—Bueno, Bueno y Bueno queridos caballeros  —me burlo enfrente de ellos— Ustedes desde el vientre de su madre sabían las reglas, ¿no es así?  —pregunto encendiendo un cigarro.

Solo me dan esa mirada de odio con miedo que tanto me gusta antes de quitarle la luz a sus ojos. Levanto una mano en señal de reprobación.

—Si el jefe les hace una pregunta a ustedes solo les queda responder ¡malditos!  —les grita mi mano derecha.

Y manda patadas directas hacia costillas y rostro a los individuos que están colgados con sogas en las muñecas desde una superficie de hierro.

—Vamos Alejandro  —le digo sonriendo—  Es que ellos saben, pero se hacen los estúpidos y enfrente mía ¡por dios! 
—levanto las manos— ¿ó mejor sería por satán? —pregunto al aire.

—Por lo que sea señor  —contesta otro hombre a mi derecha—  Lo importante es averiguar que han sacado estos de aquí.

—Estas en lo correcto hombre sabio
—respiro profundo y agarro de la quijada a uno—  Si no me dices que fué lo que hiciste, acompañado con la rata de tu compañero, sabes que no solo tú sufrirás ¿cierto?  —lo suelto sin gracia.

—Ay, ya me estoy aburriendo hermanito 
—se queja la inútil al fondo de la habitación.

—Nadie te mandó a seguirme  —la miro por encima del hombro—  Si estas aquí, es por estúpida, vete de una vez  —le hago una seña con la mano para que se vaya.

—Es que me excita ver cómo torturan a los malnacidos esos  —se ríe a carcajadas como loca.

—Pero no ayudas en nada mujer  —digo frustrado— Si me sirvieras, en estos momentos estarías poniendo en práctica lo que sabes hacer, no estando allí como estatua, pendeja de mierda  —le reclamo.

—Esta bien  —se da vencida por fin.

Y cuando ya estoy Celebrando internamente de que se va a retirar, vuelve abrir su mendiga boca.

—Entonces, afuera todo el mundo 
—ordena como si fuera la dueña—  Porque este mujeron se va a poner a trabajar  —se encamina a dónde estoy.

—Vaya  —le aplaudo— por fin.

—¿Me vas a dejar hacerlo o no? 
—pregunta viendo a los individuos colgados.

—Pues claro que te dejo  —camino hacia la silla a recojer mi saco—  Porque tengo que hacer otras cosas más importantes que esta mierda, así que  —la miro—  Arregla bien esto porque sabes las consecuencias
—advierto saliendo del lugar.

OSCURA REALIDAD [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora