Los muertos se quedan en su tumba.

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Dinora.

Los humanos son cobardes cuando se trata de una situación que incluye a su familia. pero la otra cosa es que explotan cuando ven que les tocan un solo pelo.

Respirar, respirar y respirar, eso es lo único que puedo hacer ahora mismo. ¿Porque?, bueno tengo encima a ese hijo de puta de Maximiliano que por causa de tantos mensajes que llegaban al pobre teléfono. Lo tuve que quemar para borrar cualquier medio de rastreo.

—¿Lista? —me pregunta Kristen entrando por la puerta de la habitación que me tocó cuando llegamos a Londres—. La cena empezará en una hora.

—Ya estoy lista —me veo bien en el espejo acomodando bien el vestido negro largo con una abertura en la pierna derecha hasta los pies y corte corazón con la falda algo suelta—. ¿Me veo como ministra? —pregunto agarrando el pequeño bolso a juego con los tacones rojos.

—No, te vez como si fueras hija de la jefa —responde llegando a mi puesto—. Ya sabes, si te olvidas de algunas cosas, Brissa te estará complementando por medio del auricular, ¿De acuerdo?.

—Si, vamos —guardo el arma en el bolso yendo hacia la puerta de la habitación donde salimos las dos y en el pasillo nos encontramos a las demás.

Empezamos a caminar hasta el ascensor donde ingresamos las cuatro. Brissa está tecleando en su pantalla comprobando los auriculares y afirmo a su mirada. El ascensor marca el primer piso y salimos de el hacia las puertas centrales del edificio donde estaremos por estos días.

—Detras de nosotras irán los hombres de "Ojos locos" —avisa Brissa— Tenemos que actuar como si fuéramos de la política. Porque tienen conocimiento de nosotras que nuestra mafia es de solo mujeres.

—Entonces allí entran ellos —habla Melissa y Brissa asiente—.  Serán nuestros guardaespaldas por estos días.

—Ahora respiren profundo que iremos a esa cena elegante como si fuéramos empresarias —dice Kristen riendo y subiéndose al auto de marca "Lamborghini" color gris.

Me subo con ella y las demás se van en otro. Me veo en un espejo de mano verificando el maquillaje y el nuevo color de cabello ya que me lo pintó la mujer de ojos locos con este color rubio almendrado cubriendo mi cabello negro, también las lentillas verdes. Veo por la ventana del carro las grandes estructuras de este lugar y algunas personas que caminan en la acera.

—Yo estaré a tres metros de ti, Dinora —habla Kristen a mi izquierda y la volteo a ver—. O mejor digo ministra Renata Anderson.

—Le tengo que dar algunos concejos a ella para elegir bien el tono de cabello —bromeo y ella se ríe—. No digo que esta mal pero, como que muy tradicional ¿No crees?.

—Se te ve bien ese color —dice viéndome directamente—. Además que no hay ningún rastro de Dinora solo de Renata —voltea hacia la ventana a su izquierda diciendo—. Lo único es tu voz, pero eso se soluciona con el inglés que cambia el tono.

—He hablado más de cinco idiomas en el tiempo que he estado con ustedes —saco aire por la boca—. No creo que reconozcan mi voz.

—No lo harán —me da un golpe en el brazo—. Relájate.

Asiento y veo de nuevo por la ventana que ya vamos llegando al edificio donde será la cena. Que por el están ingresando personas con ropas muy elegantes para la ocasión. El chófer que es parte de esa pandilla que nos ayudarán, estaciona el carro cerca de los escalones y el portero del edificio me abre la puerta ayudándome a salir y le agradezco a como lo haría la mujer que estoy suplantando.

OSCURA REALIDAD [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora