III

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Cuando Jimin salió de los aposentos se sintió bien, realmente bien, su majestad le había regalado un par de joyas, y anuncio que le llegarían unos trajes a su alcoba.

Afuera estaban esperando los sirvientes, y Taehyung, este lo miraba exeptico con aquel aire de superioridad.

—Jimin. — saludo cordialmente.

—Señor Kim— hizo el mismo gesto, con eso de retiró.

Al llegar al harem muchas de las damas estaban asombradas porque mayormente el sultán siempre llamaba a sus favoritas, hace mucho tiempo no elegía a otra personas.

El harem era un nido de víboras listas para tirar su veneno.

—Jimin. ¿dónde estabas? — pregunto una de las jóvenes.

—Con su majestad. — respondió cortez mente. La joven lo miro irritada y muchas de ellas también. Cerca se encontraba dos de las favoritas, quizás el pelirrojo no se dió cuenta de que ahora entro en el radar o quizás si lo tenía en cuenta, amaba sentirse superior. Amaba irritar aquellas que creen que solo pueden tener algo digno.

Decidió ir a buscar a su amiga, está lo esperaba ansiosa. Ignoro a las demás y se dirigió hacia las mesas de comida.

—Jimin, dios mío, me preocupe, pensé que te habías vuelto más loco de lo que estás y habías huido— relato Yuna. El pelirrojo solo rio. Se sentó junto a ella.

— Nada de eso, el Sultán Jeon me mandó a llamar y... Pase la noche en sus aposentos.

La joven sonrió alegre por su amigo.

—Ah~ que bello, Cuéntamelo todo por favor — rogó.

—Jamas contaría algo tan íntimo Yuna, me conoces, es entre el Sultán y yo.

Yuna hizo una mueca de disgusto pero rápidamente desapareció cuando Jimin le regaló una sonrisa traviesa.


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El imperio que dirigía Jeon Jungkook era el más poderoso que en los últimos tiempos había existido, con apenas veinticuatro años estaba en la cúspide de su vida, tenía todo lo que deseara, dinero, poder, mujeres o donceles, una familia que lo amaba, y un hermoso hijo. No podía pedir nada más.

Eso fue lo último que había escuchado Irene la última vez que vio al Sultán, ella era la madre del único hijo de su majestad.

Hace tiempo había tenido un hermoso romance, Jeon había dicho que la amaba, más aún sabiendo que ella esperaría un hijo suyo.

La sultana Irene no había visto a su majestad hace más de cuatro años, y hoy después de tanto tiempo volvió aquel palacio en dónde su amor esperaba por ella y su hijo.

—Mira Soobin, esto todo esto—señalo el palacio— algún día será tuyo, hijo mio.

El niño que estaba jugando con sus dedos levantó su vista y sonrió.

—¿Encerio mami?

—Si mi vida, siempre ten en cuenta que tú eres Jeon Soobin el futuro Sultán de este imperio, todo lo que ves, es tuyo por derecho y nadie podrá quitartelo.

El niño sonrió feliz por aquello, también había extrañado a su padre, aunque no lo conociera en persona, habia mandado cartas que su madre le leía todas las noches, y no esperaba la hora de recontrate con su padre.


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La sultana Irene, llego y la primera en recibirla fue la madre del sultán.

—Sultana Eunji — La pelinegra hizo una reverencia, la madre estaba sentada en su sillón. Irradiaba poder, seguridad, al lado suyo, su hija la sultana Yeji.

Skyfall [KM] CORRIGIENDO✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora