XXIV

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Cómo siempre todos esperaban la llegada del sultán. Y Jimin era una de ellos, estaba ansioso. Estos últimos días tenía un poco de náuseas pero nada grave.

Cuando dieron las doce del medio día, se empezaron a escuchar los gritos del pueblo, contentos por al llegada de su majestad.

Pero está vez fue diferente, cuando el sultán entro al palacio estaba con la cara cansada. Su cuerpo tenía múltiples heridas, no graves, pero las tenía.

Cómo cada vez que regresaba se hacía una fiesta, era casi una tradición, pero está vez Jungkook solo pidió ver a su madre, hijo y a Jimin.

Estos se prepararon, cuando estuvieron en el Gran salón Jimin pudo ver a su querido amor decaído, saludo con beso a su madre y a un gran abrazo a Soobin, por último estaba él, Jungkook miro a su amado y lo abrazo tan fuerte, eso angustia al pelirrojo, nunca lo habían abrazado de aquella manera.

La muestra de amor demostraba que el sultán no estaba de la mejor manera. Los guardias sirvientes los dejaron solos.

—Realmente los extrañe— dijo Jeon con su voz ronca y cansada.

—Papi... Yo también— exclamó Soobin este se acercó y abrazo al sultán, y aunque Jeon estuviese todavía entrelazado con Jimin, el niño no tuvo problema en también incluirlo en el abrazo.

—Hijo, te ves...

—Lo se madre, estás dos semanas fueron difíciles, perdimos muchos soldados, realmente nos estando dando batalla. — explico, la madre de Jungkook tenía aquellos ojos brillos que reflejaban miedo, el pelirrojo no podía ponerse en su lugar, pero como futuro padre también estaría así, perder a un hijo es seguramente una de las cosas más crueles que nos puede dar la vida, inconscientemente perdemos una parte de nuestra alma.

—Mi amor, lo importante es que volvíste y cumpliste con tu promesa — Jimin tuvi la osadía de dar un beso al sultán, Soobin hizo una mueca de asco, y la madre sultana rio por la cara de su nieto.

—Volvi por mis hijos, mi madre y por ti. Yo cumplo mis promesas.






                       ————

Aquel medio día almorzaron en tranquilidad, Eunji no paraba de reír, el doncel no sabía que la madre Sultana podría ser tan alegre, siempre la veía sería pero serena, por otro lado Soobin estaba encaprichado con Jimin, decía muchas cosas que el joven no le entendía, este se dió cuenta de algo.

La madre sultana había dicho que tuvo alguien con quien se llevaba muy mal, pero aún así aquella mujer cuidaba muy bien de sus hijos, quizás Jimin juzgo mal al pequeño, no tendría Proque sentir celos o rechazo, no era su madre, era el principe el hijo de aquel hombre que lo hacía feliz.

—Bien mañana por la mañana te coronaremos como la líder del harén Jimin,  mi madre te explico ¿no?— pregunto Jeon.

El joven asintió emocionado.

—Bueno, creo que es momento de irnos Soobin.

—Pero abuela, estoy hablando con el señor Jimin— se quejo.

—Tu me haces caso, o si no le diré a tu madre.

El niño asintió desilucionado, se despidió de su padre y de Jimin, la madre sultana dejo a los dos amantes por fin estar solos.

—Te extrañe.

—Su majestad, porque siempre esa dice cosas, hace que me sonroje— dijo.

El pelinegro sonrió coqueto, se acercó a Jimin, este estaba sentado en otra banca.

—Algun día te sentarás aquí— señalo en dónde estaba sentado— y serás quien me ayude en todo. Confío en ti.

—Y porque ahora no puedo?— contraataco pícaro.

—Por ley solo los sultanes pueden sentarse aquí, mi abuelo lo hizo y mi padre, y ahora yo.

Jimin arrugó su ceño, no entendía a lo que se referia.

—Este lugar en dónde estamos sentados se hizo para ceremonias, es como un trono en dónde estoy sentado, nunca hasta el momento una mujer o doncel se ha sentado.

—No entiendo su majestad, pero en el palacio hay un trono, este...

—Es significativo amor, la razón de lo que te dije es porque ninguno sultán ha contraído matrimono.

Eso hizo que el joven pensará.

—¿Entonces algún día se casara conmigo?— pregunto acercándose a su boca.

—No lo sé, eso lo dirá el destino, pero estoy seguro que en este, me acompañas.

—¿Por qué me dice esto?— Jimin se estaba volviendo loco, las hormonas del embarazo jugaban en su cuerpo.

—Casi muero, tengo una cicatriz en mi abdomen, y cuando estuve en ese estado, solo me venían imágenes tuyas, con mi hijo y mi madre, los tres amores de mi vida, y ahora va a ver un cuarto. — respondió tocando la mejilla de Jimin.

—Puedo ver en su rostro el terror que ha pasado, pero tranquilo, aquí estoy, siempre para usted.

El joven cortó la distancia, se besaron de una manera tan profunda, llena de deseo, amor y esperanza.






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Kim estaba yendo a su aposentos, le habían dicho que no habría fiesta de celebración, después de toda la mierda que pasó está cansado, entro a su cuarto y vio a Rosé, está lo abrazo.

—Mi amor.

—Rose... ¿Cómo has estado?— la forma en la que Taehyung pregunto hizo que la chica retrocediera sin comprender, trato de volver a sonreír y no demostrar su decepción pero falló.

—Bien.

Fue lo único que respondió, Kim asintió, busco su ropa y se fue a bañar, La rubia sabía que desde que a Tae lo castigaron había cambiado, sus ojos demostraban frialdad.

Lastimosamente ese día en el cual le dieron diez latigazos a Tae, habían peleando, Rosé se enteró de la verdad, de que su amado había ayudado a Irene y que le había mentido al sultán.

Y aunque sabía que Tae estaba mal ella no quería estar así, lo dejo ir sin decirle nada.

Tae por otro lado, llamo a un guardia de confianza y  se dirigió hacia el baño.

Este espero un rato en el baño, se desnudo, la puerta fue tocada y una mujer bella entro.

—Gran visir — Se reverencio, Tae hizo una mueca.

—Ya no soy gran visir Sana.

La chica asintió y Kim invito a que la chica se desnudara e ingresara a bañarse juntos.

Después de hacer el amor en el baño, Tae empezó a acariciar el cuerpo de Sana.

—Lo he extrañado...— dijo Sana.

—Y yo a ti.

—Si su mujer se entera...— quiso decir.

Tae la callo y beso sus labios.

—Nada de eso bonita, hoy somos tu y yo.

Y quizás eso estaba bien en ese preciso momento, pero la joven ni le gustaba, se sentía mal.

Skyfall [KM] CORRIGIENDO✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora