Capítulo 3.

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Zack

Después de ver a Anne me despido de Sinnia y Ethan para hablar con mi madre.

—Hola, cariño.

—Hola, mamá. Veo que Anneliese está enfadada conmigo — le digo intentando ocultar mi sonrisa.

—Así es, pequeño Zack, está muy enfadada. Según ella, eres un traidor.

Los dos reímos y nos vamos al porche donde nos sentamos para hablar.

—Quiero que la cuides siempre, Zack. No quiero que alguien me la dañe, sé que tiene que vivir, hacer su vida, su camino, pero no quiero que sufra. Sé que tu tampoco lo quieres.

Por supuesto que no, no quiero que le pase nada a esa mocosa irritante.

—No dejaré que eso ocurra, mamá, lo sabes bien. Tendrán que pasar por encima de mí.

Asiente satisfecha con una sonrisa mientras me mira y sé que quiere decir algo pero no se atreve y tampoco la presiono.

—Duerme está noche aquí, tienes que descansar.

—Está bien.

Se levanta para entrar en casa y en la puerta se detiene haciéndome una seña para que la siga.

Subo a mi habitación, ya que me dieron una desde que tengo siete años. Antes de ir al baño llamo a mi padre y le informo que esta noche dormiré aquí.

Me ducho con agua fría tratando de bajar la calentura que tengo.

—El que siempre tiene todo bajo control — se burla mi lobo.

—Es difícil tener control cuando lo único que quiero es estar con ella.

No me responde y sigo con la ducha. Cada vez se me hace más difícil actuar como si nada, pero verla con esa trenza larga... Diosa, ese cabello que tiene me vuelve loco. De solo pensar en cómo se vería envolver mi puño en esa trenza mientras estoy detrás.

Por todos los Dioses, si Kenzo supiera mis pensamientos estoy seguro de que me mataría y esta vez de verdad.

Salgo de la ducha antes de seguir pensando en cosas que no debo y me dejo caer en la cama con los calzoncillos solos. No voy a salir hasta la hora de la cena y aprovecharé ese tiempo para dormir. Me quedo dormido boca abajo con los brazos extendidos en cuanto toco la almohada.

Me despierto a las horas escuchando como me llaman desde la puerta. Nadie entra en otra habitación sin antes llamar porque sabemos que todos dormimos desnudos o casi.

—Ya voy — murmuro con la voz ronca por el sueño y me pongo un pantalón de chándal.

Cuando abro la puerta veo que es la mocosa que está ahí de pie.

—Uy, lo siento, ¿estabas dormido?

Alzo una ceja y me apoyo en el marco de la puerta.

—No, estaba meditando.

—Traidor — susurra —. La cena está lista. Ojalá te ahogues con ella.

—Estarás ahí para salvarme — le sonrío de lado y le guiño un ojo al caminar.

Murmura algo pero no la escucho y pasa de largo.

Llegamos al comedor donde ya están todos listos y me siento a su lado como siempre.

—Que aproveche — habla nana Rosi y los demás decimos lo mismo.

Hablamos de cosas sin importancia, sobre la manada y demás. Veo que nana me va a servir cuando termino el primer plato y me sonríe.

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora