Capítulo 15.

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Zack

Siento un peso en mi cuerpo y abro los ojos lentamente para encontrarme a Anne casi encima mío. No me muevo y la dejo estar para que no se incomode.

El sol ya ha salido y es nuestro último día aquí. En un rato comenzaremos a quitar la tienda de campaña y recoger todo lo que hayamos puesto.

—¡Buenos días, familia! — ya se despertó Adhara — Todos en pie que es nuestro último día.

Se levanta para quitarnos las mantas y Anne se pega más a mí, pasando una pierna por mi cintura cuando nos quita la manta.

—Adhara, por la Diosa, que es domingo — se queja Katherine.

—Por eso mismo, tenemos que disfrutar del campo, mañana tenemos que volver a clases.

Todos suspiran y veo que Ethan no suelta a su amor.

—¿Cómo estáis?

—Buenos días, hombres. Estamos bien, en un rato volvemos a casa — le digo a Kenzo a través del link.

—Mucho cuidado con las niñas.

—¿Estabas hablando con alguien a través del link? — Adhara se tumba al lado de Anne para abrazarla.

—Estaba hablando con Kenzo — respondo y mi voz sale más ronca debido al sueño.

Nos levantamos, ellas se van y aprovecho para salir también. Veo que ya están encendiendo el fuego cuando vuelvo.

—Entonces, ¿cómo es Luca?

Por la Diosa, Adhara de verdad está interesada en mi amigo. Veo como Anne se muerde el labio aguantando la risa y niega con la cabeza.

—No vas a estar con Luca — le advierte Ethan —. Ni con ninguno. Eres una niña.

—¿Perdona? Solo eres unos meses mayor que yo — se cruza de brazos para comenzar la discusión.

—Pero sigo siendo el mayor.

No le digo que lo soy yo porque entre peleas de primos no me meto.

—Entonces Kath tampoco puede tener nada con nadie — le dice Anne —, ya que también es una niña.

Ethan la fulmina con la mirada y niega indignado.

—Debes estar de mi parte, eres mi hermana — extiende los brazos antes de sentarse.

Comenzamos a recoger todo cuando terminamos el desayuno. Abrimos los tapones de los colchones para quitarles el aire y poder guardarlos mientras metemos los bolsos junto a la basura en los coches.

—Solo queda desmontar esto y terminamos — avisa Ethan.

Ellas doblan las cortinas y demás mientras nosotros guardamos las barras con las cuerdas. Una vez terminado, lo subimos al techo del coche.

—Vamos a dar un paseo — dice Adhara y caminamos al río.

—Me haré una casa aquí — suelta Anne de pronto —, es un lugar tranquilo, da mucha paz.

—Nosotros le daremos lo que quiera — dice Sirius y oculto mi sonrisa.

—Me iré a vivir contigo — le dice su prima, esas dos no pueden estar más unidas —, ya sabes... para hacerte compañía y que no pases miedo.

La miramos sin poder creerlo, ella es la más asustadiza. Por la Diosa, casi llora con una culebra que no media más de veinte centímetros.

—Adha... siento decirte que serías tú la que pase miedo — Anastasia habla por todos y ella se hace la ofendida.

—Siento decirte, An, pero protegería a mi cielito como nadie lo haría, sería capaz de tocar una culebra por ella.

Habla muy decidida y veo como Ethan comienza a maquinar como siempre.

—Bien, pues hay que hacer una prueba entonces. No puedo dejar que mi hermana se vaya a vivir con alguien que no cumple sus promesas — le dedica una sonrisa malvada y ella pierde el color de su cara.

—No creo que sea el momento, primito, estamos disfrutando de este paseo — le da una sonrisa tensa poniéndose al lado de Anne y agarra su brazo.

Resoplo y llegamos al río donde el agua está cristalina. A lo lejos veo a los guardias de Kenzo.

Nos sentamos en unas piedras grande pasando la mañana charlando de planes a futuro.

—Yo quiero siete hijos — habla Ethan sin venir a cuento.

Katherine lo mira con los ojos desorbitados.

—Dioses, no. Os lo digo como hermana que tiene cinco hermanos correteando por la casa siempre. No le hagas eso a tu hija, Ethan — se queja Anastasia y los demás ríen.

El móvil de Anne suena y toma la llamada.

—Hola, mamá. Sí, estamos al lado del río, pronto volvemos.

Hablan unos minutos más y guarda su teléfono.

—¿Nos vamos ya?

Volvemos a los coches. Anne conmigo y las demás con Ethan.

—Así que quieres una casa aquí.

—Es un lugar hermoso, ¿no tendrías una aquí?

Sí, contigo. Claro que está que no le respondo eso.

—Sí, aunque está más alejado de todo, de la manada, del centro.

—Sí, pero tampoco voy todos los días al centro o algo — responde.

Asiento y después de un rato llegamos a la casa del Alfa, veo que Ethan se desvía para llevar a las demás.

—Mis niños — nos ve nana Rosi que está en el banco leyendo —, habéis comido todo, ¿verdad?

—Nos ha faltado — le digo y se ríe. No miento, de verdad nos ha faltado comida.

—La próxima vez lo tendré en cuenta.

Al entrar vemos a Kenzo junto a mi madre que vienen hacia nosotros.

—¿Todo bien? — pregunta Kenzo.

—Quiero una casa en ese claro, no sabéis lo bonito que es, da tanta paz — les cuenta haciendo que su padre alce las cejas.

—¿Quién ha dicho que te vas a ir de casa?

—No ahora, papá — rueda los ojos —. Dentro de unos años.

Kenzo dice algo por lo bajo mientras ella le sigue contando todo lo que hemos estado haciendo estos días y subo a mi habitación para darme un baño largo.

Dioses. Gimo cuando meto mi cuerpo en el agua hirviendo y me relajo al instante.

Veo la pared del frente viendo miles de botes que se supone que se utilizan para esto. Todos los baños tienen lo mismo por mi madre, ya que según ella, estas cosas nos ayudan a relajar los músculos. Yo siempre hago una mezcla con todo, muchas veces me he pasado con la espuma.

Escucho unos toques en la puerta.

—Pequeño, la comida está lista, te esperamos.

Salgo con una toalla en la cintura y me pongo lo de siempre. Mangas largas y pantalón de chándal. Pienso quedarme todo el día aquí relajado.

—Por la Diosa — mi estómago suena cuando veo toda la variedad de comida —. Gracias.

Anne sonríe cuando me siento a su lado y comemos. Creo que después de esto me voy a tomar una siesta.

—¿Habéis estado bien este fin de semana? — pregunta Sinnia.

—Oh, abuela. Si hubieras visto a Adha cuando una culebra andaba por mi pierna, la pobre le faltó un segundo para llorar, aunque siendo sincera, cuando escuché su grito pensé que lo que subía por mí pierna era una anaconda.

Todos ríen mientras Kenzo niega con la cabeza.

—Que dirían nuestros antepasados por esto —murmura ocultando la sonrisa.

Subo a mi habitación después de comer y me dejo llevar por el sueño.

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora