Capítulo 61.

5.3K 374 38
                                    

Anneliese

Despierto por el sonido de mi teléfono. Una llamada. Cuando veo quien es me levanto de inmediato.

—¿Papá? — mi voz sale ronca por el sueño, no son ni las cinco de la madrugada.

—Princesa, levanta al idiota de Zack y ven para la clínica. Tu madre se ha puesto de parto.

Zack se levanta de inmediato cuando me escucha gritar y me mira preocupado. Solo puedo soltar el teléfono en la cama y correr al vestidor a buscar algo de ropa.

—Anneliese — mi hombre viene detrás —, ¿qué ocurre? No son ni las cinco. ¿A dónde vas?

—Mamá se ha puesto de parto — respondo lanzándole ropa para él —. Mi hermanito va a nacer.

Escucho salir una maldición de su boca y se viste corriendo. No tardamos ni diez minutos en llegar a la clínica. En la sala de espera veo a mi hermano junto a Kath.

—Mocosa — mi hermano se levanta y deja un beso en mi frente —, mamá pregunta por ti.

Asiento y en ese momento sale mi padre.

—Vamos.

Lo sigo hasta la habitación donde se encuentra mamá. La veo andando de un lado a otro sosteniendo su enorme barriga.

—Mi dulce niña — susurra, haciéndome notar el cansancio en su voz, y me acerco a ella.

—Mamá, ¿necesitas algo? Te puedo ayudar en lo que quieras.

Niega con la cabeza abrazándome y la sostengo. Mi padre se pone detrás suya, pasando sus manos por su espalda baja y haciendo presión, haciendo que mamá suelte un suspiro de alivio mientras tararea.

—Está bien, mi Luna, ya está aquí — le dice con voz suave.

Seguimos así hasta que Astrid llega y nos sonríe.

—Veo que ya sabes la noticia — habla pasando una mano por mi mejilla —. Tu hermano tiene ganas de nacer ya.

Asiento como puedo. Las palabras no me salen y siento mucha ansiedad. Tanta, que creo que voy a vomitar.

—Jade, cariño, necesito que te tumbes para revisar cuanto llevas de dilatación.

Mi padre la alza para dejarla en la cama y así Astrid pueda revisarla.

—Aún no has llegado a los cinco, recuerda, no empujes hasta que te lo diga. Hasta que no lleves diez, sigue haciendo lo de antes. La pelota también ayuda.

—Gracias, Astrid.

Ella se va y mamá se sienta en la pelota grande, donde se mueve en círculos.

—No hemos llamada a nadie más — habla papá —, ¿los avisas tú?

—No — dice mamá —, aún no. Es temprano y están durmiendo, llamalos dentro de una hora o dos.

Asiento a lo que dice y salgo para ir con los demás. Kath está en el regazo de Ethan y sonrío.

Les informo lo mismo que Astrid dijo en la habitación y bajamos a la cafetería a tomar aunque sea un café. Tengo mucha hambre y ayer apenas cené.

—Estás nerviosa — afirma Kath sujetando mi mano —. Tranquila, pronto conocerás al pequeño. Verás que pronto está aquí.

—Lo estoy.

Zack deja su mano en mi espalda y su tacto me calma un poco. Volvemos a la sala de espera cuando terminamos. Estoy que me caigo del sueño, pero no puedo dormir. No hasta conocerlo y ver que mi madre está bien.

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora