Capítulo 55.

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Anneliese

Han pasado dos semanas desde lo ocurrido en la manada. Todos al día siguiente sabían lo sucedido. Me ha quedado una cicatriz en el muslo, aunque no me importa. Zack siempre la besa cuando tiene oportunidad.

Después de la tarde con las demás, al día siguiente me fui a la casa de Zack, donde no me dejaba hacer nada. Él mismo me bañaba, vestía y pedía la comida, porque él no sabe cocinar, estoy segura que la casa saldría ardiendo.

El padre de Zack se recuperó bastante bien. A los días ya le quitaron los puntos. No sé cómo tuve la fuerza para poder llegar a él, pero lo hice.

—Ponte cualquier cosa, estaremos solo la familia. No iremos a ningún lado — habla Zack de brazos cruzados apoyado en el marco de la puerta.

Es cierto, vamos a casa de mis padres para celebrar el cumpleaños de mi madre. Cumple sus treinta y seis años.

Hemos vuelto a clases hace unos días y ahora mismo son las cinco de la tarde y estoy que me caigo del sueño, pero no puedo faltar al cumpleaños de mamá. Jamás.

Me pongo una falda negra con un jersey rojo. Las medias negras no pueden faltar, cuando me las pongo veo que la cicatriz se nota y siento los brazos de mi hombre en mi cintura, dejando un beso en mi hombro.

—Esa cicatriz no te hace menos bonita, y te lo puedo demostrar — sujeta mis caderas para que mis nalgas sientan su miembro y suelto una risa —. Eso demuestra lo que me haces sentir.

Niego con la cabeza y me quita la ropa para vestirme él mismo. Le encanta tener sus manos en mi cuerpo todo el tiempo.

Salimos de casa para caminar hacia la de mis padres. Al entrar veo que ya están todos ahí y camino hacia mi hermosa madre.

—Feliz cumpleaños, mamá — dejo un beso en su mejilla y la abrazo fuerte —. Te amo.

—Mi dulce niña, gracias — me devuelve el beso —. Yo te amo más.

Bajo mis manos a su vientre, deseando que la espera sea corta.

Zack la felicita y me dirijo a mi tía Sara que tiene a Valentino en los brazos y ya me está mirando.

—Hola, bebé — le digo y me sonríe haciendo pompas con su boca.

Mi tía me lo entrega diciendo que cada vez que viene solo quiere estar conmigo.

—Pronto tendremos los nuestros — habla Freya.

—Pronto.

Saludo a las chicas y hablo con ellas.

—Luca me ha dicho de tener una cita — susurra Adha muy bajito.

—¿Y a qué esperas? — responde An.

—Estoy nerviosa, hemos estado hablando todo este tiempo. Dijo que este fin de semana quería llevarme a comer a algún restaurante.

—Estoy segura que irá bien — le digo y escucho que mi hombre me llama —. Ahora vuelvo.

Me pongo al lado de Zack para darle el regalo a mamá. Espero que le guste.

—Por la Diosa — susurra y la miro atenta —, esto es hermoso.

Sonrío con Valentino en mis brazos. No le gustan mucho las joyas, pero es un brazalete Bulgari de oro rosa con forma de serpiente y zafiros. A ella le gustan las joyas exclusivas.

—Espero que te guste.

—Por supuesto que me gusta — responde sacándolo de la caja y se lo pone —. Muchísimas gracias mis niños.

Nos abraza y pasamos la tarde juntos. Valentino pone mala cara cada vez que Zack se me acerca.

—Es mía — le susurra al pequeño y este hace un puchero.

—Por la Diosa, es un niño — le dice mi tío Antón con burla.

—Así me sentía contigo — reclama papá y mi hombre rueda los ojos.

Después de partir la tarta y estar todos juntos, nos despedimos de todos para irnos a casa a descansar.

En cuanto entramos por la puerta, un movimiento brusco me pega a la pared fría. Zack estruja mis nalgas, las acaricia y luego me da un azote con fuerza y decisión.

Por los Dioses. Me pego a él sintiendo su erección.

—Te gusta — sisea en mi oído, pasando la palma por mi nalga.

—Me encanta — gimo cuando da otro.

Sube mi falda y baja las medias junto a la ropa interior. Pone su miembro en mi entrada y me preparo para que me de fuerte como me gusta, pero el maldito solo pasea su dura erección por mis pliegues.

—Amor — lo llamo sujetando su cabello.

—Que descarada, Anneliese — me muerdo el labio al oír su voz y siento como posiciona la punta en mi entrada.

—Te amo — susurro y me da una embestida fuerte, abriendo mis paredes con su grosor y suelto un grito.

—Esta noche has estado soñando otra vez con lo de siempre — se mueve más duro y rápido —. Dime, Anneliese, ¿soñabas con esto?

No puedo responder. Es verdad que he soñado que me tomaba como y donde quería, pero esto es mil veces mejor. En clases apenas me he podido concentrar al pensar en él.

Asiento como puedo y sus movimientos se vuelven más lentos, pero más profundos. Mis glúteos chocan con su pelvis mientras presiono mis manos en la pared. Pellizca mi pezón y grito.

—Tengo ganas de verte llena con mi cachorro — gruñe sin dejar de moverse y dejo caer la cabeza en su pecho.

Los movimientos se han vuelto más lentos y estoy disfrutando como nunca antes. Siento que no voy a durar mucho.

—Y yo quiero que me llenes.

Me lleva al sofá sin salir de mi interior y me sienta sobre sus piernas, con mi espalda pegada a su pecho. Dioses, está posición me encantan.

Me muevo en círculos y luego salto, con sus manos en mi cintura mientras me ayuda a moverme.

Cuando llego al orgasmo estoy sudada, sin fuerzas y con un sueño tremendo. Estoy aferrada a su nudo notando como pasea sus manos por mi cuerpo.

Jadeo cuando al rato sale de mi interior y me sube a la habitación para llenar la bañera mientras me desviste entre besos.

—¿Pedimos algo para cenar?

—Sí, por favor — respondo envolviendo mis brazos en su cuello —. No tengo ganas de cocinar.

Veo como pide la cena por teléfono y la programa a una hora. Nos metemos en la bañera, el agua calentita como nos gusta, y nos quedamos ahí hasta que llega la comida.

Zack sale envuelto en un albornoz y yo lo espero en la cama.

—¿Para cuándo nace tu hermano?

—Apenas está de veintiséis semanas, pero Astrid dijo que en abril. Estoy deseando ver su carita, aún no tiene nombre, está indecisa.

Él asiente y seguimos comiendo.

—Quedan dos meses para que Katherine cumpla los dieciocho, tu hermano está que sube por las paredes — suspira antes de seguir hablando —. No hay quien pueda con él en los entrenamientos.

Zack baja todo a la cocina cuando terminamos y cuando vuelve, ya estoy metida bajo las mantas. Mañana tengo que madrugar para ir a clases.

—Buenas noches, cariño.

—Buenas noches mi amor.

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora