Capítulo 42.

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Anneliese

Al día siguiente me levanto temprano para ir a las tiendas y poder comprar todo para Navidad. No entiendo cómo se me pudo olvidar algo tan importante.

—Bueno... estabas más concentrada en tener orgasmos — escucho la burla de Freya.

—Ya, bueno... tampoco te quejabas.

Me pongo unos vaqueros, un jersey de lana y unas botas. Mi hombre sigue dormido y no lo voy a despertar. Debe estar cansado, todos los días se levanta temprano para ir a los entrenamientos y hoy que es su día libre lo voy a dejar durmiendo.

Le doy un beso en su nariz antes de irme y tomar las llaves del coche. Al entrar recibo una llamada de Adha.

—Hola, cielito.

—Hola, Adha — enciendo el coche y comienzo a conducir —. Oye, ¿quieres venir conmigo a comprar adornos de Navidad?

Sé que no va a negarse porque nos encanta.

—Claro, te iba a decir que si desayunamos juntas. Estoy vestida y todo, te espero en la puerta.

—Cinco minutos y estoy ahí.

Al llegar a la casa de Adha la veo sentada en el porche y viene corriendo con una sonrisa. No sabe lo importante que es para mí, la amo como a nadie.

—Cielito — abre la puerta sin dejar de sonreír.

—Estás muy feliz.

Asiente y pone música bajita.

—Te vas a volver loca comprando, ¿verdad?

Me conoce bastante bien y sí, me voy a volver loca comprando de todo para la casa.

—Pienso poner un árbol grande y bonito.

No hace falta salir de la manada, ya que aquí tenemos de todo.

—¿Dónde estás, Anneliese?

Escucho la voz de mi hombre y noto su mal humor.

—Comprando adornos de Navidad. No quería despertarte, estoy con Adha — respondo con voz suave para que note que estoy bien —, ¿por qué estás de mal humor?

—Necesito follar a mi mujer y sorpresa la mía cuando me levanto y no está.

Suelto una carcajada y veo como Adha me mira un poco raro.

—Perdón, es Zack — le aclaro y ella asiente.

—Espérame en casa. No tardaré mucho.

Mentí. Una mentira horrible, porque me entretuve con Adha desayunando y luego se me fue el tiempo en varias tiendas. Apenas cabían las cosas en el coche y tuvieron que montarlo en una furgoneta para llevar las cosas a casa.

—Espero poder ver todo mañana.

—¿No quieres venir?

—No, déjame en casa. Esta es vuestra primera Navidad en pareja — me guiña un ojo abriendo la puerta —. Es un momento íntimo.

Me despido de ella y me dirijo a casa. La furgoneta viene detrás y cuando me bajo, veo que la puerta de casa se abre dándole paso a Zack, con cara de pocos amigos.

Diosa... se ve tan hermoso.

No habla mientras ayuda a meter todas las cosas en casa, yo lo miro de reojo con un Papá Noel en los brazos.

—Muchas gracias — me despido del hombre mayor y veo como Zack le da dinero por el viaje.

Se da la vuelta para mirarme y veo sus ojos negros.

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora