Sempiterno

Capítulo 29.

Zack

Su loba es tan hermosa como ella. Blanca pura, fina y juguetona. La descarada se tiró al suelo para que le rascara el lomo y la barriga.

—Necesito olerla — exige Sirius con ansias.

—Mañana si no viene cansada de clases le pedimos que salgamos a correr, sabes que las primeras veces suelen cansar demasiado.

Esta mañana cuando me levanté, lo primero que supe es que mi mate era Anneliese. Ese olor a rosas con una mezcla afrodisíaca solo podía venir de ella y lo supe en cuanto me acerqué a su habitación. Me asusté cuando abrí la puerta de golpe y la tiré al suelo, sin embargo, ella ni siquiera se inmutó y sólo dijo 'eres mi mate'.

Estamos todos volviendo al calor del hogar cuando vuelven a su forma. El lobo de Ethan también es negro, solo hay pocos en la manada, uno de ellos soy yo.

—¡Eres tan hermosa! — grita Adhara corriendo hacia Anne para abrazarla.

—Dolió mucho, pero es una sensación increíble. Sentí como todos los huesos de mi cuerpo se rompían y luego se volvían a acomodar para tener la forma de mi loba. Por cierto, se llama Freya — nos dice.

Freya era la Diosa del amor y de la fertilidad, la más bella de todas las diosas. Debo decir que ese nombre le queda bien, ya que Anne es la mujer más hermosa que haya visto nunca y su loba es digna.

—Fertilidad — murmura Sirius —. Tendremos muchos cachorros. Ella es fértil.

Por la Diosa... espero que a Sirius no se le suelte la lengua con Anneliese. Es capaz de pedirle un cachorro ahora mismo. No me molesta la idea, pero voy a respetar sus tiempos.

—Es un nombre hermoso — le dice Marie, la mejor amiga de mi madre.

Cuando ya todos se han marchado, veo a mi madre apoyarse sobre Kenzo y este la levanta en brazos. Siempre he querido una amor como el que ellos tienen. Si tienen un problema lo arreglan hablando, si tienen opiniones diferentes, ellos respetan al otro.

—¿Quieres dormir conmigo? — me susurra Anne muy bajito cuando nos quedamos solos en el sofá.

—Espero que no nos pille tu padre o es capaz de matarme — respondo pasando mi brazo por sus hombros y así poder pegarla a mí.

Suelta una risita inocente y la llevo en brazos a su habitación. Esta mañana la he visto desnuda y su cuerpo es realmente impresionante. Es bajita, cabello negro, ojos azules, como el cielo en un día totalmente despejado, y con una figura impresionante. Unas caderas que se amoldan a mis manos y unos muslos firmes, y no hablemos de esos pechos junto a ese trasero. Va a hacer que le tenga que partir la cara a más de uno.

—Ya somos grandes.

Sí, como si Kenzo entendiera eso.

Cuando la tumbo en la cama, ella se me queda mirando y alzo una ceja.

—¿Qué ocurre?

—¿Cómo vamos a dormir?

—¿Cómo quieres hacerlo?

—Es de mala educación responder una pregunta con otra — me dice la descarada —, pero quiero hacerlo desnuda. No duermo con ropa.

Lo dice aparentando normalidad, pero sus mejillas se vuelven rojas y sus latidos se aceleran. Está nerviosa y tiene un poco de miedo.

—¿Por qué tienes miedo?

Ella alza la vista y me mira con las cejas juntas.

—Tengo miedo de que no puedas esperar. No estoy preparada para hacer algo más "fuerte" — hace comillas con los dedos mientras habla — que lo de esta mañana en el baño. No estoy preparada para ir a algo más.