Capítulo 54.

4.8K 363 12
                                    

Anneliese

Oh, aquí está el pequeño Valentino. Ha entrado dando un grito.

—Hola, cariño — dice mi tía cuando abre la puerta y asoma la cabeza. Detrás de ella está Kath y Antón junior.

—Pasa — le digo mientras me acomodo en la cama. Zack me ha dicho que no me mueva o estaré una semana sin tener un orgasmo.

Dioses. Eso sería un delito.

—Anni — llega el pequeño Antón y me abraza con cuidado —, ¿te duele?

—No — niego con la cabeza —, abuela Sinnia me dió de sus pociones mágicas.

Él abre su boca con los ojos brillando. Abuela Sinnia les dijo de pequeños que ella hacía pociones mágicas que curaba a los enfermos y cada vez que se caen o se hacen heridas, vienen corriendo aquí para que la abuela los cure con sus pociones.

Escucho un grito y dirijo mi vista hacia donde está Valentino moviendo sus bracitos. Mi tía me lo entrega y él hace pompas con su boca. Es tan hermoso.

—Hola, pequeño — toco su nariz y se sonroja. Escucho un sollozo y veo a Kath con los brazos cruzados —. ¿Estás bien?

—Sí — se limpia las lágrimas, aunque siguen saliendo —, pero tú no.

Siento un nudo en la garganta al verla así. Sé que se preocupa por mí y le doy unas palmaditas al colchón para que se tumbe a mi otro lado.

—Ven aquí — nos abrazamos, haciendo que el pequeño se queje un poco y se mueva.

—Oh, pequeño diablillo, yo la conocí antes — le dice Kath dejando un beso en mi mejilla y apoyo mi cabeza junto a la de ella.

—Ve preparándote, Adha ha estado llorando toda la noche diciendo que quería venir a verte — me avisa mi tía —. No ha venido aún porque Aleska le ha dicho que seguro estás desayunando.

Me quedo en la habitación con Kath, Antón y Valentino. Viendo la tele hasta que a los quince minutos, la puerta se abre de par en par para dar paso a una Adha con el rostro rojo y moqueando.

—Ven aquí, Adha — la llamo y salta por encima de Kath para abrazarme mientras esta se queja por las patadas que recibe.

—Sentí... sentí que te perdí cuando te vi desmayada y llena de sangre — llora a moco tendido y Valentino la mira con intriga —. No vuelvas a hacer eso, no puedes enfrentarte a ellos tú sola.

Kath se une al abrazo y escucho unos pasos rápidos en el pasillo.

—Que me dejes — escucho la voz de An —, yo voy primero.

—No, es mi prima favorita — escucho al pequeño Dylan, el hermano más pequeño de An.

—Yo la conocí antes — le responde An y la puerta de abre de nuevo, dándole paso a mis primos —. Estás bien — suelta un suspiro —. Estás bien.

Creo que se lo dice más a ella que a mí. El pequeño Dylan sale corriendo y se sube a la cama pisando a Adha que refunfuña.

—Enano — la escucho decir y uno a uno van subiendo con cuidado a la cama para tumbarse conmigo.

Menos mal que la cama es grande, o ya habríamos caído. Entiendo su preocupación, pero no me pasó nada, no deben preocuparse así.

—Estoy bien, chicos. Solo fue un rasguño.

—¿Un rasguño? — dice Alan — Te clavaron una daga de plata en el muslo. Papá me contó como pasó todo.

—¿Es cierto? — pregunta su gemelo, Elliot, y nieto con la cabeza aguantando la risa.

Paso la mañana con ellos. No sé cómo se encuentran mis tíos, pero los hombres de mi padre han caído y hay que despedirlos como se merecen.

—¿Esto es una guardería o qué? — pregunta mi hombre con los brazos cruzados cuando entra y todos mis primos levantan la cabeza, menos Valentino que está dormido.

—Estamos viendo una peli — responde Dylan.

—¿Cómo está tu padre?

—Está bien. El doctor vino a tiempo y ya se está recuperando — responde Zack a la pregunta de Adha y suspiro.

Gracias a mi abuela Sinnia que el doctor llegó rápido o estaríamos viviendo otra situación.

—No pienses en lo que hubiese pasado, estamos en el presente — me dice Freya.

—Lo sé, pero no sería capaz de soportar alguna pérdida.

Veo que coge ropa y viene a darme un beso.

—Voy a darme una ducha en mi habitación. Vamos a despedir a los hombres que cayeron ayer, os quedáis aquí — me dice muy serio —. Tu madre estará abajo con tus tías.

—Está bien.

Quería ir, pero sé que mi padre no me va a dejar. Tampoco puedo mover mucho la pierna, me duele muchísimo y los puntos me tiran y pican.

Seguimos viendo una película hasta que llega mi tía Sara.

—Vengo a por mi pequeño, se va a levantar en unos minutos para pedir su comida — me dice con una sonrisa.

Se lo entrego con cuidado y los más pequeños se van con ella, dejándome con las demás. Adha está a mi lado, An al otro y Kath detrás de Adha.

—Como en los viejos tiempo — habla Adha abrazándome y bostezo.

—Así es — las abrazo y no sé cuándo, pero que me quedo dormida sintiendo como Adha acaricia mi cabello.

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora