Capítulo 60.

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Anneliese

Cuando despierto, Zack aún sigue dormido y necesito que se levante porque hoy es el cumpleaños de mi hermosa Kath y necesito saber si ella y mi hermano son mates. Ojalá que sí, porque Ethan se volvería loco y estoy segura que mataría a cualquiera que se pusiera en su camino. Kath es suya y siempre lo ha dicho. Sólo hay que recordar que hace unos días le rompió la mandíbula a Erick por hablar cosas feas de ella.

—Mi amor — lo llamo y ni siquiera se mueve. Es un muerto cuando duerme.

Me levanto para ir al baño a darme una ducha rápida. Al salir, veo que sigue dormido y me voy al vestidor para coger ropa. Me pongo una falda y un jersey de lana. Tomo la ropa de Zack y la dejo en la cama.

—Zack — le toco el hombro para moverlo y se queja dándome la espalda —. Vamos, despierta, por favor. Tenemos que estar con Kath, hoy es su cumpleaños. No me gustaría verla enfadada.

Se estira, dejando al descubierto su cuerpo desnudo. Solo lleva los calzoncillos negros y se le marca todo. Diosa, como siga mirando vamos a llegar tarde y no quiero.

Cierro los ojos evitando la tentación y respiro un par de veces. Termino de ponerme las botas y Zack sigue dormido.

—Me voy.

Hago el intento de levantarme, pero Zack envuelve su brazo en mi cintura dejando un beso debajo de mi oreja.

—Vamos a llegar tarde, cariño — se burla cuando muevo mis caderas para sentir su erección.

—Entonces no me tortures así — le digo un poco enfadada.

Se levanta para ir al baño y salimos después de veinte minutos.

—Vamos, vamos — le digo saliendo del auto y cojo el regalo que está en el asiento de atrás.

Toco el timbre y Antón junior abre la puerta con una sonrisa.

—Prima — salta a mis brazos y lo agarro para entrar en casa.

—Hola, pequeño diablillo — le doy un beso en la frente y veo que ya están todos aquí.

—Te lo dije — le reclamo a Zack.

—Te compensaré más tarde, cariño. No te preocupes — me dice tan tranquilo.

Me dirijo al salón, donde veo a mi hermano con una sonrisa engreída y solo eso me basta para saber que Diosa Luna los ha hecho mates. No saben cuánto me alegro por ellos. Y por los que hubiesen tenido el valor de intentar algo con Kath, no me quiero imaginar lo que les habría hecho mi hermano...

—Muchas felicidades, mi hermosa Kath — la abrazo fuerte y susurro —. Ahora puedo llamarte cuñada.

Se ríe y agradece mientras le entrego su regalo.

—Oh, Anni, esto es hermoso — grita cuando abre la caja y ve el Rolex de oro rosa.

—Mira el grabado que tiene dentro — le enseño y ella muerde su labio aguantando la risa.

Es como el que le regalé a mi hermano, pero en el suyo tiene la 'E'. Así los dos tienen algo que siempre les recuerde al otro. Mi hermano no se lo ha quitado desde su cumpleaños.

—Muchas gracias, Anni.

Todos le dan sus regalos y mi hermano le entrega una caja. Sé lo que es, fui con él a comprarlo y Kath se queda con la boca abierta al verlo.

—Ethan — susurra maravillada al ver el hermoso colgante de Tiffany & Co. Es de oro rosa, para que haga juego con el Rolex —. Muchas gracias, de verdad.

Se levanta a darle un abrazo y mi hermano la envuelve llevando su nariz al cuello de Kath.

—Ya, suéltala — le dice mi tío Antón y pasamos al comedor para desayunar.

Mi hombre se sienta a mi lado y Adha al otro. Los demás se reparten como siempre y mi padre ayuda a mamá para que pueda sentarse, le queda muy poco para dar a luz y su barriga está enorme y hermosa.

En ese momento escucho un grito. Uno que reconozco a la perfección y viene del pequeño Valentino.

—Ya está despierto — mi tía señala el carrito y me levanto para cogerlo.

Se sonroja cuando me ve y suelto una risa.

—Hola, bebé — susurro paseando mi dedo por su pequeña nariz, haciendo que sonría.

Lo tomo en brazos y vuelvo a la mesa con los demás. Veo como Zack mira al pequeño y este frunce el ceño.

—Ahora solo falta Adhara y Anastasia para que encuentren a sus mates — dice mi abuela Sinnia.

—Aún hay tiempo — responde tío Andreus dejando un beso en la frente de Adha.

Mi tía Aleska rueda los ojos al escucharlo. No va a ser fácil para quien sea el mate de Adha.

Valentino grita fuerte y lo miro asustada sin saber qué le pasa, espero no haberle hecho daño. La mano de Zack está en mi hombro y me doy cuenta de que está gritando por eso. Oh, por la Diosa. Suelto a reír y mi hombre tiene el ceño fruncido. Mi padre se está riendo de Zack en su cara.

Quita la mano y el bebé deja de tener esa cara de enfadado. Miro a Zack y está con una sonrisa burlona. De pronto, me da un beso, haciendo que el bebé grite más fuerte y haga un puchero.

—Deja de enfadar a mi cachorro, maldito niño — le dice mi tío Antón.

—Es mi mujer, no la de él.

—Yo también te decía lo mismo y nunca hiciste caso — le reclama mi padre.

—Hablas de tiempo pasado, Kenzo. Supéralo — dice tan tranquilo y todos reímos.

Pasamos el día juntos hasta que llega la hora de su transformación. Está muy nerviosa y mi hermano la está abrazando mientras le susurra cosas. Estamos en su jardín, esperando, y cuando se siente preparada, todos nos damos la vuelta. Escucho como se va quitando la ropa y al segundo, suelta un grito de dolor. La entiendo, sé lo que duele la primera vez.

Cuando nos damos la vuelta, veo a la hermosa loba de mi amiga. Tiene el pelaje negro azulado más hermoso que he visto jamás.

—Mi dulce Luna — escucho el susurro de mi hermano que la mira embelesado.

El pequeño mueve sus piernas y me pongo de rodillas cuando la loba viene hacia mí para oler al pequeño que ríe y grita.

—Mi niña, eres hermosa — dice tía Sara.

Da unas cuantas vueltas al jardín y volvemos al interior de la casa.

—Se llama Lyra — nos informa y después de estar un rato más con ella, cada uno se va despidiendo.

—Adiós, pequeño bebé — le doy un beso en la frente y se lo entrego a mi tía. Se queja un poco haciendo un puchero con sus labios y me cuesta irme de su lado.

Cuando volvemos a casa, estoy agotada. Necesito quitarme la ropa y tumbarme en mi cama. Suspiro mientras subo las escaleras y Zack me alza en brazos.

—Gracias mi amor — le doy un beso —. Te amo — beso — mucho.

—Yo te amo más, descarada — me da un beso largo y me deja en la cama.

Me desviste y nos metemos baja las mantas. Casi me subo a su cuerpo al abrazarlo y me quedo con la cabeza metida en el hueco de su cuello. Oliendo su dulce aroma que solo yo puedo oler.

—Pronto nacerá mi hermanito.

—Solo unos días y estará aquí — responde subiendo y bajando su mano por mi espalda.

—Espero que mamá no sufra mucho.

—Espero que no — deja un beso en mi frente y me acurruco más junto a él.

—Buenas noches mi amor.

—Buenas noches, cariño.

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora