Capítulo 41.

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Anneliese

Estamos a 15 de diciembre, han pasado unas cuantas semanas. Hoy nos dan las vacaciones de Navidad y no volveremos hasta el día 9 de enero.

Gracias a los Dioses no han habido más problemas ni intento de invasión.

Mamá cada día está mejor, la doctora Astrid ya ha dado el visto bueno para que pueda andar por la manada, pero con mucho cuidado y precaución.

Ethan está como loco, con muy mal humor y ansiedad, esperando el día del cumpleaños de Kath, diciendo que ella es su mate de nadie más.

Zack y yo no hemos parado. Todos los días hacemos algo. Me convierto en una loba en celo cuando me toca, no me canso de él.

—Cariño — me llama Zack.

Me he quedado mirando un punto fijo mientras pensaba y cuando vuelvo a mi entorno, me doy cuenta de que estamos en casa, en la de mis padres y que está mirándome preocupado.

—¿Qué pasa?

—¿Estás bien? — pregunta.

—Sí, solo estaba pensando, tranquilo — me quito el cinturón dándole un beso antes de salir.

Él me sigue y cuando entramos veo que ya están preparando la mesa para almorzar.

—Mamá — le doy un beso en la mejilla y me arrodillo en el suelo al lado del sofá —. Hola, hermanito.

Susurro dejando mis labios en el vientre de mi madre. Se le nota cada día un poco más, y estoy deseando que nazca. Le daré todo el amor que tengo y lo cuidaré con mi vida.

—Mi dulce niña — habla pasando un mechón de mi cabello tras mi oreja y apoyo mi frente a un lado de su ombligo.

—Ya quiero que nazca.

Ella ríe y su barriga rebota un poco. Está más hermosa que nunca y el brillo en sus ojos la delata.

Zack se sienta a su lado y justo llega mi padre.

—No te quiero al lado de mi mujer, ya me la robaste una vez y me robas a mi hija ahora.

—Por la Diosa... — dice mi madre en un suspiro.

—Supéralo, Kenzo — responde mi hombre estirando los brazos en el respaldo del sofá.

—Ya hablaremos — dice sentándose para levantar a mi madre y dejarla en su regazo.

Ella aprovecha para acomodarse intentando ocultar su sonrisa y le guiño un ojo.

—La comida está lista — nos llama abuela Rosi desde la cocina y nos preparamos para comer.

Lleno mi plato hasta arriba y comienzo a tragar. Nunca me voy a cansar de la comida de mi abuela, esta mujer hace magia con las manos.

—¿Cómo estás? — me pregunta abuela Sinnia.

—Bien, ya por fin nos han dado las vacaciones. Mis primas y yo queremos irnos unos días, pensamos en Alaska, pero aún no lo tenemos seguro.

Ella sonríe con esa sonrisa astuta y asiente.

—Supongo que Ethan también irá.

—Por supuesto, no va a dejar a su Kathi sola — respondo y ella ríe.

Zack y yo nos despedimos cuando terminamos de comer y nos vamos a nuestra casa.

—Podríamos salir esta noche todos juntos a algún lugar.

—Hablaré con Luca y Oliver — responde y asiento.

Al entrar siento como mi espalda choca contra la pared. Zack me besa, tomándome desprevenida. Mi boca busca la suya para el beso húmedo que ya me tiene encendida como una chimenea.

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora